23/11/2024

El periódico digital de Almansa

Virtudes García Guardiola, fundadora de La Descreída: «El duelo ni se cura ni se supera»

La asociación nace con la misión de acompañar a quienes han perdido a un ser querido, una labor que se vuelve aún más imprescindible en tiempos de pandemia
Asociación La Descreída Duelo

Nace una nueva Asociación de Duelo en Almansa, denominada La Descreída. Pero su objetivo no será «superar» el duelo o la pérdida de un ser querido. «Eso es una fake news», explica su fundadora, Virtudes García Guardiola. Una afirmación rompedora a la que siguen estas palabras: «El duelo ni se cura ni se supera. Se elabora, se integra y pasa por una serie de dimensiones, pero no se cura». La enfermera de profesión pretende acabar con este tipo de creencias socialmente aceptadas, como que «el duelo es una enfermedad» o que «el tiempo lo cura todo». No lo hace, depende de lo que se haga con el mismo.

«Hay veces que el dolor se enquista», explica Virtudes. Ante esto, habrá quien se pregunte: «¿Entonces voy a estar siempre de duelo?». A lo que ella responde: «No, pero siempre te vas a acordar de tu hermana [o de ese familiar o amistad que has perdido]. La persona que estuvo con nosotros nunca dejará de estar en nuestras vidas, pero su ausencia se evocará desde otra óptica».

La Descreída empezó a desarrollarse hace cerca de un año. Primero había que elegir un nombre. Su fundadora quería que este «centrase la mirada en quienes han dirigido nuestros cuidados» y han sido «una fuente inagotable de sabiduría»: las mujeres de su familia y las que le han precedido. Pero también a «otras tantas personas de las que tanto he aprendido a pie de cama y en mi vida, y cuya brújula fue sobre todo “tirar pa’lante”».

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El nombre es «un homenaje a quienes, tras llevar su armadura (muy útil y necesaria en los momentos iniciales tras la pérdida de un ser querido) no pudieron deshacerse de ella gradualmente. Que no se dieron ni un respiro para lamerse sus heridas, perdurando así el descreimiento, un sentimiento que mezcla enfado, irascibilidad y otros ingredientes que no nos permiten conectar con el amor hacia uno mismo y los demás».

La idea de fundar La Descreída «nace de la ilusión» y de vencer «esa creencia personal de que no puedes hacer algo por vivir en este “atrapamiento” doméstico y profesional, que nos lleva tantas veces a no poner el foco en aquello que realmente creemos que puede hacer que lo mejor de ti llegue a otras personas». Enfermera especialista en Salud Mental y Máster en Duelo por la Universidad de Barcelona, Virtudes contaba con la formación académica, la experiencia y las ganas. De su trabajo dice que «ser enfermera es un privilegio: el de tener que estar en primera línea. Porque estar en las trincheras es muy duro, pero conlleva unas enseñanzas bárbaras».

Vivimos un tiempo extraño por el coronavirus. Un tiempo en el que muchas personas no han podido acompañar a sus familiares en sus últimos días. El confinamiento no lo puso fácil, pero, aún hoy, ante las restricciones de visitas decretadas para hospitales o residencias, se han dejado de pronunciar muchos «adioses» y «te quieros». En un principio, la fundadora dudó en comenzar los primeros pasos de la asociación en época de pandemia, pero se percató de que «la necesidad más latente está ahora, así que me sacudí algunos miedos y me lancé».

La asociación ha comenzado a prestar sus servicios los miércoles no festivos de 20:00 a 21:30 horas con cita previa, en el Centro de Asociaciones Sociosanitarias de la calle Hellín nº1 (Almansa). Una de las primeras actividades que La Descreída desarrolló en la ciudad fueron dos conferencias bajo el título «La silla vacía. Cómo afrontar el duelo en Navidad». Para esta situación en concreto, en la que ves cómo un familiar falta a la mesa, indica García Guardiola, «no hay consejos que valgan, sólo algunas sugerencias», pues cada duelo es personal y único. «Nadie se conoce mejor que uno, tanto a sí mismo como a su entorno, y sabe que terreno pisa».

