Javier López Real es un joven tenista almanseño que lleva dedicando sus esfuerzos, alegrías y sacrificios al tenis desde su infancia. Tras una genial trayectoria en su tierra, ahora dejará atrás Almansa para iniciar una nueva etapa deportiva y académica. Javier cruzará el charco en menos de una semana en un viaje que cambiará su vida. En este apasionante capítulo de su vida no estará solo, ya que el destino ha querido que su hermano sea el mejor embajador que pueda tener en tierra americana.
¿Su destino? Indiana, Estados Unidos. En su caso, el sueño americano es diferente al común. Y es que en los próximos meses, se convertirá en alumno beneficiario de la beca para tenistas internacionales dentro de la Universidad de Huntington.
Quedamos con él para charlar y conocer más sobre esta apasionante aventura. Y que mejor que hacerlo en el parque de Los Coloma, el mismo en el que tantas tardes jugamos en nuestra infancia.
¿Cómo surgió esa pasión y dedicación por el tenis?
Empecé a jugar al tenis a los seis años gracias a mi hermano. Antes jugaba al fútbol, pero siempre le acompañaba a entrenar en el Club de Tenis de Almansa. Verle jugar me hizo elegir el tenis y, desde entonces, no he dejado de disfrutarlo.
¿Qué significa para ti y qué te ha enseñado tras tantos años jugando?
Ahora mismo, el tenis es mi vida prácticamente. Gracias a él estoy donde estoy. El tenis me ha dado disciplina y me ha ayudado a nivel físico, mental y personal. Es un deporte individual, al final entras a la pista solo. Aún así, te ayuda a conocer más gente, a crecer como persona y a tener confianza en ti mismo. Este deporte, como cualquier otro, implica disciplina, responsabilidad y una palabra importante: «resiliencia». Te ayuda a superar momentos difíciles, tanto dentro como fuera de la pista: ya que es un deporte en el que tienes que gestionar tu solo los buenos y los malos momentos.
¿Cómo te sientes tras haber aceptado esta oportunidad de viajar a Estados Unidos?
Me siento un privilegiado, porque hay personas que les gustaría hacerlo y por ciertas circunstancias, no pueden. Soy consciente del trabajo realizado durante tantos años, para mi es un logro muy importante. Tengo expectativas bastante altas gracias a lo que me ha contado mi hermano y conocidos que tengo allí, aunque prefiero vivirlo en primera persona. Tengo curiosidad a nivel tenístico y deportivo por saber qué me espera, sobre todo, para ver las diferencias que tiene con España.
¿Qué esperas de tu proceso de adaptación? Te va a tocar hablar inglés más de lo normal…
Al principio me costará acostumbrarme al idioma pero, en menos de un año, creo que ya estaré mucho mejor y que llegaré a dominarlo, es cierto que a día de hoy es un factor importante para cualquier profesión. Espero que el proceso de adaptación se haga lo más ameno posible, aunque sea difícil. Ir a Estados Unidos lo considero algo positivo para mí porque saldré de mi zona de confort y eso te hace crecer como persona y te ayuda a madurar.
Vas a compartir esta experiencia con tu hermano: ¿qué significa para ti tenerlo a tu lado en esta nueva etapa?
La verdad es que está nueva etapa es gracias a mi hermano Pablo, es el que me dio el empujón. Supone muchísimo para mi y me hace ilusión compartir la experiencia de jugar en el mismo equipo, ya que es su último año para competir. Se cumple mi sueño que tenía de pequeño, poder jugar con mi hermano. Es y será una ayuda muy grande durante el periodo de adaptación. Siempre es bueno tener a alguien tan cercano como un hermano para apoyarte, le estoy muy agradecido.
Dos hermanos unidos por una pasión
Pablo López, ya en 2019, viajó a Estados Unidos con el mismo objetivo que Javier. Actualmente continúa viviendo en América. Cuando contacté con él, le pregunté su opinión sobre la situación. «Después de tantos años solo, se agradece tener a alguien cercano y más, siendo mi hermano. Me costó convencerle, pero conseguí que diese el paso. Me hubiese dado mucha pena que no viviera esta experiencia. Estoy muy orgulloso de que lo hayamos conseguido», afirma el primogénito.
«Ya de por sí es complicado irse solo y hacer tu vida en otro sitio. Para mi es como un regalo. Nunca me hubiese imaginado que iba a compartir esta experiencia con él ya que nos llevamos 8 años de diferencia. Estoy muy orgulloso de él, de que haya dado el paso para venir y que estemos juntos. Vamos a disfrutar mucho de este año que nos queda», nos comenta con ilusión Pablo.
De esta manera, Pablo, como ejemplo y guía; y Javier, como nuevo talento, ven como sus caminos, que tantas veces se cruzaron en las pistas de su infancia, vuelven a encontrarse… pero esta vez al otro lado del océano.