Para conmemorar el 8 de marzo, Día de la Mujer Trabajadora, vamos a recurrir también a la docencia y a la poesía, de la mano de estas dos mujeres de diferentes épocas. Avelina García estudió a la docente Hortensia Martínez en su investigación El espejo de la Puerta del Sol para Torre Grande y, gracias también a la colaboración de la hija, Aurora Albertos, se culminó este trabajo en el libro Estelas.
Muchas ya conocemos y sabemos de la biografía de Hortensia Martínez. Por eso, me interesa plasmar la versión de Avelina, sobre formas y maneras de escribir que tienen en común. Sobre ello, dice Avelina: «Creo que la vida de Hortensia es apasionante. Vivió tiempos muy duros y murió muy joven. Jamás dejó de creer en la educación como una forma de mejorar la sociedad y en la literatura como una forma de expresión que nos hace mejores personas desde nuestra primera infancia. Veo en sus poemas una manera de describir el mundo que le rodea muy realista, no escatima palabras para el dolor y tampoco para la alegría. Creo que ambas pretendemos ser sinceras y no engañar al lector. El auténtico protagonista de la poesía no es el poeta, sino el poema. Una poeta que me gusta mucho, Chantal Maillard, lo define así: “Escribo para que el agua envenenada pueda beberse”. No se puede añadir mucho más».
Avelina nos cuenta más sobre la época que vivió Hortensia: «Después de la guerra se prohibió a las mujeres desarrollar cualquier trabajo fuera del hogar, su vida quedo supeditada al marido o al padre para tomar decisiones. Sobre este tema se ha hablado mucho, se ha escrito más; hemos avanzado mucho en algunos aspectos y hay que seguir con la defensa de nuestros derechos para caminar hacia una sociedad plenamente igualitaria».
«En la actualidad, cualquier tipo de creación queda supeditada a un amparo económico propio o ajeno para poder sustentarla. Sobre todo ahora, desde marzo del año pasado nuestra prioridad es preservar la salud pública y combatir la pandemia», afirma Avelina y añade: «Sin embargo, parece que nuestra prioridad es el turismo, la hostelería y que no cierren los bares. Lo siento, soy muy crítica con este tema. Me parece que se sigue la máxima “panem et circenses”, pan y circo, y luego ya veremos».
Mujeres creadoras en docencia
Cuenta Avelina García: «El papel de la mujer creadora me parece una heroicidad, teniendo en cuenta además las escasas ayudas que se promueven desde las instituciones públicas para conciliar nuestro trabajo y el cuidado de la familia. Sacar tiempo para escribir, pintar o acudir a clases de música o baile, lo que sea, es muy difícil. Es una pelea larga para todas las mujeres, para nuestra sociedad, para el feminismo».
Y sobre su trabajo de profesora, García nos dice: «Puedo resumir mi experiencia en una frase breve: me parece el mejor oficio del mundo. Todo lo que pienso o en lo que creo lo he llevado a mi trabajo en las aulas intentando hacerlo lo mejor posible y con la intención de mejorar el futuro de mis alumnas y alumnos. Creo que se ha denostado con frecuencia esta profesión, no se conoce demasiado nuestro trabajo real. Una sociedad que considera la educación pública, universal y gratuita como un logro social y un derecho de todas las personas, sea cual sea su origen social o económico, sus creencias… es una sociedad realmente avanzada y tolerante».
Qué mejor para terminar que añadir unos versos de cada una de ellas, Hortensia Martínez y Avelina García, dos mujeres de dos épocas, unidas a través del carácter inmutable y trasfigurador de la poesía.
Hortensia Martínez, Estelas
Lejos estáis
los que amo, las flores y la luz.
Lejos estáis
pájaros, voces queridas, salud.
Mas traje vuestra esencia
en los ojos prendida
y en esta patria distinta
tan vieja y para mi nueva,
como un robinsón intrépido
las sembré para que florezcan.
Pronto, en abril, en mayo
cuando vuelva la primavera,
os tendré, a los que año, conmigo
porque traje vuestras esencias.
Avelina García, Breve Naturaleza
Extracto del poema Las mujeres de tu casa
También la risa
albergaba la esperanza: no debéis ser como nosotras,
no os atéis a las esquinas esclavas de una casa,
que vuestros hijos
no padezcan por el fruto de la espiga, por la lluvia maltraída
a esta tierra seca.