Ella propone, siguiendo los pasos de la psicoterapeuta Alba Payás Puigarnau, «establecer puentes de comunicación entre la familia y círculo cercano en función de lo que cada cual pueda, pero no llevarnos al autoengaño de hacer como si no hubiera pasado nada». Para evitarlo, establecer ciertos «rituales» puede ser beneficioso. Virtudes aconseja dar un espacio al autocuidado, encender una vela, dar un paseo por el campo, plantar un árbol, poner una foto de esa persona en un lugar de la casa a modo de lugar del recuerdo, dibujos, un jarrón con una flor que le gustara o cocinar su postre favorito incluyendo a todos los miembros de la familia: niños, personas con otra capacidad, ancianos. La idea es «generar espacios para comunicarnos, hablar y rememorar» al ser querido fallecido.

Asociación duelo Almansa
Virtudes García Guardiola: «Romper el estigma o tabú de la muerte es muy enriquecedor para todos».

Nadie quiere hablar de la muerte

Hay un dicho que afirma: «Nadie quiere hablar de la muerte y el dolor, pero a todos nos alcanzarán». En este sentido, Virtudes recuerda una anécdota que le sucedió a Pedro Almodóvar. «Hace muchos años iba conduciendo de camino al trabajo y escuché una entrevista que le estaban haciendo a raíz de la promoción de Volver», rememora. El director contó que le había trasladado sus temores sobre la película a su hermano, Agustín: «Cuando esta llegue a otras culturas, al norte de Europa, a Asia, a Latinoamérica… cuando vean a las mujeres limpiando las lápidas, en las casas de negro, ofreciendo sus sillas y caldos… no lo van a entender y qué van a pensar», parafrasea la almanseña. Ante estas preocupaciones, Agustín le respondió: «Pedro, la muerte y sus rituales están en todas partes. Es algo universal».

A través de esta anécdota, la fundadora de La Descreída explica la necesidad de «generar un estado de opinión del duelo». Y así, «una asociación de duelo puede ser un recurso que sume, que recomiendes o donde, finalmente, puedas acudir. Pero debe ir precedido de “la reflexión, reintegrar estos temas de nuevo a la conversación cotidiana” que hemos perdido porque no hablamos de la muerte ni del duelo». Es «devolver la relevancia de un conocimiento que las generaciones que nos precedieron dominaban a la perfección y que hemos ido perdiendo en estas últimas décadas, que a todos nos va a suceder o ha sucedido, pero que preferimos mirar hacia otro lado porque pensamos que no va con nosotros».

¿Y por qué? «Porque vivimos en “la sociedad de la producción” y nadie quiere hablar del momento en que termina esa producción, que es la muerte y lo que viene: el duelo». Y así, «nadie le comparte a una persona de su entorno: “Tengo la sensación de que me estoy muriendo”, porque se cambia de tema. Tampoco tenemos la orientación o el entrenamiento para poder soportar ese estado o responder esa afirmación. Por eso la llevamos al terreno de la banalidad o de los profesionales sanitarios».

Romper el estigma o tabú de la muerte, según la enfermera, «es muy enriquecedor para todos». Ser conscientes de que existe la finitud en nuestra existencia «da lugar a vivir la vida con más intensidad», sostiene. Y así, nos centramos más en «no tener cuentas pendientes, libros rojos de deudas o mochilas de asuntos que han quedado por decir o hacer». Virtudes recoge las palabras del Doctor Enric Benito, quien nos recuerda que «No hay una edad para morir». Y es que, «si nos muriéramos todos con 80 años, hasta ese momento no haría falta decirle a tu madre, por ejemplo, lo agradecida que estás por todo el bagaje que te ha dado, por todas aquellas cosas que ha dejado de hacer por ti y por los demás. No me haría falta decirle que la quiero o pedirle perdón, que se quede tranquila por…», enumera Virtudes.

Virtudes García Almansa
Virtudes García Guardiola: «En mi maletín de enfermera no llevo una guadaña [ríe], llevo compasión, escucha, presencia…»

El proceso de duelo

El duelo es «una sacudida a nivel cognitivo, emocional, físico y relacional». Tras la muerte de un ser querido y en un estado inicial, explica Virtudes, suele darse un «momento de introspección o soledad», de volcar el foco en uno mismo y de sentir esa pena. Ese proceso es «necesario», defiende, pues «huir del dolor y de la tristeza no los elimina». Pero «cuando esa dimensión se va alargando en el tiempo más de lo que corresponde, puede dar lugar a una cronificación de un estado natural como es el duelo». Es normal, puntualiza la enfermera. Se dan «puntos de yoyós». Los lugares, fechas significativos, aniversarios, cumpleaños contribuyen a ellos. «Tu estado de ánimo está inmerso en una montaña rusa con altibajos. Parece que ya lo tienes superado y vuelves otra vez…». Para cada persona es un mundo distinto, pero hay aspectos comunes.

