Mamen García se enfrentará el próximo año al quinto curso de carrera. Estudia Periodismo y Comunicación Audiovisual en la Universidad Carlos III y vive en Madrid desde hace cuatro años. Con un tono de voz ilusionado, confiesa que le encantó la experiencia de presentar El Programa de Verano en TV Almansa con su compañera Belén Hernández. Añade que, a pesar de la ausencia de esta última en la edición de este año, continuará dándole al programa la misma esencia. Charlamos con una almanseña que apuesta por el periodismo local y confiesa que cada vez se siente más cómoda delante de la cámara, micro en mano.
¿Es difícil hacer El Programa de Verano?
Yo creo que no. Por suerte, los almanseños siempre se implican, la gente es muy agradable. Aquí, cuando le propones algo a alguien enseguida te dice: «¡Encantada, por supuesto que sí!», y eso ayuda un montón.
Es verdad es que lo difícil es encontrar ideas; pensar con mis compañeras en los retos que vamos a plantear a cada invitado: montar a caballo, cocinar… Nunca con la intención de dejar mal a nadie [ríe]. Cuesta enfocar lo que de verdad quieres hacer, pero al final, siempre sale.
¿Cuándo empezasteis a grabar este año?
El 23 de junio comenzamos a grabar esta temporada. El programa se estrenó hace poco. Hasta finales de agosto estamos a tope y nos podrás ver los miércoles por la noche en TV Almansa y en otras remisiones.
¿Cómo te sientes al ser consciente del éxito de la edición pasada?
La verdad es que lo he tomado bien, pero a la vez siempre piensas: «Seguro que me lo dicen porque me conocen». Belén y yo empezamos a ciegas, no habíamos tocado un micro ni nos habíamos puesto antes delante de la cámara. Yo cada vez me sentí más cómoda, me ayudaba mucho ver cómo evolucionaba también Belén, hacerlo juntas.
Ya nos conocíamos. Éramos amigas y compañeras de piso: teníamos complicidad, confianza; eso hace que las cosas salgan mejor. Lo de ponernos delante de la cámara nos ha hecho sentir muy bien a ambas: a mí me gustó tanto que he vuelto este año y Belén, que está haciendo el máster de El País, ha cogido la parte de vídeo para seguir experimentando ene este mundillo.
¿Se nota mucho la diferencia entre «copresentar» y presentar sola, notas su ausencia?
¡Claro que se nota! Juntas era mucho más fácil todo: ahora, si me quedo en blanco, ¡me quedo sola yo! Tenemos la suerte de que no es en directo, así que luego pasamos a la parte de montaje, que lo hacemos también mis dos compañeras y yo, y todo solucionado. No pasa nada por rebobinar, por repetir una pregunta. En este aspecto, el trabajo de Isabel López y Andrea Salvatierra es de vital importancia, sin ellas sería imposible realizar el programa.
Digamos que presentar con Belén era más dinámico, diferente: la echo de menos, pero estoy a gusto. Este año empezamos entrevistándola a ella como un guiño a la presentadora que nos falta en esta edición.
¿Con qué compañero o compañera de TV Almansa te quedarías si tuvieras que elegir?
En equipo todos son buenísimos, te ayudan siempre, con cualquier cosa. Me quedaría con Toni Quílez, con Pulpi. Siempre está súper pendiente, es como nuestro tutor [vuelve a reír]: siempre está dispuesto. También me quedo con Carlos, que en todo momento está con nosotras ofreciendo su ayuda. La verdad es que somos cabezonas. Siempre decimos: «Lo podemos sacar, lo tenemos controlado; aunque estemos hasta arriba». Aún así, sabemos que ellos están ahí si se nos escapa cualquier cabo.
Hay muchas mujeres interesantes en Almansa, muchas mujeres jóvenes con proyectos: ¿Qué tal está la igualdad en el periodismo, cómo te sientes como mujer en tu profesión?
Es cierto que en mi carrera somos muchísimas más chicas. En el ámbito del periodismo he tenido muchísima suerte, hay muchas compañeras: por ejemplo, en TV Almansa hay muchas más mujeres que hombres. No me he sentido mal ni discriminada en ningún momento por ser mujer en mi profesión, al contrario.
Sin embargo, por la parte de Comunicación Audiovisual hay muchos más directores, guionistas, etcétera. Creemos que va a haber un cambio generacional pronto: esto tiene que cambiar, hay mucho por hacer y depende de todos y todas. Aún así, en el periodismo, por lo que he podido comprobar, está bastante igualado todo.
¿Qué le dirías a una niña que está pensando en estudiar periodismo, que lea esta entrevista y piense: «yo quiero ser como Mamen»?
Tiene que pensar, primero, si realmente le gusta la profesión: qué tipo de periodismo quiere hacer, porque hay mil maneras de llevarlo a cabo. Pienso que si consideras que realmente vales para eso, si crees en ello, tienes que tirar hacia delante. Hay mil másters: algún hueco encontraremos. Es cierto que hay una crisis muy grande, en especial en la profesión; y que es difícil, pero quiero pensar en positivo.
Le diría: «Si te gusta, hazlo, es muy bonito». Al final, el periodismo es conocer gente. Si te gusta hablar y el contacto con las personas, esta profesión te lo da todo.
Cuéntanos, ¿qué tal tu experiencia vital por Madrid?
Voy a pasar ya a quinto de carrera. Madrid ha sido una oportunidad para conocer a gente maravillosa. Lo que más me gusta de Madrid, por lo que he podido comparar con amigas que estudian en otras ciudades, es que cada uno somos de una punta: uno está a siete horas de casa, otro a cinco. Así, la piña se hace muchísimo más fácil y muchísimo más fuerte. Al final haces familia, así creo que me quedo con eso: con la gente.
¿Crees que es muy grande el contraste entre el pueblo y la capital?
Yo no lo he notado porque no me agobia la gente. Seguramente haya personas a las que la ciudad les dé pereza; ese agobio al ir por Gran Vía. Yo, si te soy sincera, lo disfruto mucho.
Vivo en Getafe, que es enorme pero es diferente. Lo he relacionado mucho con Almansa porque mi barrio allí es como mi pueblecito, ya nos conocemos todos los rincones: aquí vive esta, aquí vive el otro. Además, el Cercanías tarda veinte minutos en dejarte en Sol, es muy cómodo. Podría vivir en Almansa y podría vivir en Madrid.
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Para terminar, ¿un momento feliz de El Programa del Verano que recuerdes especialmente?
Sin duda, me quedaría con haberlo hecho con Belén. Recuerdo cuando íbamos a empezar y pensamos: «Vamos a estar juntas y lo vamos a hacer juntas». Fue maravilloso.
También destacaría el último programa, porque nos dimos cuenta de que todo había sido fácil, de que habíamos conectado súper bien, de que la gente daba las gracias por la calle. Íbamos por la calle y nos decían: «Yo veo el programica ese». Eso al principio da un poco de vergüenza, pero me ha hecho muy feliz.