300 años de estigma político
Finales de abril de 1707, en la todavía aldea de Almansa se disputa la mayor batalla de la guerra de sucesión. Más de 50.000 soldados se dan muerte en nombre de su legítimo rey. La puerta al reino de Valencia está a punto de caer y el último empujón necesario para derribarla es la victoria del ejército de Felipe de Anjou en Almansa. Desde este punto y tras varios años de conflicto, las principales ciudades de Valencia, Aragón y Cataluña se preparan para una embestida bélica sin precedentes, llena de crueldad y crímenes de guerra. La escasa resistencia que presentada en estas regiones firma la sentencia de muerte de un régimen político independiente a la orilla del Mediterráneo.
Con la llegada de la dinastía de los borbones al trono se instaura una monarquía «a la francesa». Esto se traduce en un estado extremadamente centralizado y con grandes pinceladas de un autoritarismo que daría sus últimos coletazos a finales de siglo.
Tras la quema de Xátiva, entre otros crueles crímenes de guerra, Valencia, Aragón y Cataluña pierden sus fueros y, bajo la amenaza del hierro, son subordinados al régimen monárquico absolutista del ya coronado Felipe V. Francia hace de España su particular mina de recursos y financiación. El sudor del «pueblo español» (entrecomillado porque la nación española todavía no había nacido según la mayoría de sociólogos políticos) se materializa en mayor riqueza para la dinastía borbónica. A estas alturas, Almansa ya es famosa por haber traído la desgracia al Mediterráneo ibérico. En esta época se escucha un grito inmortalizado para los siglos: «Cuando el mal viene de Almansa a todos alcanza».
Cómo reaccionan los almanseños
Lo cierto es que en pleno 2020, la comunidad independentista utiliza esta frase como forma de rechazo a la monarquía y la unidad de España. Su uso, en un contexto político, hace referencia al hecho histórico que supuso la Batalla de Almansa y su desencadenante territorial. Pero fuera de este ámbito, puede interpretarse como una ofensa al almanseño por su simple lugar de origen. Hay valencianos que muestran expresiones faciales de gran asombro, casi de pavor, cuando conocen que la persona con la hablan es de Almansa.
Pero, ¿qué opinan los almanseños republicanos y de izquierdas de esta frase? La inmensa mayoría considera que da fe de todas las consecuencias negativas que trajo la victoria de los Borbones en la Batalla de Almansa. Para ellos, abrazar la veracidad de esta frase quita los posibles prejuicios que algunos forasteros tengan sobre la hipotética identidad monárquica o conservadora de Almansa. Aunque, hay que reconocerlo, en ocasiones se hace verdaderamente complicado no sacar a relucir ese sentimiento chovinista que surge cuando alguien se mete con tu tierra querida.
Conclusión personal: un pueblo no es culpable de los actos de sus antepasados
La conclusión de este humilde servidor: Los reyes siguen generando divisiones y malas tensiones entre los menos implicados. Se ha visto que este tipo de expresiones permanecen en el tiempo, incluso con el paso de los siglos. Los crímenes del régimen absolutista no son los crímenes de una humilde ciudad del sureste. Cuando la batalla estaba en pleno apogeo, los pobres habitantes, muertos del miedo, se agrupaban en la iglesia de la Asunción esperando buenas noticias del exterior. En esos momentos, a nadie le importaba el linaje, la sucesión ni cuáles serían las consecuencias políticas de la guerra, sólo importaba sobrevivir y que nadie asesinara a sus seres queridos. Al fin y al cabo, parafraseando a Jean-Paul Sartre, esto es la guerra: «Pobres que se quitan la vida entre ellos en nombre de los ricos».
