Nació junto al mar y, aunque encontró su hogar tierra adentro, nunca se alejó del todo. Donostiarra de origen y almanseña de adopción, María José siempre sintió esa conexión: «Soy un bicho acuático», confiesa entre risas. La natación forma parte de su vida desde niña y, a sus 61 años, sigue compitiendo de la mano del Club Natación Almansa (CNA), cosechando éxitos a todos los niveles, como el de campeona del VII Regional de Aguas Abiertas y la segunda posición en la XXIII Travesía popular a nado L’Illa–Port de Benidorm.

¿Cómo llegó a ti la natación?
Siempre me ha gustado nadar. A mi madre le encantaba y, gracias a ella, me quité el miedo desde chiquitita. Entonces vivíamos en Barco de Valdeorras (Ourense) y teníamos la suerte de tener el río frente a casa. Durante décadas nadé sin técnica, simplemente por gusto, hasta que abrió la piscina cubierta en Almansa y comencé a aprender de verdad. Después, cuando mi hija entró en el Club, creé un vínculo aún más fuerte con este deporte. Empecé a implicarme también en la parte competitiva y como socia. Llevo unos veinte años vinculada al CNA y he pasado por casi todos los cargos: vocal, tesorera, secretaria, vicepresidenta… He dejado espacio a gente nueva, para lo que necesiten, ahí estoy.
¿Recuerdas tu primera competición?
Sí, fue en San Vicente del Raspeig, en piscina cubierta. Nos apuntamos unos cuantos del club casi sin pensarlo, sin estar preparados para competir, y fue una experiencia divertidísima. Nuestras hijas vinieron con nosotros y se pasaron todo el día riéndose al vernos allí competir.
¿Por qué Aguas Abiertas?
Porque no soy velocista, soy fondista, y tengo mucha resistencia. En una competición de larga distancia tienes tiempo para encontrar tu ritmo, calmar los nervios y disfrutar realmente de la prueba. Luego está el hecho de nadar en plena naturaleza. La mayoría de las competiciones en las que participo son en el mar, aunque también hago algunas en embalses. La de Cortes de Pallás es preciosa, porque nadas entre cañones y el paisaje es espectacular. La diferencia con la piscina es enorme. En un espacio cerrado, apenas hay tiempo para relajarte, y ese momento justo antes de lanzarte al agua… Me pone especialmente nerviosa.
¿Qué es lo que más te motiva a seguir compitiendo?
El ambiente, las ganas de mejora; mientras mi cuerpo responda, seguiré compitiendo. Muchas veces la gente puede ver las medallas y pensar: «Claro, con esos resultados, cómo no vas a estar motivada». Pero no es eso. También tiene muchísimo mérito compañeros míos que están ahí, entrenando sin parar, y que a lo mejor no tienen tantas medallas porque están en categorías donde es más difícil llegar al podio. En natación, bajar un segundo ya es un triunfo, aunque no te traigas ninguna medalla a casa.
¿Qué mensaje le darías a las mujeres de 50 o 60 años que piensan que el deporte competitivo no es para ellas?
Que están muy equivocadas. En la natación conozco mujeres mayores que nadan increíble, con unos tiempos admirables y una ilusión enorme. He coincidido en campeonatos nacionales con nadadoras de más de 65, 70 e incluso 75 años que son un verdadero ejemplo. Eso de que no se puede hacer deporte a cierta edad es un mito a desterrar, para mujeres y para hombres.
¿Algún sueño por cumplir como nadadora?
Me encantaría hacer el cruce del Estrecho de Gibraltar. Son unos 14 kilómetros, una prueba muy dura, pero preciosa. Eso sí, requiere mucha preparación y constancia, y ahora, por motivos laborales, no puedo dedicarle todo lo que necesitaría. Pero lo tengo ahí.
¿Qué significó resultar homenajeada por el Ayuntamiento el 8M?
Me sorprendió muchísimo. Cuando Pilar Callado me llamó para decírmelo, no me lo esperaba en absoluto. Le dije: «¿Con la cantidad de mujeres que hay en Almansa que hacen deporte, os habéis acordado de mí?». Me sentí muy honrada y agradecida. De hecho, tengo en casa la figura que nos entregaron y, cada vez que la veo, me siento muy feliz.




