01/11/2024

El periódico digital de Almansa

La desgarradora historia de Liduvina Formento, la mujer de acero

Las desgracias nunca tumbaron a «Lina», la almanseña de adopción que encontró la libertad en nuestra ciudad
Liduvina Formento Almansa

Liduvina Formento Villanova

, madre coraje de familia numerosa y residente en Almansa desde los años 70, ha sido reconocida por la asociación Mujeres en Igualdad, por su resiliencia, fortaleza y valentía. «Lina» nació en diciembre del 1936, en Alcorisa (Teruel), en el seno de una familia muy humilde. Era la mayor de dos hermanos que tendrían Pascual y Teresa. A su padre, por desgracia, lo mataron al terminar la Guerra Civil española y su madre se desentendió completamente de ella, dejándola con sus abuelos, quienes la criaron.

Comenzó a trabajar desde bien pequeña en el campo con sus abuelos. Hasta que cumplió 15 años, tuvo que buscarse la vida desde jovencita. Se marchó a Barcelona y Montblanc (Tarragona), donde trabajó como sirvienta y como niñera. Solía ir a comprar con las señoritas a Reus y, un día, la llevaron a un sastre para comprarle unos pantalones. Eran las primeras en ponerse pantalones allí, cosa que no estaba bien vista en aquella época. De ahí que las llamaran «las pantaloneras».

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Lina solía acompañar a su hermano a Montblanc a coger el tren y, en uno de esos viajes, conoció al que fue su marido. Al poco tiempo se casaron, el 21 de febrero de 1961, en Zaragoza. Pronto tuvieron que irse a Madrid (por problemas del marido), donde estuvieron, por desgracia, malviviendo de pensión en pensión, sin recursos y embarazada de su primer hijo José Ramón.

Liduvina Almansa Mujeres en Igualdad
Pascual y Teresa, padres de Liduvina

Estando en Madrid, Lina tuvo cuatro embarazos más. Vivió unos de uno de los momentos más tristes y traumáticos de su vida, cuando dio a luz a su tercer hijo estando sola en casa con los pequeños, y este falleció por falta de atención médica. Nuestra homenajeada sufrió muchísimo por está perdida. En Madrid también nacieron Marimar, Juan Carlos y Conchi.

Se marcharon de la capital en 1969 y aterrizaron en Mondragón (Guipúzcoa) por motivos laborales del marido. Las complicadas circunstancias del momento les hicieron muy difícil la estancia allí. Por aquel entonces se sucedían los atentados, día si día también, en el País Vasco. Fue en Vitoria dónde nacieron sus dos hijos pequeños, Eduardo y Fernando, perdiendo además, de nuevo, a otro hijo. Esto, sumado a que uno de sus pequeños vivió en primera persona uno de esos atentados continuos cuando salía de catequesis, provocó que la pareja decidiera mudarse de nuevo.

Liduvina Formento Almansa
Liduvina junto a sus hijos e hijas

Enviaron cartas por toda España pidiendo ayuda. Mientras recibían contestación, Cáritas y unas monjas de Mondragón les ayudaron a sacar adelante a sus seis hijos. Les contestaron muchos lugares, siendo uno de ellos Almansa. Así fue como decidieron trasladarse a nuestra ciudad. En 1978, al poco tiempo de estar aquí, montaron su primer negocio: la hamburguesería El Rancho. Además, sus dos hijos mayores encontraron trabajo en la industria del calzado.

Lina, mujer fuerte donde las haya, llevó adelante el hogar, la familia y el bar. Sin embargo, la situación era insostenible debido a las deudas del marido y otras cuestiones familiares. Esto provocó que Lina se fuera de casa con sus seis hijos y, finalmente, se separara a la edad de 48 años. Para mantener a sus pequeños, se puso a limpiar en La Ramona y allí donde había un trabajo que pudiera realizar para poder ocuparse, como siempre ha hecho, de su familia.

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«El beso más valioso» – Liduvina Formento besa a su nieta en la gala de Mujeres en Igualdad

Fue a los 50 años cuando la llamaron para trabajar en el Ayuntamiento, en el Servicio de Ayuda a Domicilio. Ella confiesa que fue en ese momento cuando comenzó a vivir; cuando comenzó a ser dueña de su vida. En su trabajo, que iba a domicilio, era muy querida por todas sus compañeras. También por todos los usuarios a los que atendía con celo. En ese servicio estuvo trabajando hasta que alcanzó la edad de jubilación, a los 66 años. La gran familia que ha formado el Lina, como se suele decir, con sangre, sudor y lágrimas (a veces demasiadas lágrimas), hoy es mucho más amplia. Tiene 13 nietos e incluso dos bisnietos, que le dan las mayores de las alegrías.

Este artículo está englobado dentro del acto-homenaje a 8 mujeres almanseñas que la asociación Mujeres en Igualdad realizó el viernes, 11 de marzo, con motivo del Día Internacional de la Mujer. Para conocer todas las historias haz clic en este enlace: Mujeres de Almansa.

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