Libreto: Bob Fosse y Fred Ebb. Letras: Fred Ebb. Música: John Kander. Director residente: José Denia. Interpretación: Marta García, Elena Díaz, Sergio Area, Patricia Catalán, Juanma Ruiz, Raquel Martínez… Teatro Regio, Almansa. Duración: 2:30″.
Se levanta el telón, y una cabaretera presenta la obra. Su tono gamberro y juguetón nos invita desde el principio a agarrar al asiento. Al final del primer número, el público levita al borde del cojín. Dan ganas de levantarse y aplaudir, aunque todavía quede mucho por delante. Porque esta reinterpretación de Chicago promete brillo. La compañía Arte Escénico y Musical sirvió caviar sobre las tablas del Teatro Regio de Almansa el pasado fin de semana con la última función de All That Jazz, un homenaje que atrapa el espíritu mordaz y sensual del conocido como «el musical por excelencia de Broadway».
No es para menos: Chicago es eterna. Fue la función más longeva de todas las interpretadas en la arteria neoyorquina del teatro musical, desde que se estrenó en 1975. El montaje de Denia no solo se atreve con un clásico, sino que lo traduce en un espectáculo dinámico que destaca, sobre todo, por su profundo respeto por los códigos que lo hicieron inmortal. Desde el inicio, la explosiva partitura de John Kander –con temas como el icónico All That Jazz (traducida Al son del jazz) o Razzle Dazzle (en español, Deslumbrarlos)– toma el control, recordándonos por qué este musical es un fenómeno mundial que ya han visto 34 millones de personas.
Chicago cuenta con algo que juega a su favor: el libreto sirve para encadenar de la mejor manera posible las canciones, que son las que sostienen toda la dramaturgia. Pero esta particularidad también trae consigo un reto colosal para Arte Escénico: que la exigencia en el plano musical es mayor que la dramática, casi vertiginosa. Y, para más inri, en Chicago, también hay que bailar. ¡Y tanto que hay que bailar! La coreografía ideada por Susana Martí, Raquel Escudero e Isabel Megías, a partir del trabajo original de Bob Fosse, es una verdadera joya y una de las mejores bazas de la propuesta. Los números dancísticos son un deleite visual, en especial el icónico Cell Block Tango (El tango de la cárcel).
La trama, una sátira descarada sobre la fama superficial, se desarrolla con fluidez. La revisión almanseña mantiene el carácter abiertamente sugerente e incorrecto de los personajes, que son en su mayoría mujeres que han liquidado sin miramientos a los hombres que las han traicionado. Los números se apoyan bien en una escenografía sencilla, pero cuidada y efectiva. La gran «C» (la inicial de la ciudad del pecado) iluminada que preside el escenario y los aires de café clandestino ofrecen un marco construido con inteligencia, que consigue anclarnos en los años 20 para engarzar dentro de él referencias más actuales y modernas.
Las interpretaciones son otro punto fuerte de esta producción. Marta García y Elena Díaz destacan como Velma Kelly y Roxie Hart, respectivamente. García porque se atreve a jugar (y ganar) con el carácter explosivo de Velma; presentándonos primero a una femme fatale con ínfulas a la que va despojando de orgullo, para terminar por mostrarnos la caricatura patética en la que se convierte el personaje. Por su parte, Díaz muda de piel para convertirse en una muñequita retorcida, delirante y emborrachada de ambición, a la que el público detesta tanto como ama.
Juntas dominan el escenario con una química arrolladora. Por su parte, encontramos a un Sergio Area eléctrico en el papel del arrogante y astuto abogado, Billy Flynn. El joven intérprete proyecta la voz como nadie, aterciopelándola y aportando el magnetismo justo que el público necesita para enamorarse de un villano. Juanma Ruiz roba sonrisas como Amos, demostrando un dominio sobresaliente del timing cómico que cautivó el cariño del respetable en el Regio. Patricia Catalán, en el rol de Mamma Morton, impresiona con su poderosa voz y presencia, mientras que Raquel Martínez sorprende con su ternura y virtuosismo vocal como Mary Sunshine.
El vestuario, aunque algo desubicado en ciertas escenas, logra capturar la esencia erótica de la obra y complementa perfectamente la sensualidad de la propuesta. En conjunto, All That Jazz es mucho más que una reinterpretación: es una celebración del género musical, que sabe equilibrar el espectáculo con el arte. La compañía Arte Escénico y Musical se arriesga con este clásico y, en ese riesgo, triunfa.