Herminio Almendros es, casi con toda seguridad, el almanseño con mayor proyección internacional por la trascendencia y el alcance de su obra literaria, con más de cuarenta libros publicados, muchos de los cuales aún se continúan reeditándose. Este año se cumplen 20 años de la imposición de su nombre a un instituto almanseño y conviene recordar su ejemplar trayectoria vital y profesional, como un modelo de compromiso intelectual con la sociedad española y latinoamericana a la que dedicó todo su empeño.

La vida de Herminio Almendros (Almansa, 1898-La Habana, 1974) constituye un paradigma de los anhelos y frustraciones de lo que fue el siglo XX. Hijo único nacido en el seno de una modesta familia ferroviaria en el año en que se pierden las últimas colonias, encarnará a lo largo de su vida el ideal regeneracionista; cursará estudios de magisterio en Albacete y Alicante, donde también hará el servicio militar en plena escalada bélica en Marruecos; continuará su formación en la Escuela de Estudios Superiores del Magisterio de Madrid donde en 1921 supera las pruebas selectivas y accede a una de las veinticinco plazas masculinas con derecho a beca y a alojamiento en la Residencia de Estudiantes. Frecuentó el Ateneo y se embeberá del ambiente intelectual de la capital, asumiendo los ideales de la Institución Libre de Enseñanza.

La Escuela Superior del Magisterio, inspirada en los principios de la Institución Libre de Enseñanza, fue creada para dar formación pedagógica superior a maestros ya titulados, seleccionados con «numerus clausus» que saldrían como profesores de escuelas normales o como inspectores de enseñanza primaria con derecho a plaza. Herminio Almendros fue seleccionado por la especialidad de ciencias y completó los cuatro cursos con brillantes calificaciones. En el último año, solicitó una plaza para enseñanza del español en Escuelas Normales francesas para lo que acompañaba certificación del 4º curso donde figuraba como número 2 de la lista de mérito de su sección (Expediente JAE, 30-1-1925).

Entre 1926 y 1928 por confianza directa de Manuel Bartolomé Cossío se hace cargo de la dirección de la Escuela de Capacitación Agraria Sierra Pambley en Villablino (León), dependiente de la I.L.E.; allí se casará con María Cuyás, una alumna de la misma Escuela de una promoción posterior a la suya; al año siguiente fue nombrado Profesor Auxiliar en la Escuela Normal de Maestros de Santiago (Gaceta de Madrid, 13-9-1927) pero solicitó la excedencia voluntaria que se le concede (Gaceta de Madrid, 26-11-1927).

En 1929, Herminio Almendros y María Cuyás, obtienen destinos como inspectores de enseñanza primaria en Lérida, donde entrará en contacto con la pedagogía Freinet; tras un fugaz paso por Huesca, ambos terminarán como inspectores en Barcelona, donde colaborará con la recién creada Sección de Pedagogía de la Universidad de Barcelona apostando decididamente por la introducción y difusión de la pedagogía Freinet. Su libro La imprenta en la escuela (1932) fue la primera obra que se publicó sobre estas técnicas en lengua no francesa; en 1936, será nombrado inspector-jefe y participó en el proyecto del “Consell de l’Escola Nova Unificada”; que estructuraba todos los niveles educativos desde preescolar hasta la Universidad; en enero de 1939, atravesará los Pirineos en dirección a Francia acompañado por el filósofo José Ferrater Mora, con quien tenía una entrañable amistad; fue acogido por la familia de Freinet pero las precarias circunstancias del momento le impulsan a marchar de nuevo.

Por mediación de su íntimo amigo Alejandro Casona partirá hacia Cuba. En este país no se le reconocerán sus estudios y méritos profesionales, por lo que tendrá que empezar de nuevo: en 1952 se doctora por la Universidad de Oriente en Santiago, con una tesis titulada La inspección escolar y pasó a trabajar como asesor en el Ministerio de Educación cubano; la dictadura de Batista supuso perder su puesto, pero es contratado por la UNESCO y destinado a la Escuela Internacional de la Organización de Estados Americanos, ubicada en Rubio (Venezuela).

