No sé muy bien porqué he titulado así el artículo, será, tal vez, porque este hombre de familia, este pintor autodidacta, parece que hace magia con los pinceles, y como los buenos magos lleva mucho trabajo detrás, mucha investigación sobre, por ejemplo, la técnica de la pluma y los estilográficos modernos, con tintas chinas de colores y negra con aguada, también acuarela (con su querido maestro Rafael Requena) grafito, tempera, oleo, pastel, aerógrafo, y un largo etcétera.
Paulino Ruano hace magia con sus obras, realistas o hiperrealistas, encima es un mago humilde. A mi pregunta sobre si le da vértigo su propia biografía artística como pintor, contesta: «La verdad es que no, es una actividad incesante, pasan y pasan los días, los años y siempre estoy buscando la mejor manera de plasmar la belleza que me rodea, la naturaleza, las personas, los objetos, la luz…».
Es un mago también en la selección de su obra, pues según él: «Atreverse con todo está muy bien, hay que ser valiente, pero a la hora de exponer hay que seleccionar lo mejor de uno y no todas las obras valen. Uno es bueno en unas técnicas determinadas y menos bueno en otras. Un artista se consagra cuando ha dominado una técnica y un estilo y con ello consigue la admiración del espectador. Y eso se consigue con constancia y mucho trabajo».
Aún recuerdo cuando iba al mostrador de la caja del banco, en la C/ Virgen de Belén, y allí estaba Paulino Ruano, y yo pensaba: «Está pintando, está pensando en su trabajo, sin pintar». Él comenta sobre esto: «Cuando trabajaba en el banco, era a veces estresante estar todo el día ocupado, pero los frutos y satisfacciones me cargaban las pilas para seguir. Ahora como jubilado lo disfruto más, y pinto más para mí». Actualmente dice que combina la pluma y el lápiz, e incluso el lápiz solo en retratos: «Los estoy subiendo a las redes sociales, el lápiz me permite añadir suavidad de matices en el realismo».
Magia también en su currículo, Paulino Ruano ha actuado «en los mejores carteles de teatros de España». Innumerables concursos y Certámenes en los que ha ido participando desde 1974. Destaca dos entre todos. El 1º Premio de dibujo de la Academia de Bellas Artes Santa Isabel de Hungría de Sevilla, que fue el primero de cierta importancia que obtuvo, y que le marcó mucho dándole confianza en sí mismo. Y por fin en 1989, Ruano obtuvo el premio más importante de dibujo de España, el Premio Penagos de Dibujo de Mapfre Vida de Madrid. Gracias a él se le abrieron puertas de importantes exposiciones en Madrid y otras ciudades, como New York.
Paulino Ruano, ha sabido combinar, una vida que resultaría bastante anodina y acomodada, con mucha emoción, detrás, claro, hay mucho trabajo y talento. Domina, o acaba dominado cualquier técnica, cualquier motivo. Incluso, como decía antes, un simple lápiz, con el que hace maravillas.
Tiene actualmente 66 años (2021), y sigue aprendiendo: «Para evolucionar hay que experimentar y ser una esponja del arte de los demás, de la historia del arte, de los nuevos caminos del arte, de nuevas técnicas que puedan enriquecer tu propia obra». Añade: «Se puede y se debe aprender de maestros, bien acudiendo a sus clases o, gracias a los medios actuales, examinar la obra de otros artistas. La dificultad de ser autodidacta es la del aislamiento, en mi caso por motivos profesionales, por eso, quizá mi evolución ha sido muy lenta. La ventaja ha sido que he desarrollado una técnica muy depurada de dibujo a plumilla por haberle dedicado muchas décadas».
En fin, no me digáis que no os pasa, cuando contempláis un cuadro de Paulino Ruano, se desprende de ellos una técnica muy lograda y depurada. Contenidos entrañables, cotidianos, un saber hacer que lleva ya la firma de un gran maestro almanseño. Magia sin duda, o la ilusión de la belleza muy lograda que dirían los críticos de arte.