Es una de las voces más veteranas del panorama ambiental en España. De los que hablaban del cambio climático cuando el cambio climático sonaba todavía a algo lejano y teórico, que apenas interesaba a unos pocos. Fernando Valladares, madrileño de 55 años, se presenta a sí mismo en su web como «un científico algo inusual que combina pasiones bastante diversas». Igual disfruta de correr horas por los glaciares de Islandia que de beberse un buen vino de Almansa.
Valladares no se aburre. Y no se calla. Vive volcado en la divulgación científica y, actualmente, ejerce como investigador del CSIC, donde dirige el grupo de Ecología y Cambio Global en el Museo Nacional de Ciencias Naturales. En las redes sociales, es todo un referente. Gracias a discursos como el suyo, claro y valiente, hace ya años que el cambio climático está en boca de todos. También porque cada vez son más visibles sus efectos, como los de esta última ola de calor, que ha batido récords en los mercurios de toda España y ha pulverizado la márca histórica de temperatura máxima en Almansa.
Sé de primera mano que siente un cariño especial por nuestra tierra…
Sí, una buena amiga mía trabaja en una bodega almanseña (muy preocupada por el medio ambiente, por cierto) que he tenido el placer de visitar en varias ocasiones. No tengo reparo en decir que el vino de Almansa es de los mejores de España. Estoy deseando volver y pasear por los viñedos o el Pantano.
Aquí, como en media España, hemos sufrido la infernal ola de calor… ¿a qué se deben este tipo de fenómenos?
En el clima, nada ocurre aisladamente. En 2010, una ola de calor extremo en Rusia provocó fallos en las cosechas y llevó al país a restringir las exportaciones de trigo, lo que contribuyó a la inestabilidad y al levantamiento social en Egipto. La ola intensificó los incendios (como está sucediendo este verano) generando una contaminación a gran escala que sumó cientos de muertos a los que había dejado ya la propia ola de calor. Muchas tragedias están vinculadas a la acción conjunta de varios factores del cambio climático. No debemos quedarnos solo con que llueva de repente o haga calor, sino plantearnos, ¿qué pasará cuando el Levante sea un desierto? ¿De dónde comeremos? ¿Qué será de Valencia cuando quede anegada por el agua?
Antes de plantear aún más preguntas y tratar de hallar respuestas, ¿podría definirse para los lectores y lectoras de La Tinta de Almansa? ¿Quién es Fernando Valladares?
Soy científico, profesor y, cada vez más, divulgador. A veces, en los medios de comunicación, me presentan más por la última faceta; entonces, mis colegas de la universidad me tiran de la oreja y dicen que cuando salga en la tele diga que soy científico antes que divulgador [ríe].
¿Y lo es?
Con sinceridad: para mí, publicar artículos científicos es como picar piedra [ríe]. Por eso, siempre me ha atraído más no el «qué», sino el «cómo» lo cuentas. En definitiva, cómo hacer sencilla y atractiva la Ciencia. Plantearme, por ejemplo, cómo puedo explicar procesos complejos, como el calentamiento global, en dos minutos y a través de Twitter (todo un desafío).
Le reto a hacerlo ahora mismo.
Por supuesto. El calentamiento global es un proceso natural que se ha acelerado de forma desproporcionada por la acción humana. La quema de combustibles fósiles liberan a la atmósfera CO2 y otros gases de efecto invernadero que retienen el calor. ¿La consecuencia? Que la temperatura de la Tierra aumenta y que cuando nuestro planeta gira cada día este nuevo calor gira a su vez, recogiendo la humedad de los océanos, aumentando aquí y asentándose allá. Esto produce lluvias cuantiosas e intermitentes, que los glaciares se estén derritiendo, que el nivel del mar aumente, que las selvas se estén secando, que los ecosistemas se destruyan y que se extinga la fauna y la flora.
¿Qué parte de culpa tiene el ser humano?
