Un globo aerostático sobrevuela el megacomplejo carnicero que El Pozo tiene en Hellín esta mañana, con motivo de la celebración de San Valentín. En él se puede leer «Make Love, Not Macrogranjas» (haz el amor, no más macrogranjas) y ha sido operado por activistas ecologistas de Greenpeace que portaban otros mensajes como «esto no es amor, es una maldita macrogranja».
La acción se produce para denunciar el «nefasto modelo de ganadería industrial» que sigue imperando en España, según declara Luís Ferreirim, responsable de agricultura y ganadería de la ONG. «Pese a sus graves consecuencias se siguen presentando, de forma casi continua, nuevos proyectos de macrogranjas, principalmente de porcino», añade.
La organización pide así que se frene de una vez su expansión y se reduzca la cabaña ganadera en intensivo. En esta ocasión, la protesta pacífica se ha centrado en utilizar un globo aerostático mostrar una perspectiva aérea para dar a conocer la colosal dimensión de la macrogranja de cerdos de El Pozo en Hellín. Esta está compuesta por 12 núcleos con una capacidad para explotar a unos 150.000 animales.
La ingente cantidad de excrementos producida aquí queda patente por el número y tamaño de las balsas que tiene el complejo industrial, sin parangón en el resto de España. Según Greenpeace, éstas almacenan millones de litros de purines que terminarán en los campos agrícolas de los alrededores, convertidos en auténticos vertederos, y finalmente contaminando las aguas subterráneas, nuestras reservas del futuro.
CEFU, S.A., la rama ganadera del Grupo Fuertes (El Pozo), cuenta con 29 explotaciones propias, tres en Andalucía, 12 en la Región de Murcia y 14 en Castilla La Mancha, además de cerca de 700 integradas, según información de la propia empresa. Ya hubo un debate en el pleno de Almansa para evitar la expansión de macrogranjas al municipio, que se saldó con la aprobación de una moción contra su instalación.
Según los últimos datos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, España ya cuenta, con mucha diferencia, con el mayor censo de cerdos de la UE y con un 0,5% más que en 2021, mientras que en los principales productores europeos el número de animales sigue cayendo o se mantienen muy estables. Otro dato realmente preocupante es que son las explotaciones más grandes las que más aumentan, un 34,37% más que en 2014.
«Esta cabaña ganadera tan desmesurada es hoy en día el principal problema de un sistema agroalimentario que está agotando el planeta», alertan los ecologistas. La ganadería industrial contribuye, de forma irrefutable, a la crisis climática, a la sobreexplotación y contaminación del agua –España podría ser condenada en breve por el incumplimiento de la Directiva de Nitratos– y a la deforestación, entre otros. Pero también perjudica a los animales, a la salud humana y al medio rural.
Y concluyen: «Hace un año, la problemática en torno a las macrogranjas estuvo en boca de casi todos los responsables políticos. Ahora se acercan nuevas elecciones, un buen momento para incluir en los programas electorales la apuesta por una moratoria a la ganadería industrial. Los imperativos de la agroganadería industrial no pueden seguir prevaleciendo sobre la salud pública y el medio ambiente. Es el momento de cambiar esto para hacer frente a la crisis ambiental en la que estamos inmersos».