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19/05/2024

El periódico digital de Almansa

«La música, lenguaje de la naturaleza, pilar de la educación», por Juan Rafael y José Antonio Hernández

Un texto para comprender el valor de la música como forma de comprensión de la vida y su importancia en la base educativa
Juan Rafael y Jose Antonio Hernández

La noticia aparecida hace unas semanas acerca de un original y sorprendente estudio desarrollado en el Instituto Tecnológico de Massachussets (MIT por sus siglas en inglés) ha sorprendido por los curiosos hallazgos que presenta. Al igual que si se tratara de un arpa o un piano, en el que las distintas notas se obtienen por medio de la vibración de sus cuerdas, se ha logrado interpretar las vibraciones de las telarañas convirtiéndolas en notas musicales gracias a la inteligencia artificial.

Podría parecer entonces que estos investigadores han conseguido desentrañar el lenguaje musical oculto en la naturaleza, pero obviando el componente tecnológico, son evidentes los paralelismos entre estos hallazgos actuales y los formulados por Pitágoras hace 2.500 años cuando describió de forma física y teórica la música. Guiado por su inquietud científica, inventó el monocordio, una cuerda vibrante sujetada en sus dos extremos, con el que pudo demostrar matemáticamente las notas de la escala en base a la vibración proporcional de dicha cuerda.

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Pitágoras fue el primero en descubrir que la música estaba íntimamente relacionada con la naturaleza y que utilizaba el mismo lenguaje con el que está hecho el universo, es decir, el lenguaje de las matemáticas. En este sentido, planteó la teoría de «La armonía de las esferas» basada en la idea de que el movimiento de los planetas se rige según proporciones musicales equilibradas.

Contando con un material tan valioso, los sabios de la antigüedad enseguida le encontraron una aplicación formativa y la incluyeron en la educación de los más jóvenes. Así, Platón llegó a otorgarle la máxima importancia afirmando que debía ser la base de la educación, ya que el ritmo y la melodía se imprimen en el alma, y su discípulo Aristóteles, consideraba que mediante estos elementos sonoros se podía llegar a la purificación emocional.

Sin embargo, esta incipiente materia no tenía aún nombre y a los antiguos griegos recurrieron a la mitología para llamarla «musiqué tecné», literalmente «el arte de la musas», llevándola más allá de lo terrenal y acentuando su carácter mágico y divino.

Con el devenir de los tiempos y de los vaivenes incomprensibles de la Historia, se olvidó el valor formativo de la música en detrimento de su vertiente más artística y lúdica, y hubo que esperar dos milenios hasta que los pedagogos musicales modernos le devolvieron una importancia educativa que nunca debería haber perdido. Y de esta manera, la música, que empezó siendo un curioso hecho natural presente hasta en el movimiento de las insignificantes telarañas, terminó alcanzando la condición de lenguaje universal y de pilar de primer orden en la formación integral de las personas.

En este vídeo puedes comprobar cómo suena una tela de araña en su traducción a notas musicales mediante inteligencia artificial ⬇️

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