Es la quinta vez en la historia que una mujer dibuja el cartel de la Feria del Libro de Madrid. Esta edición —que, por la situación sanitaria, se celebrará del 2 al 18 de octubre— será la número 79. Hasta 2006, todos los pósters habían llevado firma masculina o habían sido considerados anónimos. Nuria Riaza (Almansa, 1990), la responsable del diseño seleccionado para este año, se pregunta si estos últimos pudieron ser ilustrados por autoras a las que no se les permitió estampar su nombre en ellos o que, quizá, prefirieron no hacerlo. Esta duda se plasma, abiertamente, en su obra.
Son esta y otras significaciones las que se esconden en el cartel (sobre estas líneas) realizado por Riaza. Llama la atención la técnica utilizada: bolígrafo azul y bordados en hilo de algodón. En el centro del dibujo aparece una dama con el rostro inacabado, que sujeta un libro sin título. La que será la imagen del encuentro literario encierra algunos enigmas y referencias de gran valor cultural. La Tinta de Almansa trata de responder a cinco de los misterios que rodean esta pieza.
¿Qué significa el cartel de la Feria del Libro 2020?
No se trata sólo de un ejercicio estético. Lo cierto es que el dibujo esconde varios mensajes. Su intención es doble: por un lado, evoca y celebra; por el otro, expone y pelea. Manuel Gil, director de la Feria, destaca que se trata de «un cartel en el que prima y brilla la relación emocional que se establece entre una escritora y un libro». Es un retrato intimista, cargado de finura psicológica.
La forma en que la protagonista sostiene su obra sobre el vientre resulta maternal; refleja el mimo, el cuidado y el orgullo de haber terminado una novela, algo que sale de las entrañas. Es un canto que identifica «la lectura y la escritura como símbolos de futuro y empoderamiento femenino», en palabras de su autora. Sin embargo, esta melodía no está exenta de crítica, como veremos en el siguiente punto.
¿Por qué no llegamos a ver la cara de la protagonista?
«Se trata de un retrato sin identidad, el rostro no se ha acabado de dibujar al completo. No podemos darle nombre ni apellidos, podría ser cualquier mujer, es anónima», explica la ilustradora almanseña del cartel de la Feria del Libro de Madrid, en redes sociales. «Virginia Woolf habló en su libro Una habitación propia de que “anónimo” fue una mujer. Hay una lista interminable de escritoras que tuvieron que publicar bajo seudónimo, viendo cómo sus obras acababan siendo firmadas por sus maridos o, directamente, publicadas de forma anónima, para que no fuesen criticadas y devaluadas por el mero hecho de estar escritas por una mujer», expone Riaza.
¿Por qué sostiene un libro?
La protagonista «sujeta un libro en una época en la que la lectura y la escritura eran un lujo que solo te podías permitir si habías nacido hombre», revela la artista. «Podemos pensar que, actualmente, esa problemática parecería sacada de una distopía como El cuento de la criada, pero, a día de hoy, hay más de quinientas millones de mujeres a las que les han negado el acceso a una educación básica». La cifra suma los resultados de diversos estudios llevados a cabo por Unicef o la ONU.
¿Quién es la mujer del retrato?
Sin embargo, la ilustradora almanseña afirma que el dibujo no tiene una referencia concreta y que la postura de la figura se inspira en los retratos del Barroco y el Renacimiento. «Llevo más o menos un año recopilando, en mis visitas a museos, fotografías y bocetos de retratos femeninos clásicos (barrocos y renacentistas en su mayoría)», señala, y apunta: «Resulta casi imposible encontrar retratos femeninos con libros (casi igual de imposible que dar con cuadros firmados por mujeres)».
Entre las pinturas confirmadas como fuente de inspiración se hallan, entre otras: Retrato de una mujer con un perro, realizada por Paolo Caliari (que podría inspirar la postura de las manos); Retrato de una dama como santa Lucía, por Giovanni Antonio Boltraffio (rostro) o Retrato de una joven llamada Bella, por Jacopo Negretti (texturas).
El significado de los bordados
La parte bordada es un homenaje a «Jane Austen, que escondía sus escritos en su caja de costuras» y a las abuelas de Riaza. «Me he inspirado en las mujeres de mi familia para incorporar el cosido», cuenta. «Su legado viene en forma de jerséis, bufandas y de abecedarios en punto de cruz». Estos motivos hacen referencia a «la buena hija, esposa y madre que zurce los calcetines con dedicación y paciencia: mujeres relegadas a la casa, calladitas y en la sombra, a quienes se les niegan estudios igualitarios por miedo a que tengan iniciativa propia y libre pensamiento», manifiesta la autora.
Los detalles que aparecen en la contraportada del libro y que emanan de sus páginas también están cargados de simbolismo. En general, representan el goce de abrir uno. La casa donde se encuentra la mujer es símbolo de «hogar»; la vegetación, de «crecimiento y de ese olor a papel nuevo o viejo que se expande»; el caballo de fuego es «fuerza y liberación». Destacan «las golondrinas eternas, que siempre vuelven, y representan la libertad».