Quien piense que no hay alguna forma de mejorar el swing y la música de la década de los 40 se perdió el espectáculo de acrobacias, comedia y malabarismo que Dopiozzaro puso en escena en el Teatro Regio de Almansa con Dolce Salato, el 31 de agosto.
Equilibrios imposibles asombraron al público, salpicados por retazos de un humor a lo Roberto Benigni y una vis chaplinesca con la que los dos titiriteros arrancaron la carcajada de los más peques desde el minuto uno.
A caballo entre el circo popular, el baile contemporáneo y la comedia muda, el espectáculo logró que, pronto, los más mayores se olvidaran de las apariencias y unieron su algarabía a la de los niños y las niñas.
Con posturas impresionantes a más de 50 metros de altura sin amarres ni cuerdas de seguridad, volteretas mortales y un espectacular paseo en monociclo o bicicleta, la pareja de saltimbanquis se metió al respetable en el bolsillo.
Al tiempo, ambos contaron una historia sencilla: dos amigos (o algo más) se las ven y se las desean para completar la receta con la que hornear un curioso pan.
En resumen, un espectáculo llevado a cabo sin errores por una pareja de atletas que no defraudó y que logró reunir todo lo que se le puede pedir a una cita como esta: buena música, humor, acrobacias y ganas de apuntarse al gimnasio.