Este es el germen del Club Skate Almansa, que nace con la llegada de Miguel Colque a la ciudad. | Parece que fue ayer, pensarán algunos, cuando en los barrios de Almansa se veían por primera vez los pantalones anchos, las gorras de visera plana y un bombo-caja constante sonando en loros de pilas. Ya peinan canas aquellos pioneros que acogieron en nuestra tierra la cultura hip-hop, una esencia urbana que traía bajo el brazo música, arte plástico, literatura y actividad física. Esos chicos con pinta «de macarras» rulaban sobre sus tablas de skate como auténticos misioneros del asfalto. Aquí, en una zona rural, tuvimos la suerte de contar con auténticos artistas de esta cultura. Algunos de ellos triunfaron en sus disciplinas: ya fuera pintando grafitis, creando raps o bailando break-dance. Pero de toda esa cultura, ya solo quedan resquicios de un pasado glorioso. Las nuevas modas y la paulatina muerte de la vida social en los parques han relegado al olvido muchas de estas prácticas, pero sin duda, de todas ellas, la más afectada es la del skateboarding. 

Parte de la juventud de hoy en día, tristemente acostumbrada a una movilidad no activa, ahora prefiere el patinete eléctrico a la tabla de skate. La disciplina del deporte y el sentimiento de pertenencia a un grupo en demasiadas ocasiones se limita a jugar al FIFA online. Y seguramente lo que antes era de chicos modernos y guays, ahora es de frikis y raritos (que al fin y al cabo, parafraseando al Willy Wonka de Tim Burton, son las mejores personas). 

En este escenario ha llegado a Almansa todo un joven campeón nacional de skate en Bolivia, entrenador de la selección boliviana de skate  y expresidente y fundador del Comité Técnico de Skateboarding Boliviano. Uno de los mayores impulsores de este deporte en aquella nuestra querida América Latina de habla hispana. El amor por su hijo lo ha traído hasta aquí y la pasión por el skate que porta pegada a su piel ya ha revolucionado los parques de la ciudad. Su nombre es Miguel Colque Aoiz y lleva un mágico proyecto entre manos que aúna la experiencia y conocimiento de «las viejas glorias almanseñas» con la energía y ganas de crecer de la juventud local. Este es el germen del Club Skateboarding Almansa: un proyecto que rompe con la droga, la soledad y la vida sedentaria a base de ollies, shove-its y backflips.

Hola Miguel, encantados de poder charlar contigo en La Tinta de Almansa. Cuéntanos para entrar en materia: ¿Cúal fue tu primer acercamiento al skate?

Miguel Alberto Colque Aoiz (1990). Santa Cruz, Bolivia. |  No lo vi ni en la tele ni en videojuegos. Fue una tarde que paseaba por la calle allá por 2003 en Santa Cruz, Bolivia, siendo un niño. Recuerdo que cerca de mi casa había un skatepark en construcción, se llamaba «El Arenal». Me llamó la atención ver a los niños utilizarlo como tobogán. Pero de repente vi que un skater y su tabla hacían trucos sobre él. Ahí fue cuando entró el interés. Con el propio dinero que ahorraba siendo niño conseguí comprar mi primera tabla. En aquellos tiempos, sin móvil ni internet, fue mucho más difícil aprender a patinar, pero desde ese momento no me he bajado de la tabla. Era tan grande mi pasión por este deporte que incluso llegué a patinar con un solo rodamiento (rueda) de mi tabla. Cuando la afición se extendió y comenzaron a abrir skate shops (tiendas de skate), tuve el apoyo necesario para patinar para siempre. Con el tiempo descubrí la competición. Poco a poco pasé de quedar en últimas posiciones hasta quedar en primer puesto. Ahí ya comencé a verlo como un deporte, no solo como un hobby. Todo ello fue gracias a mi madre, me ayudó mucho y me permitió salir muchas horas a patinar.

¿Cómo es la sensación cuando subes por primera vez a una tabla?

El simple hecho de avanzar cinco pasos sin caerte ya era mágico, satisfactorio. Nadie me enseñó. Creo que por esta misma razón ahora quiero enseñar a patinadores más jóvenes. 

¿Cómo has terminado en España y qué proyecto llevas entre manos?

En 2017 nació mi hijo, Mikael, y tuve que apartarme de la competición y dedicarme al aspecto más dirigencial. Mikael tiene a sus abuelos aquí en España desde hace 25 años, un año vinimos a visitarlos con su mamá y justo apareció la pandemia. De esta manera, tras cuatro años de confinamiento, decido venir al país para estar con él. En ese momento es cuando llego a Almansa. En esos días paseo por sus calles y me doy cuenta de que no hay skaters, los iba buscando por todas partes con mi tabla. Veía muchos patinetes eléctricos e incluso patines, pero a nadie con skate. Empecé a buscar por redes sociales y encontré a gente de los noventa, incluso a uno de 1979 (nuestro compañero Blas Caballero), son gente que ha hecho muchísimo por el skate y la cultura que le relaciona, pero su vida adulta ya no les permite dedicarle tanto tiempo como antes a esta pasión.

No veía a chicos más jóvenes, hasta que un día vi a un chaval de 16 años patinando y me fui directo a por él con mi tabla. Le pregunté que dónde se juntaba el grupo y me dijo que solo hacía skate él y un amigo suyo. Les dije de juntarnos para practicar y a los pocos días un tercer amigo se compró una tabla para acompañarnos. Este chaval al que me refiero vive fuera y viene cada fin de semana a Almansa solo para hacer skate. Antes no venía apenas, pero ahora tiene un grupo bonito de jóvenes que le hace venir. Con el paso de los días me di cuenta de que en esta ciudad no hay una estructura o club de skate, se que existió una importante escena, pero no hay asociaciones ni escuela de skate. Entonces decidí emprender un club de skate. Amo este deporte y tengo la energía suficiente para luchar por él. 

