Han pasado varios días desde que se celebró la festividad de Todos los Santos. Personalmente me gusta acercarme, días después, para contemplar el estado del camposanto tras la jornada de honor a los difuntos.
Cuando se acercan estas fechas para recordar a nuestros fallecidos, comienza el peregrinaje de los familiares para la limpieza de las lápidas y el cambio de flores en los búcaros. Normalmente, durante el resto del año son flores de tela o plástico que se mantienen todo el año y aguantan las inclemencias del tiempo.
En fechas señaladas como el 1 de noviembre, las flores suelen ser frescas y están recién cortadas. Ya esta todo listo para que, durante estos días, se visite a nuestros difuntos con todo el lugar lleno de pétalos de todas clases y colores. Visita obligada primero a ver a mi padre, después a mis abuelos y al resto de familiares y amigos ya fallecidos. Siempre me gusta dar una vuelta por sus calles: primero las zonas más antiguas, con las tumbas en la tierra, y echar un vistazo a los nichos más actuales.
Hay una zona especial cerca de la capilla donde se pueden ver las lápidas más antiguas todas en tierra (el origen del cementerio es el 1874), construidas en diferentes tamaños y materiales: roca arenisca, piedra, hierro y, últimamente, en mármol.
Podemos ver diferentes imágenes ornamentales, donde predominan la cruz de Jesucristo y la imagen de la Virgen de Belén. Imágenes de santos, ángeles, palomas y distintos detalles que los familiares han querido poner en su recuerdo.
También podemos ver tumbas y panteones de ilustres personajes nacidos en Almansa, de grandes familias de la historia almanseña y de grandes empresarios de la industria local, como es el caso de Don Santiago Bernabéu.
Por supuesto, vemos diferentes mausoleos familiares, altares, esculturas, monumentos en memoria de todos los almanseños que murieron en diferentes pasajes de la historia de España.
Lugares para recordar siempre sus nombres, sus vidas y su historia.