18/04/2025

El periódico digital de Almansa

Que Jesús entre triunfante en los corazones de Almansa como lo hizo en Jerusalén

En la procesión de la Borriquita, los participantes no solo llevan palmas y ramas de olivo, sino que también deben cargar consigo la reflexión sobre lo que significa realmente seguir a Cristo
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El pasado domingo, la ciudad de Almansa vivió una de las tradiciones más emblemáticas de la Semana Santa: la procesión de «La Borriquita», que, partiendo de la iglesia de San Roque, dio inicio a esta solemne celebración. Como cada año, los almanseños se agruparon en las calles para acompañar el recorrido con palmas y ramas de olivo, un acto de veneración que recuerda la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén. Fotos | FB Ayuntamiento de Almansa (Luz Rodríguez).

Para mí, como seguidor de Jesús en mi día a día, este primer domingo de la Semana Santa, conocido como Domingo de Ramos, no es solo una mañana de desfile para el fervor popular, sino una invitación a la reflexión.

Rey de Paz

Jesús entró en Jerusalén, recibido entre vítores y alabanzas, como el Mesías prometido, pero no como un rey de guerra, sino como un rey de paz. Esta es, sin duda, la primera gran lección que nos deja este episodio bíblico. Mientras muchos esperaban un líder bélico que librara al pueblo judío del yugo romano, Jesús optó por entrar a lomos de un pollino, un acto de humildad que resalta la naturaleza pacífica de su reinado, basado en el servir, en el amar. 

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El símbolo del pollino no es casual. Jesús no escogió un caballo de guerra para atravesar la ciudad santa, sino una criatura humilde y sencilla, tal como lo había profetizado el profeta Zacarías en su libro, en el capítulo 9, versículo 9: «¡Canta de alegría, ciudad de Jerusalén! Tu rey viene a ti, justo y victorioso, pero humilde, montado en un burro». Jesús, al cumplir con la profecía, nos recuerda que su misión no es de conquista material, sino espiritual. Un rey que viene a servir, a dar su vida, a ser la luz que ilumina el camino de todos aquellos que lo siguen.

En la procesión de la Borriquita, los participantes no solo llevan palmas y ramas de olivo, sino que también deberían cargar consigo la reflexión sobre lo que significa realmente seguir a Cristo. En esta Semana Santa, la pregunta que se nos plantea es: ¿qué necesita el Señor de nosotros? ¿Cómo podemos honrarlo de manera auténtica, como aquellos discípulos que, obedeciendo su voluntad, desataron el burro para que Jesús pudiera entrar triunfante en la ciudad?

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El Señor lo necesita

Es fascinante cómo este pequeño episodio, aparentemente insignificante, está lleno de enseñanzas. Los discípulos, al llevar el burro, no solo cumplen con una petición práctica, sino con un acto de fe y obediencia que se convierte en parte de una historia trascendental. Cuando los dueños del animal preguntaron a los discípulos por qué se lo llevaban, la respuesta fue mandada, clara y directa: «Porque el Señor lo necesita». Esta simple declaración nos invita a reflexionar sobre cómo nuestra vida puede responder a las necesidades de Dios, cómo podemos hacer nuestra parte para que Él entre triunfante no solo en las ciudades, sino también en nuestros corazones.

La entrada de Jesús en Jerusalén también nos confronta con nuestra humanidad. Jesús fue recibido con vítores de «Hosanna en las alturas», pero en solo unos días, la multitud lo abandonaría y gritaría «¡Crucifícalo!». Esta contradicción refleja la volatilidad de la condición humana, siempre cambiante, pero también muestra el profundo amor y la paciencia con los que Jesús enfrentó esa traición. Un amor tan grande que, lejos de responder con ira, llora por aquellos que no comprendieron el mensaje de paz y salvación: «¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los mensajeros que Dios te envía! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus pollitos bajo las alas, pero no quisiste!».

Al igual que aquellos que se agruparon en las calles de Jerusalén para recibir a Jesús, en Almansa, espero que los fieles que se reunieron el domingo pasado lo hicieran con el mismo espíritu de esperanza y devoción. Me gustaría que todos y todas entiendan que la procesión de «La Borriquita» no es solo un desfile para mostrar nuestras mejores galas, desde una perspectiva únicamente popular y costumbrista, sino un recordatorio de que lo más necesario para nuestras vidas es que Jesús entre en nuestros corazones triunfante, tal como lo hizo en Jerusalén.

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Foto | Facebook Ayuntamiento de Almansa (Luz Rodríguez)

El Domingo de Ramos me llena de alegría al ver a mi vecindad mostrar su devoción hacia Jesús. Así, mientras acompañamos este recorrido de palmas y oraciones, queridos lectores y lectoras, os invito a vivir una Semana Santa que no sea solo de recuerdos y rituales, sino de un profundo examen personal: ¿cómo puedo honrar a Jesús? ¿Cómo puedo prepararle un lugar en mi vida, tal como hizo la ciudad de Jerusalén, aunque con tanto dolor al final? Que esta semana, en cada uno de nosotros, Él entre con paz, con humildad y con la fuerza de su amor inquebrantable. Enhorabuena, un año más a los feligreses que hacen posible esta bella mañana en Almansa cada año. 

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