De hecho, «el duelo no tiene sexos, tiene estilos: intuitivo e instrumental», tipifica. El primero tiene un correlato emocional más visible y explícito, al contrario que el segundo. Virtudes refiere que, muchas veces, los hombres son más afines al duelo instrumental. ¿Y por qué? «Porque tienen más barreras culturales en la expresión de las emociones, por no querer preocupar a los demás y añadir dolor a otros o por no querer parecer vulnerables o frágiles. Los duelos de los hombres pueden ser muchísimo más duros», asevera.

Los duelos, además, pueden contar con una «cara B», dando pie a la aparición de mecanismos tales como: adicciones, compras compulsivas, comer menos o mucho más o trabajar de forma incesante. «Estos afrontamientos, muy comunes, dificultan conectar con la pérdida y por eso se llevan a cabo acciones que te mantienen ocupado, que te anestesian para poder llevar tú día a día».

La labor de La Descreída

La labor de La Descreída es «lidiar con lo que acontece a través de una serie de herramientas», expone. «En mi maletín de enfermera no llevo una guadaña [ríe], llevo compasión, escucha, presencia…», asegura. «La gente piensa que solamente llevamos apósitos o parches hidrocoloides. Esta pandemia ha contribuido en el descubrimiento de unos profesionales cuya valiosa labor ha permanecido invisible durante mucho tiempo ante los ojos de la ciudadanía: el personal de enfermería».

Y es que, para acompañar a las personas en su dolor no vale sólo trabajar desde el «buenismo», según Virtudes. «La buena voluntad y la intención son muy valiosos, pero en ciertos momentos son insuficientes y pueden agregar más sufrimiento a estos procesos. Tener un marco teórico que te permita trabajar con una persona que está en sus últimos días y con sus familiares es muchísimo más reconfortante para todos».

En la asociación ofrecen un servicio de entrevistas individuales y grupos de apoyo. Virtudes explica que primero se debe hablar con la persona en formato individual, antes de hacerlo de manera colectiva. «No te lanzas al campo de fútbol sin conocer sus reglas; qué es un fuera de juego o una tarjeta amarilla. El grupo necesita saber que líneas rojas no se pueden cruzar para ser partícipes de un espacio terapéutico y los beneficios que conlleva. Se han de realizar entrevistas individuales para conocer las necesidades de cada cual, ver en que estado se encuentra».

Eso sí, los grupos de ayuda mutua son «muy poderosos». Y afirma: «El profesional jamás podrá llegar a dar el soporte y la fortaleza de un grupo de usuarios que han pasado por una experiencia similar. Lo sé, porque lo he visto. Cuando estuve de voluntaria en la Asociación de Duelo ‘Juan Navío’ en Villena… salía con la certeza de que nadie creería cómo me podía ir de allí con semejantes “dosis” de serenidad y siendo partícipe de unos aprendizajes tan valiosos». Y es que, ese modo de terapia recoge «el espíritu de cercanía, de comprensión, esa sensación de calidez que aporta estar con gente que está pasando por una situación similar a la tuya».

Los grupos de ayuda pretenden acabar con ese refrán que dice que «los trapos sucios se lavan en casa», pues las pérdidas elaboradas únicamente es ese entorno pueden llevar a la soledad y al aislamiento no deseado, advierte. Por eso, el hecho de ofrecer la posibilidad de poder compartirlas es tan importante. «Supone un cambio de paradigma, un gran reto y esfuerzo para quien lo está pasando en primera persona que aporta muchísima paz. Por eso, animo a la gente a que rompa con la creencia de que estas circunstancias sólo se pueden vivir en la intimidad de la casa».

Virtudes pone el acento en que La Descreída es «un espacio seguro». Así se acordó con la concejala de Bienestar Social cuando solicitaron un lugar para las valoraciones y el encuentro grupal: «Necesitamos un espacio dónde nadie pueda abrir esa puerta cuando la gente se abra en canal». Y por eso el horario en que nos han cedido las instalaciones «es en un horario en el que estamos solos y no queda nadie de las otras asociaciones».

Para contactar con La Descreída, puedes escribir un correo a esta dirección: virtudes@ladescreida.org o llamar al teléfono 661776896. También es posible hacerlo a través de Facebook e Instagram.

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