El ser humano enreda las cosas a propósito y sin querer. Por ejemplo, la extinción de especies. Directamente nos cargamos pocas (me refiero a la caza furtiva); el resto se extinguen por alteraciones secundarias, como el poco espacio que las dejamos para vivir. Con el clima, pasa lo mismo. Emitimos muchos gases contaminantes y cambiamos un montón de cosas sin ser conscientes. Hasta estamos cambiando el eje de inclinación de la Tierra por fundir las masas de hielo del Ártico y, como resultado, el planeta gira con otro ángulo. Ese es el calibre de nuestra incidencia, aunque no seamos conscientes.
¿Y cuando lo somos pero creemos que es tarde para actuar?
Para mí, el pesimismo es otro tipo de negacionismo climático.
¿Cuántos tipos habría?
Varios. Está la gente que dice «yo no me lo creo», y eso significa estar en contra de la evidencia científica. No sé hasta qué punto podemos respetar esta actitud, porque tiene consecuencias en terceras personas. Yo intento respetar, pero a veces la tolerancia no es una opción. Cuando estás actuando en contra de la salud de millones de personas no cabe la frivolidad. Al único negacionista que puedo enteneder es al ignorante (no como insulto, sino en el sentido más puro de la palabra), pero la negación a sabiendas tiene mucho delito. Considero que es un acto de tremendo egoísmo negar la evidencia para seguir con tu chiringuito, porque la Ciencia te está hablando con absoluta seguridad, y lo sabes, pero quieres mantener tu fortuna. O como dijo aquel famoso diputado de Vox: ¡que qué más daba que subieran las temperaturas, que el frío mata más que el calor! Hacer esas ridiculizaciones demuestra egoísmo, crueldad y que no nos importa que mueran personas. La realidad es que el cambio climático ya está aquí y avanza más rápido de lo que predijimos.
Usted ha confrontado a los representantes políticos con esta realidad en varias ocasiones. Por ejemplo, en la última Comisión Climática celebrada en el Congreso de los Diputados. ¿Se ha sentido escuchado?
[Ríe] Bueno, por algunos sí, y me han buscado por los pasillos para ampliar información y así poder convencer a otros compañeros y a empresarios con argumentos científicos. Teresa Ribera [ministra de Transición Ecológica y Reto Demográfico)] es una de ellas. Pero también hay políticos de otros partidos como Podemos, Izquierda Unida, PP, incluso Vox… hay muchos que sí que lo entienden y quieren hacer algo. Lo que pasa es que, por directrices internas de algunas formaciones, no les interesa hacer política medioambiental. Y eso es un fastidio, porque lo que tenemos que entender como sociedad es que la lucha contra el cambio climático no es ni de izquierdas ni de derechas. Es de ser humano.
¿Qué opina de la nueva Ley de Cambio Climático de España?
Que nace tarde y poco ambiciosa con respecto a los objetivos de descarbonización que se han autoimpuesto otros gobiernos europeos. Pero, también, que era necesaria y, por eso, tenemos que defenderla.
¿Aunque no nos guste?
Aunque nos guste poco y nos pudiera haber gustado muchísimo más en algunos aspectos. En otros, es una muy buena ley que sienta herramientas que luego se pueden ir ampliando y mejorando.
Sobre Fernando Valladares
Doctor en Ciencias Biológicas por la Universidad Complutense de Madrid, con premios extraordinarios de licenciatura, doctorado y premio internacional Mason H. Hale (Canadá, 1994). Ha publicado más de 300 trabajos científicos entre artículos y libros, la mayoría en revistas internacionales. Ha impartido más de 150 conferencias y cursos en más de 25 universidades y centros de investigación de todo el mundo. En 2015 se le nombró «Highly Cited Researcher» (científico altamente citado) y pertenece al grupo del 1% de los científicos de mayor impacto del mundo, según Thomson Reuters. Su interés por divulgar la ciencia en general y la ecología en particular le ha llevado a contribuir en numerosos programas de radio y televisión, así como en diversas secciones de periódicos como El País. También tiene más de 10.600 seguidores en Twitter y cada mañana publica en redes sociales lo que él ha titulado como sus «píldoras», resúmenes de artículos científicos que prueban las consecuencias del calentamiento global o aportan soluciones para lo que se avecina.