Regresó a Cuba unos días antes del triunfo de Fidel Castro; el nuevo ministro de educación, Armando Hart, le nombró su principal asesor como Director General de Educación Rural; posteriormente fue delegado de la Editora Nacional y Director de la Editora Juvenil. Desde este puesto impulsó la publicación de libros de lectura para niños en los que supo conjugar el atractivo de la historia con la calidad literaria y la intencionalidad educativa.

El valor literario de la obra de Almendros es tal que el paso del tiempo no ha disminuido su atractivo e interés; por otro lado, el aprendizaje de la lengua como instrumento de comunicación, fue uno de los temas que más le preocupó. Su trayectoria como escritor es de carácter enciclopédico: publicó más de 40 obras, sin contar varios centenares de artículos periodísticos y prólogos de libros; pero de entre toda esta fecunda labor, los libros de divulgación sobre José Martí -el padre de la independencia cubana en el 98-, junto a los libros de lectura infantiles, le proporcionaron fama en toda América Latina.

Pero nunca olvidó su pueblo:

«Almansa, mi pobre Almansa escenario de mis veinte primeros años. Tengo en mis ojos aquellas llanuras salpicadas de majuelos y pobres trigales, y la estampa del soberbio y ruinoso castillo, una de las más raras y bellas siluetas de castillos de España. Allí está mi madre, viejecita, a quien no sé si volveré a ver».

Carta fechada en La Habana, 27 de junio de 1948.

«Malo; me ha entrado cierta nostalgia por mi pobre pueblo manchego (…). Ahora me gustaría ir a él, ver lo que queda y hasta quizás me gustaría quedarme para siempre en uno de aquellos pequeños oasis de pinos en la llanura».

Carta fechada en La Habana, 20 de febrero de 1966.

Herminio Almendros volvió a Almansa ese mismo año, casi de incógnito, aprovechando un viaje a París para ver a su hijo Néstor. Murió en La Habana en 1974 y su memoria permaneció en el olvido hasta que, en octubre de 1998, coincidiendo con el centenario de su nacimiento, la Asociación Torre Grande y el Ayuntamiento de Almansa programaron un ciclo de conferencias que se acompañó de una completa exposición y la publicación de un libro sobre su vida y obra. Trece años después, hace justo veinte años, la comunidad educativa del tercer centro de secundaria creado en la ciudad, decidió adoptar su nombre.

«Habré de confesar el error en que quizás haya incurrido. Yo soy uno de esos ilusos maestros que han vivido como braceando en el vacío. El respiro que me han dejado una y otra guerra, una revolución frustrada y los pasos a trancos en el largo exilio, lo he empeñado comunicando o tratando de comunicar mi experiencia y mi fe en el propósito de esquivar la rutina escolástica y promover una sensibilidad más humana para el progreso de la obra docente. No quiero decir que haya abrigado la vana confianza de que fuera ése el camino mayor para cambiar de arriba abajo la base de la estructura social, pero pensaba de buena fe que ayudaba positivamente a crear, siquiera en mi alcance restringido, condiciones favorables para el cambio…»

Herminio Almendros (1962).

BIBLIOGRAFÍA:

• ALMENDROS, Herminio, Diario de un maestro exiliado. (Barcelona, 1939 – La Habana, 1940), Valencia, Pre-Textos, 2005. Edición a cargo de Amparo Blat y Carme Doménech.
• BLAT, Amparo, Herminio Almendros Ibáñez. Vida, época, obra. Asociación Torre Grande y Ayuntamiento de Almansa, 1998.
• VV.AA., Centenario de Herminio Almendros. Un personaje del pasado, una figura del presente, una referencia para el futuro, Asociación Torre Grande y Ayuntamiento de Almansa, 2001.