Algunos datos: en la pinacoteca nacional hay obras de más de 5.000 hombres y tan solo de cerca de 60 mujeres. ARCO, la Feria Internacional de Arte Contemporáneo de Madrid, está intentando acortar este abismo y, en el año 2019, un tercio del total de artistas expuestos por galerías fueron mujeres. Es decir, 405 mujeres de un total de 1266 artistas, algo que, aún siendo un dato positivo, deja mucho que desear. (Imagen principal: Kaboom Producciones)
El cine tampoco es un escenario favorable para la mujer en nuestro país; tan solo un 14% de las nominadas a los Goya en 2019 fueron mujeres, lo que equivale a 8 mujeres de un total de 39 nominaciones. El panorama musical no es mucho más alentador. En 2019, tan solo un 19,7% de los grupos que fueron contratados en los principales festivales de nuestro país tenían representación femenina.
Estos datos se leyeron en la última Feria de Almansa que se celebró antes de la pandemia, una noche de concierto en la carpa ferial. Una joven que formó parte del colectivo Femarte ese año leyó el manifiesto. Son, sin duda, cifras muy desalentadoras para el panorama artístico femenino en España.
Femarte es sinónimo aquí en Almansa, de mujer y arte. Ese año, 2019, que ahora nos parece muy lejos, fue crucial para un grupo de mujeres (en su mayoría jóvenes pero de todas las edades) que representaron un hito inaudito en la historia de Almansa. Entre finales de julio y principios de agosto, se sucedieron los hechos. Primero, la exposición en Casa de Cultura, tanto en la sala roja como en la sala gris, ya que eran bastantes las participantes y bastantes las obras. Otro día, en la terraza del bar de Casa de Cultura, se ofreció un recital de dos mujeres jóvenes cantando, otra mujer recitando sus poemas y, por último, una mujer cantando sus letras de rap, acompañada de un ukelele. También hubo de una escritora almanseña un cuentacuentos infantil. Y para concluir el sábado, fiesta, concierto y lectura de manifiesto.
Hay que tener en cuenta el gran trabajo que supuso la organización de este evento. Las chicas lo tenían todo previsto, vaya. No se les escapó nada. Adjudicación de sitios en la exposición para las autoras, montaje los dos días anteriores, venta de camisetas y bolsas con el logotipo de Femarte. En fin, un tinglado que supuso muchos nervios y trabajo. Pero se notaba que lo hicieron muy a gusto. Yo pude contemplarlo todo desde el primer momento y puedo decir que me contagié de sus nervios por la inauguración y que todo saliera bien en los distintos actos; la tensión que estas mujeres aguantaron; y el placer también con el que lo hicieron.
Las obras, qué decir: frescas, originales, auténticas, innovadoras, de todo había. Un recorrido por una generación de mujeres artistas que buscaba la reivindicación de la mujer en el arte, que tan denostada se ha encontrado durante muchos siglos, en los que como dice Virginia Woolf: «Para la mayor parte de la Historia, Anónimo era una mujer». Y querían hacerlo en su pueblo, con su gente, con sus familias. Donde seguro sabían encontrarían calor. Mucha valentía demostraron y además sororidad, que tan de moda esta ahora. Deteniéndome en esta palabra que considero fundamental en el devenir femenino de los próximos años, busco sororidad en el diccionario y encuentro esto «solidaridad entre mujeres, especialmente ante situaciones de discriminación sexual y actitudes y comportamientos machistas», ojo al dato.
Para concluir añadir que tuve la oportunidad de participar en Femarte con una pequeña representación de mis poemas. Decir que me encantó la experiencia y que estuve muy a gusto. Me despido, también como empezaba, con el manifiesto leído en la feria 2019 de Femarte y su última frase: «Y ante esto solo nos queda gritar NO, ante aquello que decían de que “el arte es ajeno al espíritu de la mujeres”»… Porque no somos musas, sino creadoras y el arte es nuestro espíritu.