Por Esther Monge Hernández y Silvia Tomás Tomás. | En los últimos meses, la cuestión palestina ha ocupado grandes noticiarios y titulares a lo largo del mundo. Desde octubre, la violencia de Israel en Gaza ha ido escalando hasta convertirse en el primer genocidio televisado de la historia. Una masacre que cuenta con el mayor número de periodistas asesinados en conflictos a nivel histórico, superando la guerra de Vietnam.
Según la UNRWA, a día de hoy, son más de 12.300 menores asesinados por las bombas, más que el total de los jóvenes fallecidos en todo el mundo entre 2019 y 2022. Que se suman a la desgracia de millones de personas desplazadas desde hace 76 años, a las que se les niega de forma sistemática el derecho al retorno reconocido por Naciones Unidas.
LA NAKBA CONTINÚA
Sin embargo, esta limpieza de población de la que hablamos no comenzó el pasado octubre si no hace, justo hoy, 76 años. El 15 de mayo de 1948, la población sionista que habitaba el territorio palestino decidió, de forma unilateral, crear el que sería y es el Estado de Israel. En este proceso, reclamaron a base de ocupación y violencia el territorio perteneciente a Palestina comenzando la Nakba, un término árabe que se traduce como “la catástrofe” que la población de palestina ha utilizado para describir su situación desde entonces.
Desde este 15 de mayo de hace 76 años, el Estado sionista se ha anexado más de la mitad del territorio palestino ya sea de forma total como el caso de la ciudad de Haifa o mediante la creación de colonias en los territorios de Cisjordania. Estas colonias, que funcionan como pequeños pueblos o barrios situados a las afueras de las ciudades palestinas, son una flagrante una constante violación del derecho internacional humanitario que condena el desplazamiento de población civil, es decir de colonos, a territorios externos.
Esto solo fue el principio de una catástrofe continua y que llevan sufriendo los y las palestinas desde hace 76 años. Las quemas de campos, envenenamientos de la tierra y el agua, limitaciones de movimiento mediante puntos de control militar – checkpoints – en las entradas y salidas de las ciudades y los centros de trabajo, la destrucción sistemática de las localidades palestinas, el bombardeo de los centros educativos – incluidas las 7 universidades de Gaza- los secuestros y asesinatos de personas inocentes, de menores, cuyos crímenes se resumen en uno solo: son de origen palestino. Es una limpieza étnica incomparable; mientras la población palestina sufre desde hace décadas la opresión del Estado de Israel, el resto del mundo observa y se pregunta cómo podría haberse evitado el holocausto y celebra el fin del apartheid sudafricano.
Si bien es cierto que es tarea de las grandes instituciones y empresas el parar este genocidio, no por eso tenemos que desvincularnos. Grandes manifestaciones han recorrido el Estado español desde octubre del pasado 2023, pero destacan especialmente las acampadas de la comunidad universitaria en sus campus, siendo Valencia la primera de todo el país que ha conseguido movilizar tanto a la comunidad universitaria como al pueblo valenciano, que se ha volcado en el apoyo a la lucha Palestina. Así, se ha prendido la llama de la movilización estudiantil, extendida por toda España, cansada de que se asesine en su nombre y exigiendo a sus rectores y rectoras que escuchen las demandas, que rompan relaciones con Israel y sus instituciones cómplices y que se sumen al grito que ya recorrió España en 2003 de “no a la guerra” o, en este caso, “no al genocidio”.
Una de las cuestiones que se han suscitado en las redes sociales como X (antigua twitter) es que muchas veces vemos películas de la II Guerra Mundial, vemos tales atrocidades que es imposible pensar dos cosas: la primera, ¿cómo nadie lo pudo parar?, la segunda, que eso nunca jamás podría repetirse. Sobre esta segunda creemos que no hace falta decir que la historia se repite constantemente y que no ha cesado para Palestina. Pero si nos resulta alentadora la primera pregunta porque ¿realmente podemos pararlo? Como hemos dicho, el fin de la venta de armas o de los contratos comerciales, establecimiento de embajadas etc. no depende de nosotros y nosotras, pero hay algo que si lo hace: la campaña de Boicot, Sanciones y Desinversiones (BDS en adelante).
