Diez años después de su primera voltereta, Natalia Gosálvez Villaescusa (Almansa, 2010) ya sabe lo que es subirse a lo más alto de un podio regional y codearse con las mejores de España. Trabajadora y luchadora –así se define–, quienes la han visto entrenar confirman su disciplina y la pasión por la gimnasia rítmica. Ese camino, que empezó casi por accidente, la ha convertido en campeona regional cadete de Castilla-La Mancha y en la gimnasta número 20 de España.
«Un día mi prima me enseñó a hacer una voltereta lateral y pensé: aquí tengo que estar yo», recuerda. Sus logros no son casualidad ni azar. Entrena cinco días a la semana, tres horas al día, compaginando estudios y la presión de competir. Aun así, la gimnasia rítmica se ha convertido en su refugio: «Desconecto. Llego y me centro tanto que se me olvida todo lo demás». Natalia afronta el futuro con la misma calma y determinación que lleva al tapiz. Sueña con seguir avanzando en la rítmica, formarse como psicóloga deportiva y, algún día, convertirse en entrenadora. Diez años después de aquella primera voltereta, lo tiene muy claro: este deporte es su sitio, y quiere seguir creciendo con él.
¿Cómo empezaste en la gimnasia rítmica?
Empecé en 2015. Estuve unos años en la escuela y luego pasé al club, donde competí en la modalidad de conjuntos. En 2018 participé por primera vez en un Campeonato de España y, en 2023, decidí pasar a la modalidad individual porque quería llegar más lejos y realmente me veía capaz de conseguirlo. Me definiría como una persona trabajadora, luchadora y que siempre va a por sus objetivos.
¿Ese cambio al individual implicó más exigencia?
Tuve que entrenar muchas más horas. De normal entrenábamos tres días a la semana, pero ahora entreno cinco: de lunes a viernes, tres horas al día. Es mucho. Aun así, me dijeron que podía hacerlo y empecé; esa fue mi primera temporada en individual, como una toma de contacto. En el año 2024 ya fui con más confianza. Competí en el clasificatorio para el Campeonato de España, pero tuve un fallo y me quedé fuera. Me desanimé bastante, pero seguí. Este año, con las mazas, tenía un ejercicio muy bueno. Empezamos a ir a un montón de competiciones y veía que cada vez sacábamos mejores resultados. Hasta que este año conseguí quedar la número 20 de España. Ahí me di cuenta de dónde podía estar y de que era capaz de conseguirlo.
El 15 de noviembre te proclamaste campeona regional en Toledo. ¿Qué pensaste cuando escuchaste tu nombre?
Sabía que había tenido un fallo que podía dejarme fuera, pero la propuesta tenía mucha dificultad y llevo muchos elementos que otras gimnastas no. A pesar del error, sumé lo suficiente para ser primera. Es curioso que en el último regional hice un ejercicio perfecto y no me llevé nada, porque en estas competiciones influyen muchos factores y puede pasar de todo. Antes de la entrega de medallas le pregunté a mi entrenadora si sabía algo y me dijo: «Aquí ya sabes que no nos regalan nada». Cuando empezaron a nombrar por orden, la sexta, la quinta… y no salía mi nombre… y, de repente, dijeron el mío como primera, sentí muchísima emoción.
¿Cómo es un día habitual de entrenamiento para ti?
Me encanta. Llevo muchos años en esto, y mis mejores amigas están aquí, ya sean de Almansa, de Montealegre o de Fuente la Higuera, que vienen a nuestro pabellón a entrenar. Pasamos muchísimas horas juntas y nos lo pasamos muy bien. Al final, estás compartiendo tiempo con gente que siente tu misma pasión, y eso es algo que mola mucho.
¿Qué significa para ti el apoyo de tus compañeras?
Para mí es muy importante, lo noto muchísimo. No es lo mismo salir sola que tener a cuatro chiquillas más chillándote sin parar (ríe). Eso te sube la moral, te anima para hacerlo mucho mejor. En el regional tenía a muchas amigas mirándome y animando, y siempre que me acompañan compito a mejor nivel.
¿Cómo es el ambiente de trabajo en el club?
Muy bueno. Hay mucho compañerismo y muy buena relación con las entrenadoras. Nos ayudan tanto dentro como fuera del tapiz.
Imagino que detrás de todos estos logros, también hay muchos viajes y mucho ayuda detrás ¿Quiénes han sido tus mayores apoyos?
Mi familia, sin duda. Ha habido muchas dificultades, pero siempre han estado ahí, animándome a seguir sin rendirme.




