El SS Winnipeg fue un barco con el que más de 2.000 españoles y españolas pudieron escapar del horror de la represión franquista tras la Guerra Civil. Todas estas personas se encontraban en Francia tras el exilio. Vivían hacinadas, en condiciones de insalubridad máxima, en la mayor de las pobrezas y el más doloroso de los olvidos.
Fue el exembajador republicano de España en Chile, Rodrigo Soriano, quien comenzó comunicaciones con el gobierno chileno para conocer si estaban dispuestos a recibir a los refugiados españoles. Este fue el primer paso para llevarles a puerto seguro, y con el, llegó el apoyo e interés de Pablo Neruda. De esta manera y viendo el ímpetu del poeta, el presidente de Chile, lo nombró cónsul especial para la inmigración republicana española.
Tras un periplo político de tintes internacionales, el equipo formado por Neruda consiguió que el Winnipeg zarpara de Pauillac un bendito 4 de agosto de 1939. El barco se llevó de Francia los resquicios humanos de un país que vivió los años de libertad como bandera, de la vanguardia democrática en una Europa donde se cernía el desastre que acompañaba al fascismo. El viaje duró todo un mes. Cuando se llegó a la costa latinoamericana, el viaje se tuvo que realizar completamente a oscuras para evitar ataques de submarinos alemanes.
El 26 de agosto de 1939 el barco arribó en Arica. Un día después, el Winnipeg atracó en Valparaíso, donde los refugiados españoles y sus hijos vieron desbordada su alegría y emoción al ver que el país les recibía con los brazos abiertos: con autoridades políticas y ciudadanos esperando su llegada en puerto en un ambiente festivo y de sincera acogida.
12.435 días después, a los 34 años de la llegada del Winnipeg a Chile, con más de 2.000 españoles refugiados a bordo, llegó un infame golpe de estado orquestado por sangrientos militares y la CIA estadounidense. Y así fue, como si de una fatal pesadilla se tratara, se revivieron los fantasmas de un pasado devastador para nuestros compatriotas. Estos españoles y su descendencia vieron con sus propios ojos como lo sucedido en su país natal, el crimen de la represión ideológica, volvía a suceder, en lo que fue uno de los episodios más infames de la historia contemporánea latinoamericana.
Hoy, 50 años después del asesinato de más de 3.000 personas, el exilio de 200.000 chilenos y más de 40.000 víctimas de violencia y represión, desde La Tinta de Almansa queremos recordarte, querido lector o lectora, que un día fuimos también refugiados. Que no caiga en el olvido.
El ejemplo del Winnipeg como símbolo de amor, paz y acogimiento entre pueblos hoy brilla con fuerza para inspirar a aquellas personas que arriesgan su vida para salvar a aquellos que se ahogan en el Mediterráneo.