LA CAMPAÑA INTERNACIONAL DEL BDS
Creada en el 2005 tras el éxito que esta tuvo contra el Apartheid en Sudáfrica, la campaña internacional del BDS es un movimiento social internacional que se basa en la premisa de hacer boicot tanto al gobierno y empresas israelíes como a aquellas que colaboran con éstos, las sanciones a las instituciones sionistas como Egipto y Sudáfrica han exigido a la Corte Penal Internacional y las desinversiones a esas empresas e instituciones como, por ejemplo, finalizar los contratos de compraventa con las empresas de armamento israelíes, de las cuales el gobierno de España es muy buen cliente y vendedor.
A lo largo de sus casi veinte años de historia, el BDS ha conseguido una multitud de victorias, entre las que destaca el caso de McDonald’s que ha reconocido cuantiosas pérdidas como producto de la campaña de BDS desde que, con la nueva masacre, saliera a la luz que estaba enviando alimentos al ejército israelí. Otro de los casos de boicot más destacados en las últimas semanas por el movimiento BDS han sido las campañas en contra de la participación de Israel en el festival de Eurovisión que, al igual que en el caso de McDonald’s ha tenido una fuerte repercusión en redes sociales e incluso en el propio festival por parte del público asistente, destacando las movilizaciones y los cortes de emisión en la televisión belga.
En resumen, el mensaje que las dos redactoras queremos transmitir es que tenemos la capacidad de hacer algo por Palestina desde casa, en nuestras rutinas diarias, como en la elaboración de la lista de compras o en nuestro tiempo de ocio. ¿Cómo logramos esto? A continuación, presentamos pautas prácticas que, si son adoptadas de manera colectiva en nuestros hogares, tienen el potencial de influir significativamente en el destino de Palestina:
- Mira la procedencia de los vegetales que compras. Desde hace algunos años muchos supermercados, en especial Mercadona, tienen varios productos vegetales de procedencia israelí. Productos que han sido cultivados y extraídos de forma ilegal de territorio palestino. Suelen darse sobre todo en patatas y dátiles.
- No compres tecnología de la marca HP, la cual es uno de los principales objetivos de la campaña de boicot internacional ya que esta es la que proporciona el equipamiento y la tecnología al ejercito sionista.
- No consumas en los establecimientos marcados como cómplices, entre los que han destacado McDonald’s y Starbucks.
- Apuesta por la banca ética, no aquella que, como el Banco Santander, BBVA o CaixaBank, entre otros, financian proyectos energéticos en los territorios ocupados en Cisjordania.
- Evita comprar fármacos de TEVA o cosméticos de Garnier ya que ambos producen en Israel a costa de los territorios y los recursos de las personas palestinas.
- Descárgate la lista de productos a boicotear de la red española de solidaridad con el pueblo palestino en este enlace: https://boicotisrael.net/ca/productos/
Todo el mundo ha de aprender del pueblo palestino el espíritu de resistencia, su filosofía de vida, su Sumud, porque por muchas veces que intenten derrocar al pueblo palestino, este siempre se levanta. Palestina nos enseña esperanza, Palestina nos enseña vida y por esa vida tenemos que luchar, porque con nuestras actuaciones podemos conseguir que esta sea la última vez que Palestina tenga que reconstruirse. Para ello, la población de nuestros países se ha de movilizar y poner fin a la mayor injusticia de nuestro tiempo. Como llevamos años gritando, “si se muere palestina, se muere la humanidad”, no permitamos que esto pasé y pongamos fin al genocidio y régimen de apartheid desde todos nuestros hogares.