El boom fotovoltaico ya es una realidad tanto en la Comunidad Valenciana como en Castilla-La Mancha, y la búsqueda por encontrar terrenos con las condiciones climáticas adecuadas para instalar parques solares está llevando a las empresas a multiplicarse por la zona del levante. En Bonete se creará una de las centrales fotovoltaicas más grandes de España. Otro ejemplo cercano en el tiempo es el de Iberdrola. La energética va a invertir 107 millones de euros en su segunda megaplanta fotovoltaica en el Valle de Ayora-Cofrentes, según avanza el diario Levante-EMV.
Este proyecto se suma al de otro megaparque solar con las mismas características que la compañía promueve entre los términos municipales de Ayora y Zarra, con un presupuesto de 105 millones de euros. Pero esto no es todo: la empresa anunció un tercer parque fotovoltaico en Villena, que conlleva una inversión de 24 millones de euros. En total, 236 millones invertidos en la misma zona.
La compañía ha apostado por este área para aprovechar la red de evacuación de la central nuclear de Cofrentes, que dejará de operar en noviembre 2030. Ante el cierre, la empresa ha acelerado sus planes de energía solar. Y así, las tres megaplantas son los primeros grandes proyectos de Iberdrola en la Comunidad Valenciana pero, tal y como señalan, no serán los últimos.
Para llevarlos a cabo, Iberdrola ha llegado a un acuerdo «con una multitud de propietarios» de los terrenos en el Valle de Ayora y Villena. Una vez operativas, las tres instalaciones generarán energía limpia para una población equivalente a 220.000 hogares y evitarán la emisión a la atmósfera de más de 140.000 toneladas de CO2 al año.
La otra cara de la moneda
Para luchar contra el cambio climático resulta imprescindible seguir aumentando la cantidad de fotovoltaica, una fuente de energía renovable que además de no generar gases de efecto invernadero utiliza como recurso el sol, que sobra en España. Pero, ¿cuál es el impacto en el territorio este boom fotovoltaico de las macroplantas solares?
En el mes de diciembre, 23 científicos del CSIC firmaron una carta en la revista Science en la que advertían de la pérdida de biodiversidad que puede causar la construcción de megainstalaciones fotovoltaicas y eólicas, en especial, a lo que se refiere a aves esteparias. Parte de esos mismos investigadores piden «más renovables, pero con cabeza».
Es decir, los científicos celebran y apoyan la instalación de placas solares en viviendas, edificios y espacios agrícolas de unas «pocas hectáreas». Pero la escala en la que se construyen estas megaplantas es mucho más grande. Y así, la mayor planta fotovoltaica de Europa está en Badajoz, es propiedad de Iberdrola y ocupa casi el mismo espacio que la capital de esta provincia. En busca de espacio, Castilla-La Mancha y la Comunidad Valencia se han convertido en destinos predilectos para la construcción de megaparques solares por sus condiciones climáticas.
Si bien todas estas plantas deben pasar por un proceso de evaluación ambiental previo a su instalación, el problema para la comunidad científica es la falta de planificación. «Al Ministerio de Transición Ecológica le llegan proyectos que, de forma individual, pueden encajar. Pero cuando en un municipio o comarca te encuentras con un montón de proyectos de este tamaño, pues tienes unos efectos acumulados que son muy difíciles de evaluar. No puede hacerse un análisis ambiental caso por caso, hace falta una visión de conjunto», explica uno de los científicos firmantes al diario El País.
A nivel nacional, señalan, la cuestión no es que se construyan muchas plantas. Es más, el país necesita aumentar mucho más su capacidad para generar energía renovable. Lo importante, afirman, es que estos megaparques no se concentren en un determinado espacio y alteren su ecosistema.