Llevarse la contraria a uno mismo es, por ejemplo, reírse más de las desgracias propias que de las ajenas. Suena antinatural apostar en contra nuestra, ¡pero lo hacemos! Y resulta hilarante. Esta ocurrencia, tan propia de Luis Piedrahita, es el eje de su último show ‘Es mi palabra contra la mía’, que tuvo lugar ayer a las 22:30 horas en el Teatro Regio de Almansa.
La premisa es sencilla: «Nadie está a gusto con lo que le ha tocado. Ni con su edad, ni con su aspecto, ni con su suerte», tal y como afirmó el coruñés detrás de sus gafas y su peinado icónicos, durante el espectáculo. Sentado en un sofá Chester de cuero marrón y charlando sobre su especialidad (las nimiedades cotidianas), el monologuista levantó la carcajada del respetable.
Es curioso. Durante los más de 20 años en los que se ha dedicado a hacer reír, nunca ha hablado de política. Lo suyo es hacer reír sobre la condición humana. Y resulta efectivo, a juzgar por el lleno del teatro. Porque, claro, ¿a quién no le hacen gracia las miserias del día a día? Si eso es, precisamente, lo que nos salva; y Piedrahita lo sabe bien.
El comediante se coloca ante el espejo y hace chistes sobre él, pero también sobre los quienes están sentados en las butacas. La falta de sexo en su matrimonio, el querer ser joven otra vez (a no ser que seas un niño, entonces quieres «ser mayor»), el verse con el guapo subido cuando ayer te decías que eras más feo que Pifio. fantasear con un motero de pelo largo aunque en la vida real te den pánico… son esos sinsabores del día a día sobre los que bromea. Y es genial. Porque solo el hecho de que alguien se suba a un escenario a poner en común las penurias vitales de los presentes, resulta catártico y efectista.