Hablar con niños siempre es especial. Al no estar acostumbrada, les hablo como si fueran mayores sin darme cuenta. Creo que así nos va bien a los dos, al niño y a mí. Yo encuentro recepción y ellos, seguridad y expectativas. En concreto, el protagonista de este artículo se llama Samuel. Está en tercero de Elemental en el Conservatorio, tiene 10 años y actualmente toca el trombón en la Banda Juvenil de la Sociedad Unión Musical de Almansa.
Empezó desde muy pequeño con las baquetas, tocando en cualquier superficie que pillaba, y solo le gustaba jugar con instrumentos musicales. Además, en vez de ver dibujos animados se ponía vídeos de charangas y bandas de música en el móvil de su madre. Samuel contagia también su pasión, por ejemplo, a su hermana, la pequeña Sara, que ya toca la trompeta.
Tiene las ideas claras con respecto a la música. Como segundo instrumento en el Conservatorio elegirá la percusión y piensa que con 12 o 13 años ya podrá tocar con los mayores en la Banda Principal de Almansa. Lo que mejor se le da es tocar el instrumento, aunque también domina la teoría.
Samuel aconseja, ya al final de la entrevista, que a «todos aquellos niños que les guste la música que se apunten, que van a ver a lo bueno que es tocar un instrumento musical». Veo en él, aparte de su entusiasmo por la música, precocidad. Por ejemplo, debutó en la Banda Juvenil con tan solo 7 años, sintiendo mucha emoción. También veo equilibrio, que busca como deportista y jugador de fútbol en el puesto de extremo delantero, en las Escuelas Municipales de Fútbol.
Observo en Samuel una radiante inteligencia musical, por la cual en su cabeza bullen ordenadamente notas, tonos, ritmos y melodías musicales. Es serio y dulce cuando habla de la música, según sus profesores «hay que dejarle hacer», porque creen tiene un camino por delante para el cual está muy capacitado. Ese don le lleva a interpretar con fuerza y a su manera. Un pequeño espíritu musical, sin duda. Culpa (positiva) de ello la tienen sus padres, que desde pequeño potenciaron esa afición que algún día será profesión. Y es que, desde niño se llenaba de alegría cuando escuchaba a la banda tocar. Todo en él vibraba, era feliz, soñando algún día estar con ellos.
Francisco Estepa, parte de la consolidación de la banda
Continúo ahora con la consolidación de la Unión Musical Almansa en un hombre de 50 años, Francisco Estepa. Samuel nos ha dejado la inocencia de aprender y crear. Francisco es el trabajo, los ensayos desde hace ya años. Pero también un respeto muy grande por la institución y el deseo de seguir aprendiendo, porque de música siempre puedes aprender algo nuevo.
El instrumento de Francisco es la tuba. No la eligió el, se lo aconsejaron, y a él, la verdad, le daba igual tocar un instrumento que otro. Solo quería entrar en la banda. En los conciertos —y lleva muchos—, siente mucha ilusión y emoción.
Sobre la Semana de Santa Cecilia (que se celebra en noviembre), dice que está «muy trabajada». Pero sigue estudiando, porque el nivel de la banda aumenta, las obras a interpretar cada vez son más difíciles y toca reciclarse. Escucha mucha música clásica: Mozart, Beethoven, Bach, Haydn, Albéniz; pero también le gusta la música heavy, del que dice que es un «experto» y tiene «muchos CDs». Hace ya años que fue al Conservatorio. Fue una experiencia muy bonita, estuvo rodeado de niños, que ya sabemos son esponjas, y siempre le llevaban ventaja.
Quiere volver al Conservatorio, porque piensa que puede aportar algo más. Entró en la banda principal en 2003. Aunque empezó antes, siendo conserje papelero. En ese año que entró en la Banda, según él, la alegría fue monumental. Sobre la tuba dice que es muy agradecida; es el bajo de la banda y, melódicamente, enamora.
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