Ana Muñoz Ruano, ha sido reconocida por su labor vital en el sector primario en el tradicional Acto Homenaje a 8 Mujeres de Almansa realizado por la asociación local Mujeres en Igualdad en lo que ha sido su XIX Edición. Presentada por Tania Andicoberry y dirigida por Margarita Sánchez, en el Teatro Regio de Almansa, recinto que presentó una imagen de lleno en patio de butacas. Un año más, la emoción tomó los corazones de los presentes para honrar la trayectoria de mujeres ejemplares para toda la ciudad en diferente ámbitos.

Ana Muñoz Ruano, la historia de una mujer de acero que sostiene a los suyos con lazos de amor

Ana Muñoz Ruano nació en Almansa en abril del año 1944. Su familia era una familia de trabajadores labradores que llevaban la casa labor de Venta la Encina. Ana era la pequeña de cuatro hermanos, pero lamentablemente fue la única de todos ellos que no pudo conocer a su padre, desgraciadamente falleció apenas un mes antes de que ella naciera.

Este triste acontecimiento también provocó que la familia tuviera que trasladarse a otra casa de labor, de Venta la Encina al Mojón Blanco. Allí fue donde se crió y donde pasó su infancia. Todos trabajaban, todos aportaban y colaboraban y como no podía ser de otra forma, Ana comenzó trabajando duramente en el campo a los siete años, desempeñando las actividades que su corta edad le permitía.

En un breve espacio de tiempo asistió al colegio de La Encina al que tenía que trasladarse caminando más de una hora desde su casa. A los doce años Ana, su madre y su hermana, se trasladaron a vivir a Almansa, donde su padre había adquirido un piso unos años antes de fallecer. Sus otros hermanos, ya casados y con sus propios hijos, se quedaron en la finca que habían estado trabajando.

En esos años, nuestra homenajeada reinició sus estudios en un colegio del pueblo, pero fue un corto periodo de tiempo, ya que con trece años empezó a trabajar en una fábrica de canastas y a los catorce años en la fábrica de calzado de Florencio. Trabajó allí un tiempo, hasta que conoció al que sería su marido, porque una vez casada empezó a dedicarse al negocio familiar de la ganadería. Y esta labor – que no era pequeña – la llevaba junto a la crianza de sus hijos, y a realizar todo tipo de trabajos en casa: como zapatos, confeccionaba jerséis para una fábrica de Ayora o bien ropita para muñecas que venían a encargarle desde Ibi, también confeccionó bolsos de Paquita y todo ello, como decíamos, sin dejar de trabajar y colaborar con su marido en el negocio familiar, elaborando quesos y demás.

A Ana, como se suele decir, «no le faltaba la faena», y llegó a tener 4 hijos: Manuel, Javier, Antonio y Ana Belén. Es en ésta última en quien más se ha volcado nuestra amiga, ya que a causa de una enfermedad, ha de estar en silla de ruedas; reconoce que esto le quitó independencia, pero su sonrisa no te muestra ni un ápice de pesar por esa dedicación a su hija.

Nos cuenta que las primeras vacaciones que pudo disfrutar en su vida ya fueron con sus hijos ya mayores y sus novias, ella jamás tuvo unas vacaciones anteriormente; sin duda, una vida marcada por el trabajo. Tenía puestas las esperanzas en su descanso cuando llegara su jubilación, después de tantos y tantos años de trabajo y sacrificio, pero desgraciadamente la enfermedad de su hija la menor los obligó a cambiar sus planes, sui forma de ver el futuro, de afrontarlo y enfrentarlo, y por eso, hoy sigue cuidándola, con lo que supone estar dedicada a una persona dependiente.

Pero junto a su hija, Ana, y quien las ve y las conoce y las trata, hacen un equipo perfecto, manualidades y charlas que llenan y ocupan sus ratos, y que muestra con satisfacción, y que nos hace admirar y reconocer a nuestra homenajeada aún más. Ana tiene cuatro hijos y tres nietos, de los que cuenta anécdotas y de los que se siente completamente orgullosa, al igual que ellos de ella; una vida de esfuerzo, en un sector de sacrificio, una vida con reveses que esta homenajeada por Mujeres en Igualdad enfrentó siempre valiente, y que hoy la hace protagonista de un merecidísimo reconocimiento social.

Cuando recibió su reconocimiento en un Teatro Regio volcado en la ovación a su ejemplo y dedicación vital, fue muy emocionante comprobar cómo Ana reconoció que la lucha de las mujeres por conseguir verdadera igualdad y salir así «de los duros años de machismo que ha tenido que vivir» junto a sus coetáneas, debe estar enfocada al futuro, paraq que «las que vienen detrás» no tengan que sufrir lo que ella y las que su quinta sufrieron.