Un río rojo cruzó Almansa bajo el sonido de las bombas en una marcha por Palestina

Una larguísima tela roja recorrió las calles en una impactante manifestación en apoyo a la población en Gaza. El contundente manifiesto vecinal denunció décadas de ocupación y reclamó el fin del genocidio
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Una tela roja larguísima comenzó a desplegarse el sábado por la mañana, desde la Lonja, serpenteando por las calles de Almansa como si fuese un río vivo. La sostenían decenas de vecinas y vecinos vestidos del mismo color: rojo. A cada paso que daba por las calles de Almansa, el río de sangre —nombre que la organización eligió para esta manifestación en apoyo a Palestina— avanzó acompañado por un sonido terriblemente estremecedor: bombardeos que retumbaron por los altavoces, como si el eco de Gaza hubiera irrumpido en pleno centro de la ciudad.

La escena dejó en silencio a casi la totalidad de quienes cruzaron mirada con ese inmenso telón rojo, que se abrió paso por Virgen de Belén desde el principio de la calle hasta casi el final. «Teníamos que haber avisado a algún dron», lamentó una de las organizadoras, echando de menos un plano aéreo que capturara la impactante imagen desde el aire.

Estrechándose y ensanchándose según giraba por las esquinas, el río de sangre llegó al Ayuntamiento de Almansa en dirección a Rambla de la Mancha. Una vez en esa avenida, los manifestantes tuvieron que esquivar varios coches por la falta de control policial del tráfico. A pesar de ello, siguieron avanzando, firmes, hasta el Jardín de los Reyes Católicos.

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Abundaron los rostros enmudecidos y las miradas atónitas que se clavaban en la tela desde las terrazas de los bares en Gustavo Adolfo Bécquer. Los comentarios de desaprobación quedaron reducidos a la mínima expresión, opacados —especialmente— por ese aplauso sentido que irrumpió desde las escalerillas del Jardín, junto a un emotivo «¡bravo, bravo!».

Una vez recorrida la calle San Francisco, el río salvó la última esquina y desembocó en el Mercado Central. Allí, la tela cayó al suelo, extendida, como símbolo de las miles de vidas truncadas en Palestina.

Música, silencio y emoción en el recorrido

Entre los golpes de explosiones reproducidos en los altavoces también sonó Free Palestine, de Maher Zain, reforzando un ambiente cargado de empatía. El río de sangre se convirtió en un auténtico eje visual: una llamada directa a no mirar hacia otro lado ante la violencia que sufre el pueblo palestino.

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Sobre las escaleras del mercado, las y los representantes del movimiento vecinal ‘Almansa contra el genocidio’ leyeron el manifiesto elaborado para el Día Internacional de Solidaridad con el Pueblo Palestino. En él denunciaron «78 años de colonización, ocupación militar, apartheid y limpieza étnica de Israel en Palestina», recordando que el Plan de Partición de 1947 abrió la puerta a décadas de despojo y violencia sistemática.

El texto repasó la historia colonial que ha marcado a Palestina y señaló que, hoy, esa misma lógica continúa a través del genocidio y planes como el Trump-Netanyahu, descrito como «una legalización del genocidio y una negación total del derecho de autodeterminación palestino».

Entre las exigencias destacaron el fin del genocidio, la retirada israelí de Gaza, la entrada de ayuda humanitaria, el juicio por crímenes de guerra, el embargo total y retroactivo de armas a Israel, la ruptura de relaciones diplomáticas, académicas, económicas, culturales y deportivas; la derogación de la Ley Mordaza y el fin de la criminalización del activismo solidario.

La organización subrayó que la presión ciudadana está surtiendo efecto: «No vamos a permitir que se normalicen las relaciones con un Estado genocida», afirmaron durante la lectura. El acto terminó con la actuación del Coro de mujeres de Almansa, y con un grito que resonó entre las paredes del Mercado y por las calles centrales: «Desde el río hasta el mar, Palestina será libre».

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