Cuando hace poco más de un año inscribí mi nombre en una candidatura nadie pronunciaba esa maldita palabra, «coronavirus». En el ámbito político todos los partidos manejábamos argumentos y soluciones ante los problemas propios de cualquier ciudad, pero en ningún programa electoral se hablaba de pandemia.
En un principio los números no dieron para formar parte del equipo de gobierno, sin embargo pocos meses después juraba como Concejala y recogía el reto de hacerme cargo nada más y nada menos que de la concejalía de Educación, una responsabilidad que toma especial sentido en un escenario como el que estamos viviendo.
Confío en que la educación no se vea entorpecida de nuevo y que entre todos seamos capaces de proteger la educación como lo que es, un derecho fundamental de nuestra sociedad.
Soy consciente de que el miedo y la incertidumbre han sido los grandes protagonistas en estos últimos meses, especialmente entre la comunidad educativa y quiero poner en valor el trabajo incansable de los docentes y su capacidad para afrontar el gran reto que ha supuesto este último curso.
Ahora toca retomar este esfuerzo, esta responsabilidad necesaria y compartida que todos tenemos que demostrar. Toca ser optimistas, volver a las aulas y luchar por una educación segura, presencial, garantizando el desarrollo del alumnado y la adquisición de conocimientos y valores.
Son muchas las horas, reuniones, charlas, indicaciones, instrucciones, decisiones difíciles de tomar… que se están llevando a cabo con un objetivo común: comenzar el curso con la mayor normalidad posible. En mi opinión hay una indicación sobre todas, responsabilidad. Si docentes, alumnado, familias y administración somos capaces de mostrar y demostrar responsabilidad, todo será mucho más fácil.
No olvidemos que la educación no cambia el mundo hace a las personas capaces de cambiar(lo).
Un comentario
Nadie va a cambiar el mundo, no nos engañemos. En evidencia está quedando con la pandemia lo insignificantes que somos, por si teníamos alguna duda y se nos subió a la cabeza. Sería suficiente, pero no poco, lograr ser personas íntegras, críticas, humildes y tener la máxima estima al conocimiento; intentar mejorar cada uno nuestra pequeña parcela dentro de nuestras posibilidades ya sería un logro más que sublime.
No apuntemos tan alto ni hagamos creer lo que no es, por muy socorrido y rimbombante que suene como eslogan lo de “cambiar el mundo”. El mundo es el que es.