La primera vez que la vi me enamore a primera vista. Al principio nunca pensé que pudiéramos compartir tantos años juntos, ni que pudiera llegar a ser tan determinante en mi vida, pero así fue.
Aunque nos conocimos por amigos en común y lo nuestro empezó como un tonteo esporádico de fines de semana, confieso que desde el primer beso, sentí algo muy especial. Me encantaba estar a su lado y claro, sin darme cuenta, acabe metido en una relación. Al principio todo era bonito, la veía preciosa y aunque a veces mis amigos se preocupaban… Me daba igual. La amaba y no quería perderla.
Con los años la relación se volvió más estrecha. A su lado me sentía pleno, de hecho, ya prefería estar con ella, que con cualquiera de mis amigos o familiares. Discutía y me alejaba de cualquiera que insinuara algo malo de ella, porque ella era parte de mí. Alegraba mis tristezas, animaba mis alegrías y siempre estaba ahí cuando la llamaba.
En el trabajo dejé de estar bien, en casa también, parecía que nadie me entendía. Solo ella. Y aunque con el paso del tiempo empezamos a tener altibajos, nunca pensé en dejarla. ¿Qué iba ha hacer sin ella? Era mi inspiración, mi fuerza para enfrentarme a la vida, mi muleta.
Pero una mañana después de esconderme para pasar tres días a solas con ella, amándola. Me miré al espejo y me di cuenta.
Me había robado a la gente que quería, me había vuelto un egoísta, un mentiroso. Estaba deprimido, arruinado y enfermo. Nuestra relación tóxica se había convertido en dependencia y yo, yo le había dado todo su poder. Nunca luché por nada. No luché por mi trabajo, ni por mis amigos, ni por mí, ni por tener una vida mejor. Me dejaba llevar navegando a la deriva en un mar de problemas y excusas, flotando como un muerto en vida. Pensando en ella, viviendo solo por y para ella.
Me limpié las lágrimas y busqué ayuda.
Hace años que conseguí dejarla y soy infinitamente más feliz, pero aún así, hay días raros en los que me acuerdo de ella. La imagino maquillada y sonriente, radiante como el primer día, y pienso en como sería besarla, volver con ella…
Por eso he de recordar lo podrida que está por dentro, he de recordar como me hundió y me mintió, como maltratamos a mi familia y amigos. He de recordarlo para evitar que me confunda, para que no me seduzca otra vez. Necesito ver que bajo su encanto están mis días no vividos. Los gritos de mi pareja, mi tristeza, mi frustración, las lágrimas de mis padres. He aprendido a ver lo que en realidad es. He aprendido que no era su amante, era su esclavo. Su cómplice.
Sí… Ella tiene muchos nombres… Se puede llamar alcohol, pastillas, cocaína, marihuana… Llámala como quieras pero no te dejes engañar.
Vive la vida sin ella. Besa la realidad.
Fdo: DASS Adicciones
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