No creo equivocarme al afirmar que, junto al Estatuto de Autonomía, del que celebramos su 40 Aniversario este año, la otra gran fuerza transformadora de nuestra tierra, de Castilla-La Mancha, ha sido y son las mujeres y, en particular, las mujeres rurales. Por eso hoy, Día Internacional de las Mujeres Rurales, lo primero que deseo hacer es felicitarlas, porque el éxito colectivo que hemos logrado en estas cuatro décadas habría sido inalcanzable sin ellas, que han sido y son todo para nuestros pueblos, que son la esencia de Castilla-La Mancha, una región orgullosamente rural.
Si los sucesivos gobiernos, desde los años 80 hasta la actualidad, hemos ido poniendo en marcha las políticas que nos han permitido cuotas de desarrollo que no podíamos imaginar cuando despuntaban unos años en los que todo estaba por llegar, ellas han sido una de las palancas que ha hecho posible llevarlas a buen término.
Mi memoria las ve en las calles de los pueblos hablando en corro, sonrientes, lloviese o hiciese sol; solícitas y prontas a ayudar a cualquiera; compartiendo confidencias, cosas cotidianas y momentos de alegría o penas. Madres, abuelas e hijas, mujeres de campo, de pueblo, mujeres extraordinarias que, sin pensarlo y en aquella actitud tan suya de no dejar a nadie atrás y de llegar a todos los sitios, han conseguido dar la vuelta a la historia.
La voluntad de que sus hijas e hijos tuvieran una vida más fácil, de que accedieran a la cultura y a una educación mejor que la que ellas pudieron tener, en resumen, el sueño de que llegaran a la universidad, lo han alcanzado y es destacable, por ejemplo, que en estos momentos más de la mitad de las estudiantes que hay en la Universidad regional sean mujeres.
También ha sido su enorme capacidad de trabajo -encargarse de la casa y de la familia no las ha eximido de trabajar en el campo, en las tierras de la familia o echando un jornal- la que ha cambiado la realidad del campo castellanomanchego. Y no creo que nadie cuestione a estas alturas que si en estos 40 años hemos multiplicado por quince la renta agraria por ocupado en la región, también ha sido gracias al trabajo de las mujeres rurales que, por fin, están empezando a tener las cuotas de representación que les corresponden en empresas y cooperativas agroalimentarias y a ser titulares y cotitulares de las explotaciones agrarias y ganaderas.
Ellas han sido secularmente la columna vertebral sobre la que se ha sustentado lo que hoy llamamos el estado del bienestar que, gracias a principios como el de justicia social y solidaridad que ampara nuestra democracia, ha alcanzado la forma del sistema de la dependencia. Pues bien, ellas lo han hecho posible, tradicionalmente porque se han hecho cargo del cuidado de mayores, personas con discapacidad, hijas e hijos, y en la actualidad porque la inmensa mayoría de las personas sobre las que se sustenta la dependencia, auxiliares, trabajadoras sociales etc., son mujeres que viven y trabajan en el medio rural.
Podríamos seguir enumerando ejemplos de cómo el trabajo y la voluntad de las mujeres rurales ha contribuido a construir la Castilla-La Mancha rural actual, pero quizá sea mejor decir que, sin su esfuerzo, nuestros pueblos no tendrían las infraestructuras y los servicios de los que en la actualidad disponen.
Los gobiernos hemos puesto las políticas y ellas han sido el catalizador que las ha llevado a cabo. En unos casos, protagonizando ellas mismas los cambios y, en otros, facilitando las cosas para que lo hagan las demás personas, pero en conjunto, tal como decía al principio, las mujeres rurales han sido la gran fuerza que ha transformado nuestra tierra. Y este hecho hay que reconocérselo hoy y todos los días.
Por esta misma razón y para finalizar, desde el Gobierno de Castilla-La Mancha vamos a seguir59 haciendo todo lo posible para que su trabajo en el campo no se considere solo una ayuda, sino promoviendo su incorporación de pleno derecho como ya hemos hecho con el Estatuto de las Mujeres Rurales; vamos a seguir impulsando con fuerza las políticas de conciliación y corresponsabilidad para que puedan cumplir sus sueños, sean los que sean; y vamos a seguir facilitando, con medidas como la Estrategia Regional Frente a la Despoblación, que las que decidan quedarse a desarrollar su carrera profesional en su pueblo lo puedan hacer.
Estoy convencido de que, si volvemos a poner las condiciones, igual que hicimos hace 40 años con la Constitución del 78 y el sistema de las autonomías, ellas seguirán siendo la fuerza transformadora de este siglo cuyo arranque no está siendo fácil, nunca lo ha sido, pero en el que mantenemos intactas la ilusión, la esperanza y las ganas de trabajar por una vida mejor.