Hablando con este joven pintor, advierto y compruebo que, pese a dicha juventud, tiene unos principios muy claros. Norberto Legidos se autodefine como «introvertido». Después, Ana, su mujer, nos echa un cable, y dice que además es «sensible y empático». Él siente que se expresa mejor visualmente que oralmente, de ahí que decidiera estudiar Bellas Artes. Pero repito, tiene ideas muy claras cuando se decide a exponerlas. La manera de llegar a él y la manera que él tiene de llegar, son a través de la pintura, como maestro, como artista.
Su definitiva incursión en el arte fue en gran medida por la acuarela, aunque también se dedica a la pintura al óleo, el dibujo, el grabado y el fumage. Sus pinturas suelen estar inspiradas en elementos de la naturaleza, tanto paisajes como lo que éstos evocan (silencio, calma, tormento, lejanía…). Por ello, aunque no se considera ecologista, sí tiene especial preocupación por la ecología y el cuidado del entorno.
Pictórica: reinvención de un lugar
En «su cueva» (como él llama a su escuela de arte Pictórica), sus alumnos aprenden. Me enseña trabajos de ellos. Me quedo prendada, por ejemplo, del trabajo de un estudiante de segundo de Bachillerato. Son figuras en acuarela. Norberto le obliga a que aprenda a «saber observar» antes de nada. Porque, como dice el protagonista de este artículo: «La Naturaleza ya es lo que es, y un cuadro debe ser otra cosa».
Nombra Norberto mucho la palabra «simplificar», y me pone dos ejemplos diferentes antagónicos y dos autores también muy diferentes. Por un lado, un cuadro de David el pintor del Neoclásico, Los Horacios, y las pinturas rupestres de Altamira o bien las pinturas levantinas. En ambos casos es necesario el ejercicio de conceptualizar y decidir qué se tolera y qué se descarta. Toda pintura es un ejercicio de síntesis.
Pictórica son muchas cosas, pero sobre todo es Norberto Legidos. Allí enseña a todo aquel que quiera, vende material artístico, hace marcos para cuadros, organiza y realiza propuestas expositivas y proyectos creativos. Y, según dice, es «muy fuerte» en él la intención docente, para que la gente se mueva o aprenda.
Nuestro viaje a la cultura japonesa
Surge en la conversación, a propósito de la síntesis que este artista busca en sus pinturas, la pintura japonesa. En ella uno se detiene a observar las cosas tiempo y tiempo para buscar su esencia y, a continuación, pintar. Norberto es de los piensan que hay que mirar; «observar más que pintar». Escuchar más y hablar menos, también en pintura.
Yo también comento algo de la cultura japonesa. El día anterior había visto un reportaje sobre las lagunas de Gallocanta, en Zaragoza, la más grande de Europa. Esta laguna de grullas me recordó a Japón: en esta cultura se asocia a la grulla con la lealtad y el honor, así como también con la fortaleza. Por ello, ha sido elegida por la casta samurái para ornamentar sus armas y escudos con sus dibujos. Cuando alguien ve una grulla en el Lejano Oriente lo considera un buen augurio. El que le guarda a la pintura de Norberto Legidos.
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