Corría el año 1975 y, por fin, España cerraba la puerta al franquismo. Se pasó de un gris dictatorial a querer experimentar toda la gama de colores. «La movida fue un movimiento revolucionario que rompió con lo establecido. No se venía de un momento de bienestar social ni de complacencia: el cuajo fue, justamente, el momento convulso que se vivía. La Guerra Fría y la constante amenaza nuclear… ahora parece que todo eso ha vuelto, ¿no?», se pregunta Mercedes Ferrer, en conversación con los medios de comunicación locales, antes de que dieran inicio los XIV Encuentros con la Memoria organizados por la Asociación Cultural Pablo Iglesias y celebrados, del 30 al 31 de marzo, en el Teatro Principal de Almansa.
Divididos en mesas de cuatro comensales, el público asistente comparte birras y cubatas mientras reflexionaba sobre las experiencias de la cantautora –quien fuera la voz principal del grupo La Llave, que teloneó a The Cure en el 85– y ríe con las irreverentes anécdotas de Juanjo Valmorisco, líder de la banda de rock y punk PVP. «Nosotros vivimos el último coletazo de la Guerra de Vietnam. The Clash es una banda fundamental para entender este momento, con su London Calling», afirma Ferrer. En este tema, el líder de la banda se imagina todas las maneras en las que al final iban a morir.
«Quizá fue eso lo que nos llevara a vivir más rápido y más intensamente. El tener la espada de Damocles del fin del mundo sobre la cabeza, el ver los fracasos de las políticas neo-hippies, el ver que el Mayo del 68 se había deshecho como un azucarillo entre los fascismos sudamericanos y las políticas nucleares», medita Valmorisco. «Esa posibilidad de que el mundo se acaba te hace ver la calle de otra forma, te hace querer que nadie te quite ni un minuto de tu vida –continúa–. Nosotros estrenamos los impuestos, el IVA, el sida, la caída del muro de Berlín. Nacimos de la decepción, del “paso de todo”, de la impaciencia por las tener todas las libertades. Porque nosotros quisimos hacer uso de las libertades; no esperamos a que hubiera una Constitución para hacerlo. No esperamos a que la policía nos dejara tomar las calles, nos ganamos los espacios, tomamos los carnavales, las fiestas populares, las salas, los conciertos, la igualdad entre tíos y tías. Madrid, en ese momento, es un ambiente de absoluto libertinaje».
La ponencia, moderada por una fenomenal Ángela Molas Crespo, tocó todos los palos: drogas, igualdad de género y orientación sexual, derechos sociales, movimientos artísticos, fanzines y cómo el capitalismo –encarnado en las grandes discográficas– acabó fagocitando a la movida de los 80 para reducirla al «momento de Alaska, Ana Torroja y Almodóvar». Si algo quedó claro es que «la movida no fue solo madrileña», como acentuó Enrique Gil, representante de Pablo Iglesias. La explosión sucedió en todas partes. «La movida no nace en Madrid, es el público de todos los puntos de España quien va a la capital y exige que exista», afirmó Valmorisco. De hecho y, en su opinión, «aquí en la Delpho’s de Almansa se escuchaba mejor música que en Madrid», sobre todo ya entrados los años 90, momento en que las discográficas «absorben», en palabras de Ferrer, a las pequeñas independientes.
Atrás quedaron los años de ambos en la sala M&M, precedente del Rock-Ola y bastión musical. Aquellos tiempos en los que «la lucha era a base de punk, chupas de cuero y escupitajos», resume Juanjo, en los que los grises entraban a diario en el Monumental Club y pegaban palizas a Las Vulpes por cantar «algo relacionado con el País Vasco». Eran momentos convulsos de «subversión total» y, sin duda, la peor parte fue que «a algunos nos costó la salud y a otros la vida». Pero también fue una época de juventudes despiertas, de emancipación social, de libertad desmadrada. Un hervidero cultural, creativo y social que ha marcado nuestra historia hasta hoy día.
Pero no solo se vivió en Madrid. Almansa no estaba fuera del mundo y, en nuestra tierra querida, también se vivió con rebeldía esta revolución cultural. Para poder adentrarnos en este gran ecosistema de grupos y artistas, el periodista Joaquín Sánchez, filmó una pieza documental que, posteriormente, se convirtió en una docuserie: Cuando fuimos modernos. Fue el propio director del documental quien puso el broche de oro a la edición más esperada de estos XIV Encuentros con la Memoria.