Última hora: en Almansa ocurre un suceso maravilloso. En las calles de Almansa se está desarrollando un suceso más que valioso. En realidad es muy fácil de ver, pero pocas personas llegan a percibirlo. No tiene nombre, aunque hay conceptos que se pueden acercar a denominar lo que está pasando. Ocurre todos los días. Es una de esas cosas que tienen un no se qué que qué se yo.
Bajas a la calle de Almansa y ves de buena mañana a la juventud yendo al cole, unas veces más animados, la mayoría aún taciturnos. El futuro marcha con mochilas en la espalda a centros educativos. Muchos de sus profesores, son personalidades queridas por generaciones y generaciones de almanseños.
De vuelta en la calle, también se puede ver a jóvenes y no tan jóvenes atletas mañaneros, muchos van acompañados de perritos. Hay mañanas que aún puedes encontrarte a más de un rebaño de ovejas pastando. Incluso a jinetes y amazonas en esos preciosos caballos. Gatos se agrupan en pequeños refugios y según donde te encuentres hasta te cruzas con alguna gallina. Todavía se avista algún que otro palomar escondido sobre un tejado. Las aves se introducen en los recovecos del tapial más antiguo del Castillo. Y el sol se refleja en la fortaleza anunciando un nuevo día en Almansa. Es una maravilla, un festín para la vista.
La clase trabajadora y madrugadora, aún con legañas en los ojos avanza y aúna más o menos decisión para acudir a su puestos de trabajo, dispuesta a enfrentar un nuevo día, a levantar a su familia. Otro esfuerzo más para poder comer. Pero parafraseando al gran almanseño Valentín Navarro, también es otra oportunidad para estar agradecidos a la vida, de una u otra manera.
Es ahí. En todas estas situaciones. En todo momento, sucede algo magnífico, pero difícil de percibir.
Un par de horas después, las calles de Almansa presencian el mismo espectacular suceso. Señoras mayores y también señores, más gente adulta de todo tipo y un risueño tráfico de carritos de bebés conforman un vergel de personalidades único, conviviendo en una cotidiana armonía, en una paz que entraña incalculable valor. Una diversidad amplia, inabarcable, lo cual es una increíble bendición para la ciudad.
Los bares del centro de Almansa, a pesar del frío de noviembre, montan aún sus terrazas y dan servicio. Inunda el aire un aroma a churros, café caliente y pan recién horneado que por sí sólo sienta como un copioso desayuno de domingo. En la vía pública vemos un interminable cruce de saludos, de sonrisas y de abrazos. Hay intercambio. Comunidad y solidaridad. En todo momento podemos ver este suceso sin nombre en Almansa. Está ocurriendo en tus calles, puedes comprobarlo.
Aquí las miradas tienen destino. Las almas se encuentran entre la multitud. Flotando en el aire hay una intuición que acerca a las buenas personas entre sí, para encontrarse, para vivir y convivir. Esto sucede y ha sucedido desde hace mucho mucho tiempo.
Imaginen, a algunos les bastará con recordar. La calle Rambla de la Mancha, con su antiguo mercado. La población abarrota la zona de la antigua Lonja. Un hervidero de personas hace compras, pasea e intercambia palabras, sentimientos y sensaciones. Convive. Coexiste.
En esos tiempos, igual que ahora, en Almansa ocurre este innombrable suceso que entraña un gigante valor.
Los seres queridos se encuentran por la calle. Cuando afloran los intercambios de sonrisas, comienza un efecto dominó que bien puede terminar con un festival de serotonina dentro de los cuerpos de los viandantes. El espíritu del encuentro, de la cortesía y del buen humor se contagia con un simple encuentro trivial en la tienda del barrio.
La gente se quiere, se trata con respeto y fundamentalmente se alegra mucho cuando reconoce un rostro conocido y en estima.
Cuando una abuela encuentra a su nieto sin esperarlo por la calle. No creo que haya una felicidad más grande que esta.
Cuando esos amantes que comparten distinto destino, pero mismo circuito, cruzan sus caminos en una esquina y pueden abrazarse.
Cuando el almanseño ausente regresa y se reencuentra con sus seres queridos.
Evidentemente. Por naturaleza. Por ley de vida. Llegan y se presencian en Almansa sucesos malos. Situaciones negativas. Cortisol en las relaciones humanas. Pero el odio del verbo de algunos nunca es rival para la maravillosa melodía que emite lo verdaderamente bueno del corazón de las personas que conforman esta identidad de pueblo. De pueblo manchego, orgulloso de su raíz y enfocado al futuro, apreciando y valorando el presente.
Y es que este presente que sucede ahora en Almansa. Al igual que el presente que un día sucedió, siendo ya pasado. Este y todos los presentes aún posee el tesoro de nuestro pueblo.
En todos esos momentos y en una infinidad más tiene lugar esa especial alegría que emite Almansa. Esa única esencia.
Queridas lectoras o lectores. Seguro que estarán de acuerdo. Cuando fijamos nuestra atención en todos estos y otros sucesos que ocurren en la actualidad en las calles de Almansa. En estas vivencias que entrañan verdadero valor. En los abrazos que unen. Las sonrisas que edifican. Los buenos corazones. No hay odio que pueda eclipsar lo maravillosa que es esta tierra querida.