Comienzo con las palabras de Matisse, que añade su hija en la biografía de la página web del almanseño Lorenzo Pérez. Dicen así: «El negro es un color, y yo amplío que al plasmarlo sobre el soporte –blanco o beige– ya son dos. Si además con rayados, juntos, cruzados, separados y otras tramas consigues una gran gama de grises, estas realizando una obra pictórica de luces, sombras, volúmenes y perspectivas». Esto define, de forma somera, la obra del pintor Lorenzo Pérez.
Francisco de la Torre diría de Lorenzo: «En su madurez artística merece un puesto de honor en la dificilísima artesanía de la plumilla, porque es capaz de alumbrar un lujo para la visión del espectador a base de la conjunción de rayas delgadísimas de tinta, casi siempre negra, como hilos mágicos extraídos amorosamente de nobles huellas de nuestro pasado. A él no le basta copiar la belleza fría de un castillo o una catedral, sino que capta el espíritu que late más allá de esas venerables piedras, y en sus láminas –en papel blanco unas o de color hueso otras– el conjunto sobrio que con frecuencia exige lo representado, contrasta armónicamente con unos entornos hermosamente iluminados o en cálidas sombras que de puro naturales trasmiten autenticidad».
Después de esto, hay que poner un punto y aparte. Desgraciadamente, la repentina muerte de Lorenzo dejó varias obras inéditas y proyectos en marcha.
Nació en 1942, brillante estudiante en el colegio Lope de Vega, trabajador y buena persona. Tuvo una alta implicación en la sociedad almanseña, fue fundador de FEDA, miembro de la Unión Musical de Almansa, de la Unión Deportiva Almansa, presidente del Distrito Centro en 1972, fundador de la 1ª comparsa de moros de Almansa (los Bereberes) y colaborador con varias asociaciones locales.
Siempre trabajó por los demás, sin pedir nada a cambio. Realizó estudios de dibujo y pintura en la Escuela de Artes y Oficios de Almansa. Autodidacta en el arte de la plumilla, a partir de los años 60 se aventuró con algunos óleos. Como apasionado de la arquitectura, desarrolló estudios de delineante de construcción y perspectiva.
Por exceso de trabajo en su actividad laboral, no fue muy abundante su obra, que dura hasta 1972/73. Aunque sí dejó afición y escuela en otros artistas locales. A finales de los 90 volvió a retomar su pasión, mejorando en cada uno de los cuadros su técnica, y realizando varias exposiciones con un gran éxito de asistencia y crítica. Lo más importante, su actividad artística le sirvió como terapia para ayudarle a superar el cáncer que se le diagnosticó, y que utilizó también para ayudar a otras personas con la misma enfermedad.
Según él mismo dice: «Mis bases son especialmente el estudio y consulta de infinidad de libros de grandes maestros del dibujo, grabado, pintura y tintas chinas, especialmente la negra (pincel o pluma), muchas visitas a museos y exposiciones, un buen archivo de cosas que me gustaron recogidas durante muchos años y la decisión en su día de optar por algo que te llena, que crees que no haces mal, y además te divierte, te relaja, te vale de terapia –de todo– y otras muchas satisfacciones cuando muestras tus creaciones. Mis exposiciones, las denominan en ocasiones “de dibujo”. Yo digo “de pintura”».
Lorenzo Pérez inmortalizó los mejores rincones de su pueblo (he contado en su página web hasta 12 cuadros diferentes del interior y exterior del Castillo de Almansa, y seguro habrá algunos más). Además, se recorrió los alrededores de la comarca: Alpera, Villena, Albacete, incluso se atrevió con Benidorm. Tiene toros y toreros, la Casa Colorá de Elda (atípico en él, pintada de rojo), una Torre Eiffel preciosa, el Ayuntamiento de Almansa o Casa Grande desde diferentes perspectivas.
Su hija María Belén y Concha, su esposa, están cuidando de su legado, con gran satisfacción y amor por su padre. Si tienes un ratico, date una una vuelta por su página: https://plumillas.wixsite.com/lorenzoperezdiaz