Has conseguido reunir a diferentes generaciones de skaters ¿Cuál es vuestro objetivo? 

Sí. Hemos ido tocando puertas a antiguos skaters: Blas, Pegaso, Edu, Tino, Raúl… Todos tienen su diferente ritmo de vida, pero el amor al skate es algo que se pega a tu piel y es difícil de quitarte. Entonces hemos conseguido formar un grupo que, a pesar de no patinar todos los días, sí que consigue dedicar cierto tiempo a la semana. El objetivo ahora es realizar tramitaciones para formar el Club Skateboarding Almansa. Queremos hacer proyectos que puedan interesar al ayuntamiento, queremos dar una salida social, una alternativa a los niños con este deporte. Sabemos que el presupuesto para el skate o es poco o no existe, y es precisamente eso lo que queremos cambiar. Ya nos están ayudando desde otras ciudades o provincias. Queremos potenciar este deporte, hacerlo crecer. 

¿Cómo ves a los más jóvenes? 

Se sorprenden mucho con los trucos que ven por redes sociales, pero no tienen ese contacto directo con la persona que los hace. Patinando juntos yo les enseño las claves para hacer cosas similares, no muy difíciles ya que yo hago cosas de nivel intermedio como mucho, pero abiertamente les enseño todo lo que hace falta para hacerlos y noto su agradecimiento. Ellos se sienten muy bien y para mí también es satisfactorio. 

¿Cuáles son las sensaciones en estas quedadas? 

Los jóvenes están felices. Querían patinar y querían patinar con amigos. Solo con dos o tres personas ya nos divertimos. 

¿Dónde os estáis reuniendo? 

Solemos ir a lo que aquí llamáis «La Uve» (en el parque de la avenida Ramón y Cajal). Ese sitio está quemado, mal utilizado. La gente lleva a sus perros para que hagan sus necesidades allí. Hay jóvenes que lo utilizan para beber cerveza y «fumar sus cosas». Pero desde que hemos llegado ahí hemos conseguido moverles del sitio. Ya no se sientan en ese muro porque utilizamos cera para hacer resbalar la tabla y entonces ya no quieren sentarse ahí porque se manchan los pantalones. 

Me encanta esto que me dices. Un gran ejemplo de cómo el deporte rompe con la droga y cómo los buenos hábitos superan a los perjudiciales. ¿Cuál es el estado de esa «uve»? ¿Es un skatepark en condiciones?

Lo primero es que eso no es un skatepark como tal. Lo segundo es que ese piso está lleno de grietas. Incluso es muy peligroso intentar hacer trucos en esa rampa. No se de qué fecha será, pero necesita un arreglo. Desde aquí propongo al ayuntamiento hacer un arreglo en conjunto, con unos simples sacos de cemento podemos hacer maravillas en ese lugar. Podemos hacer mil cosas: skate para personas con discapacidad, para mayores… En general, venimos a aportar desde el conocimiento. Personalmente he gestionado muchos proyectos de skate en Bolivia, los cuales comencé tras recibir ayuda desde Argentina, Perú y Brasil, ya que fuimos pioneros en mi país. 

Dame razones por las que enamorarse del skate.

Cuando subes al skate te olvidas de tus problemas. Eso especialmente me ayudó a mí en mi infancia. Mis padres se divorciaron y el skate me dio felicidad para poder desconectar. Por otra parte, el skate te da disciplina, y es que debes intentar una y otra vez el truco para que te salga finalmente. Con cada truco bien hecho tienes una satisfacción que te ayuda a seguir adelante. Es un deporte que te da libertad, porque no tiene reglas: puedes hacerlo de mil maneras. En general es un deporte y con todo lo bueno que ello conlleva. 

¿Cómo te imaginas el futuro del skate en Almansa?

Espero que haya más de un club. Que los jóvenes lo desarrollen a su estilo. Me imagino una asociación que pise fuerte y presente proyectos interesantes a nivel local. Ojalá con un skate park en Almansa, aunque no sea enorme, pero que sea de alto rendimiento, con medidas actualizadas y donde se pueda progresar. Me imagino competiciones de skate en Almansa, podemos ser como Alicante donde se celebra su Skate Cup. Me imagino un circuito de skate en la provincia con Almansa como capital. 

¿Qué le dirías a un niño cuyo sueño es patinar y poder dedicarse a este deporte? 

A cualquier niño le diría que luche por sus sueños. El talento no tiene edad y más en este deporte que ya es olímpico. Que se apoye en sus padres. Si les damos la infraestructuras a todos los niños, el talento surgirá de cualquier parte. No todo es Madrid y Barcelona, el talento también puede surgir de Almansa. 

La pregunta de oro: ¿Cuándo has sido verdaderamente feliz en tu vida con el skate? 

Te voy a decir tres momentos. Uno: cuando conseguí ser campeón nacional. Dos: cuando mi hijo se subió al skate por primera vez y sin que nadie se lo dijera. Tres: cuando estuvimos en Paraguay como entrenador de la selección boliviana de skate en los Juegos Suramericanos y entramos desfilando en un estadio lleno hasta la bandera junto al resto de países. Cuando anunciaron el nombre de Bolivia y toda esa gente nos recibió entre aplausos fue realmente emocionante.

Puedes seguir al recién nacido y en construcción Club de Skateboarding en el siguiente enlace: Instagram del Club Skate de Almansa. 

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