El caimán que fue capturado el pasado mes de julio en el Pantano de Almansa ha decidido volver. Así lo ha podido saber La Tinta de Almansa en lo que parece una decisión definitiva y meditada durante el tiempo de estancia en Madrid. Y es que tras su rescate y traslado a un safari de la capital, el animal habría pasado varios meses en los que su calidad de vida cambió de manera radical: «Me fui con las expectativas muy altas, quería ver mundo, el pueblo se me quedaba pequeño… poco ha bastado para darme cuenta de que la gran ciudad no es lo mío».
Hemos conseguido entrevistar a fuentes cercanas al propio caimán —que piden permanecer en el anonimato por razones obvias— y aseguran que el reptil no se ha adaptado al estilo de vida madrileño «porqué es más casero que una sopa de ajo». A pesar de ser un gran defensor de Almansa, sus amigos aseguran que el caimán ahora se encuentra en una encrucijada moral muy complicada: «Si no le gusta Madrid y ahora ve mal Almansa… va a tener que encontrar un punto medio entre ambas ciudades… y como sea Las Pedroñeras… menuda putada».
El regreso ha tenido lugar esta lluviosa mañana del 28 de diciembre. En la estación de Almansa ha bajado el Caimán almanseño bien abrigado con gabardina y gorro, abriendo un paragüas exageradamente colorido que rezaba «Safari de Madrid» y con la maleta bien sujeta en su garra derecha. Sus primeras declaraciones al pisar la tierra querida: «¿Pero es que todavía no tenemos estación de AVE?». Ojiplático quedó al recibir contestación de los periodistas ahí reunidos y conocer que pasan cuatro trenes contados cada día.
Primer motivo de ruptura
El reptil contestó con mucha sangre fría a una ronda de preguntas rápidas. Confirmó las sospechas: uno los principales detonantes del regreso habría sido el precio de la vivienda. En Madrid, según el propio caimán, «no se puede vivir destinando el 70% del sueldo al alquiler y aquí te puedes permitir una hipoteca por la mitad de un alquiler de una sola habitación en Usera».
El animal asegura que en Almansa podía permitirse una vida más tranquila, con agua dulce, sol y espacio suficiente para estirarse sin compartir charca: «Me he apuntado a la lista de espera para esa vivienda pública tan guapa que parece va a haber y también a un grupo festero».
Gazpachos manchegos frente a comida rápida
Otro punto clave para volver ha sido la alimentación. El ajetreo de la capital le obligaba a recurrir a la comida rápida a diario. «Me vendieron la capital como cocido, callos y churros. ¿Sabéis cual es la realidad? Rodilla, McDonalds y kebab de dudosa calidad sanitaria». El caimán confiesa echar mucho de menos «unos buenos gazpachos manchegos», imposibles de encontrar entre tanto delivery y menú exprés: «No hay manera de que los empiece a hacer el paki de debajo del safari».
Fiestas, empleo y mejor calidad de vida
Por supuesto, la agenda festera también ha pesado en la decisión. En palabras textuales del caimán: «Las fiestas de Madrid son una ruina, San Isidro sólo dura un día y aquí en Almansa con la tontería están todo el año de fiestas».
En general, el animal afirma que vivía mejor en el pantano y con su oferta de ocio. Y más ahora que está previsto un parque multiaventura, que quiere probar «antes de que se llene de chiquillos».
Un regreso con cuentas pendientes
No todo es nostalgia en este retorno. Reconoce, sin pelos en la lengua (ni en ningún lado de su cuerpo), que ha llegado «de muy mala leche» y reconoce tener una motivación extra, algo más personal: «Me voy colar por las alcantarillas hasta llegar al váter de mi dueño, el trastornao’ que me abandonó en el pantano, y le voy a pegar un bocao’», declaró sin titubeos.
Nostalgia del pantano y de los amigos
El reptil tampoco ha olvidado a sus viejos conocidos. «Mis compañeros del pantano eran muy buena peña. Eran gente real, de pueblo, muy naturales: desde los patos hasta las tencas pasando también por el monitor de actividades acuáticas. En Madrid eran unos pijos del copón bendito», recuerda, alegre de volver a ver a sus colegas.
Tiene un recuerdo especial para sus amigos de la Sociedad de Pesca del Pantano de Almansa, Gabi y Pablo, con quienes protagonizó uno de los sucesos más comentados del verano: «La auténtica realidad es que estoy eternamente agradecido a ellos y sus compañeros, me salvaron la vida».
Y es que los animales son almas inocentes y lo que parece una noticia salida de otro mundo hay veces que se acerca más a la realidad de lo que podemos creer, y siempre es por la negligencia de humanos irresponsables. Feliz Día de los Santos Inocentes de parte de todos el equipo de profesionales de La Tinta de Almansa.
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