La Coral Unión Musical de Almansa ofreció un concierto extraordinario en honor a Santa Cecilia de exquisito gusto, impecable ejecución y notable variedad estilística. La cita tuvo un valor especial: abandonó excepcionalmente las tablas del Teatro Regio para «jugar en casa» y desplegar su arte en el auditorio de la SUMA. La cercanía del entorno, lejos de restar solemnidad, elevó la experiencia y puso a prueba —con éxito rotundo— la capacidad de adaptación de la formación. Fotos y vídeo | La Tinta de Almansa.
Dirigidos por Alexis Jornet Valls, los coralistas afrontaron un repertorio dividido en cinco partes. En varios momentos contaron con el apoyo de un dúo de cuerdas y piano, ensamblaje que añadió riqueza tímbrica sin eclipsar la calidad vocal del conjunto.
Música sacra de profundidad conmovedora
El recorrido comenzó con la obra italiana de Lorenzo Donati «Il signore è mio pastore», inspirada en el Salmo 23. Su lectura resultó pulcra, equilibrada y de espiritualidad contenida. A continuación y sin más dilación, llegó una de las joyas del programa: «And the mother did weep», de Karl Jenkins. Su atmósfera introspectiva, cargada de emoción y sostenida por textos en hebreo, arameo y griego antiguo, generó un momento de intensa recogida. El auditorio quedó suspendido en un silencio reverencial que refrendó la calidad de la interpretación.

Tradición en lenguas peninsulares
El segundo bloque rindió homenaje a músicas tradicionales en gallego y euskera. «Cada noite», de Julio Domínguez con texto de Rosalía de Castro, aportó lirismo y delicadeza. «Zure boza» («tu voz») amplió esa línea emotiva con un carácter más telúrico, propio de la tradición vasca.
Memoria musical y sensibilidad popular
Dentro del apartado dedicado al recuerdo, la coral interpretó An Irish Blessing, de James E. Moore, con una calidez que rozó lo íntimo. La célebre Moon River, de Henry Mancini y arreglos de Rotislav Fedorov, adquirió una suavidad cinematográfica que el público recibió con evidente nostalgia.
Habaneras con sello propio
No faltaron las habaneras: «Sal de mi vida» de Víctor Daniel Lozada, «Habanera de mi amor» de Ernesto Lecuona y Rosita de un verde palmar en arreglos de Manuel M. Guirao. Las voces navegaron con soltura entre la dulzura melódica y el característico vaivén rítmico del género.
Ritmos del mundo para un cierre vibrante
El final del concierto quedó reservado al bloque «Ritmos del mundo». Sonaron El último café de Héctor Stamponi, Goza mi calipso de Albert Hernández y Prende la vela, de Lucho Bermúdez en arreglos de Alberto Carbonell. Esta selección, de espíritu expansivo, dio paso a momentos de puro entretenimiento vocal, incluido un sorprendente «efecto selva» que transportó simbólicamente al Amazonas utilizando únicamente la voz humana.
Un triunfo artístico y comunitario
El auditorio de la SUMA demostró una acústica particular que la Coral Unión Musical de Almansa supo abrazar con profesionalidad y energía positiva. El resultado fue un despliegue vocal, instrumental y expresivo de alto nivel.
La organización obtiene una calificación de diez para este periódico, y los integrantes de la coral brillaron con un sobresaliente merecido. El concierto dejó clara una certeza: Almansa posee una formación coral de la que presumir sin reservas, tanto por su excelencia artística como por su profundo arraigo en la vida cultural de la ciudad, que se deja acompañar por sus voces en incontables ocasiones especiales.








