Hay quien supone que el paso del tiempo alivia el dolor que sentimos tras la muerte de un ser querido. Es cierto que ese dolor se va transformando, pero para las personas en duelo el tiempo ha dejado de ser lineal, no sigue los ritmos del calendario, ni del reloj, ni de las estaciones. El proceso de aceptación de nuestra nueva realidad cursa con extraños saltos de tiempo y de estados anímicos. Pero si hay una constante en este camino es el recuerdo.
En la antigüedad se creía que la memoria residía en el corazón. De ahí que la palabra “recordar” proceda del latín re (de nuevo) y cor (corazón). Traer de nuevo al corazón. Se aproxima el Día de Todos los Santos, en el que se honra a los que amamos y han muerto. Al margen de las creencias de cada persona, los rituales de recuerdo nos ayudan a llorar la pérdida, pero también a celebrar la vida de aquellos a quienes tanto queríamos.
Reconocer sus vidas, lo que nos dieron, su trascendencia, el extraordinario valor de su legado, es un homenaje a unas vidas no vividas en vano. Y además nos ayuda a aceptar la realidad de la muerte, las emociones asociadas a ella, la relación que ha pasado de la presencia física a la memoria, los cambios en nuestra identidad, la búsqueda de un nuevo significado en la vida, y a recibir el apoyo amoroso de los que nos rodean. Recordar es también una despedida, y el paso del dolor inmediato a la nada fácil tarea de seguir adelante con nuestras vidas. Sobrellevar la muerte de un ser querido es una de las cosas más difíciles a las que nos tenemos que enfrentar.
El dolor es un golpe profundo y desgarrador que puede dar lugar a largos periodos de tristeza, de desconexión con la vida, de falta de rumbo, de confusión, de desesperanza. No existe una única forma de transitar este camino, cada persona lo experimentará | 2 de forma diferente y echará mano de sus propios recursos para realizar este difícil viaje. Pero algo común a todo duelo es la necesidad de compartirlo, de ser comprendido, de que nuestras emociones sean validadas con una mirada, una palabra, un gesto, un abrazo.
La asociación Talitha ofrece esta clase de escucha, y cuenta con personas voluntarias y profesionales, que hacen posible el acompañamiento en el duelo, a las que aprovechamos para agradecer su esfuerzo y dedicación. Durante los dos duros años de pandemia nos hemos adaptado a las circunstancias, pero ahora reiniciamos nuestra actividad de forma normalizada.
Actividades programadas para este curso: formación del voluntariado, reuniones formativas, talleres de duelo, lectura, escritura, arteterapia, informática, movimiento consciente, yoga, excursiones y otras actividades puntuales que se planifican durante el curso. Desarrollamos, además, otros proyectos: “Arya, siempre contigo” dirigido a niñas y niños de primaria de la provincia de Albacete, cuyo objetivo es que aprendan a compartir, normalizar y hacer frente a la muerte de un ser querido o a cualquier otro tipo de pérdida. Se sigue de un encuentro con padres y profesores en donde se dan pautas para trabajar la pérdida con sus hijos y alumnos. Y el proyecto “Pluma, aligerando corazones”, dirigido a los adolescentes en centros de educación secundaria. Albacete, octubre de 2022