Consuelo López Toledo nació el 2 de octubre de 1957 en el seno de una familia que la recibió con los brazos abiertos, pues fue una niña muy deseada. Hija de un padre carpintero y una madre ama de casa, recuerda su infancia y juventud con gran alegría, atesorando maravillosos recuerdos junto a sus padres y primos.

Cursó sus estudios en el Colegio Lope de Vega y posteriormente en el Instituto José Conde, donde también obtuvo su título en mecanografía. Al finalizar sus estudios, tuvo la oportunidad de formarse en enfermería, pero finalmente decidió enfocar su carrera en el sector del calzado. Comenzó a trabajar a los 16 años, en julio de 1973, en una oficina. Un año y medio después, cambió de empleo y se incorporó a Megías, Fito y Castillo, empresa que en 1975 pasaría a llamarse Calzados Michel, donde tuvo el honor de ser registrada como la primera mujer trabajadora de la compañía.

De la mano de Juan Fito y Paco Alcocel, aprendió todos los entresijos del mundo del calzado, desarrollando su trayectoria profesional y adaptándose a los cambios constantes del sector. Empezó realizando su trabajo en máquina de escribir y, con el tiempo, fue asimilando los avances tecnológicos, adaptándose a la digitalización y a los nuevos sistemas informáticos. Su único punto débil siempre fue el inglés, pero eso nunca la detuvo. Supo salir adelante con esfuerzo, incluso redactando escritos y facturas en ese idioma cuando era necesario.

Cuando comenzó su andadura laboral, siempre estuvo rodeada de compañeros varones. Sin embargo, jamás se sintió en desventaja ni menospreciada, todo lo contrario. Siempre fue parte de un equipo sólido y unido, estableciendo relaciones que, con el tiempo, trascendieron el ámbito profesional. De hecho, muchos de esos compañeros forman parte de su círculo de amistades, con quienes mantiene una excelente relación hasta el día de hoy.

A la par que forjaba su carrera, también construía su vida personal. En 1979 contrajo matrimonio con su primer y único amor, Miguel. Un año después, en 1980, nació su primera hija, Ana, y cuatro años más tarde llegó su hijo Miguel, completando así la familia.

Con el paso de los años, ha construido un hogar lleno de amor y unión, inculcando a su familia la importancia de celebrar juntos cada momento que la vida les regala. Pero si hay un regalo especial en su vida, llegó en 2013 con el nacimiento de su primer nieto, Miguel. Con él, asumió con orgullo y devoción el rol que le faltaba: el de abuela. Miguel heredó el cariño por su yaya y, al igual que su padre y su tía , disfrutaba visitándola en la oficina. De hecho, el último día de trabajo de Consuelo en Calzados Michel fue aún más especial porque Miguel la acompañó para despedirse de su querido lugar de trabajo.

Después de mucha reflexión, el 2 de octubre de 2020 llegó su merecida jubilación. Aunque le costó despedirse de sus queridos compañeros, la felicidad de poder dedicar todo su tiempo a su familia compensó cualquier nostalgia. Ese mismo año comenzó con una dura pérdida: el fallecimiento de su compañero de vida, Miguel, tras una larga enfermedad. Su ausencia dejó un enorme vacío, pero meses después, la llegada de su nieta Elena llenó de luz y alegría a toda la familia. Con su desbordante energía, se convirtió en el terremoto de la casa.

Desde su jubilación, Consuelo ha encontrado en la lectura y en los viajes una fuente de disfrute, descubriendo nuevos lugares junto a sus seres queridos. Sin embargo, su mayor pasión son sus nietos, con quienes el tiempo siempre le parece insuficiente. Miguel y Elena han llenado su vida de diversión y vitalidad, convirtiéndola en una auténtica «Abuela Todoterreno», su nueva profesión y la más gratificante de todas.