Os proponemos un viaje en el tiempo. Hoy es 24 de octubre de 1936. El día amanece ventoso y frío. Largo Caballero prepara la defensa de Madrid. Cientos de kilómetros al sur, una comparsa de observadores internacionales acude al Corredor de Almansa para inspeccionar el trabajo de los republicanos.
Les recibe un tipo uniformado, nervudo y de rostro grave. Se trata del Comandante Ostrogov, de la Base de las Brigadas Internacionales en Almansa. Al ruso le acompañan dos almanseños ilustres: el Alcalde de la ciudad, José Hernández de la Asunción, y el Secretario del Ayuntamiento y dirigente de la CNT en la ciudad, Isaac Gómez Ferre.
Comienza la ruta. Ostrogov explica que, ante la inminencia del ataque enemigo, las Brigadas Internacionales y el Ejército Popular de la República se encuentran construyendo un búnker de comunicaciones y otros de carácter defensivo con trincheras, además de hangares para camiones y un puente para facilitar su paso.
La Guardia Civil: un invitado inesperado
La comparsa no había llegado aún al viaducto cuando un coche patrulla de la Guardia Civil de Almansa entró en escena y devolvió a los observadores internacionales al presente. «Hemos recibido un aviso de que un grupo de personas ataviadas de militar y con banderas republicanas estaban cruzando la autovía», rió uno de los dos agentes que se personaron en la zona.
El Teniente alemán exiliado por la llegada del nazismo a su país, Christian Zahn (en realidad, Javier Ruano), y Ostrogov (el arqueólogo Enrique Gil) comparecieron ante las autoridades: «Hemos pedido los permisos; estamos realizando un recorrido teatralizado», explicó el segundo. Y, entre carcajadas, se disolvió el malentendido. El comandante aprovechó para explicar que la Guardia Civil almanseña leal al Golpe de Estado se refugió en el cuartel hasta que fueron apresados por la guardia republicana.
La Asociación Cultural Pablo Iglesias organizó estas rutas teatralizadas en Almansa con dos recorridos explicativos (uno por los búnkers y otro por la zona urbana), para recordar el paso de las Brigadas Internacionales por esta localidad durante la Guerra Civil Española, desde otoño del 36 y hasta octubre de 1938.
Los asistentes adoptaron el papel de observadores internacionales (incluso se les regaló una pegatina estrellada para que se la colocaran en el pecho, a modo de reconocimiento oficial) y Ostrogov explicó que el objetivo de estas rutas es «ponernos en relación con el pasado de forma objetiva y conocer nuestro patrimonio».
Llegados al puente, un miliciano y una sindicalista con mono azul reciben a los observadores. Se cuadran. Ostrogov y Zahn preguntan por el desarrollo de la construcción del puente. Pero algo falla: ¿dónde están los rusos? «Se han ido a Almansa a almorzar, teniente. Se negaban a seguir trabajando sin vino».
La noticia provoca las risas entre los asistentes, pero el Teniente asegura que los soviéticos pasarán esta noche en el calabozo del Convento de las Agustinas por ausentarse de la obra. El Comandante Ostrogov pregunta cómo se llamará el viaducto. «Puente Rusia, señor», responde la milicia. «¿No iba a llamarse Revolución Española? En fin, no se olviden de gravarlo para facilitar el paso de vehículos y artillería pesada».
El Alcalde y su secretario continúan la inspección del desarrollo de las obras para la línea de defensa. En el primer búnker defensivo les reciben los militares. Ostrogov demanda que las obras estén terminada antes de que llegue el invierno, pues las tropas franquistas están asediando Madrid. «Es importante trazar una doble línea defensiva hasta llegar al Mugrón, con puntos de artillería y hangares para camiones. Quiero el puesto de comunicaciones pegado a la vía, y que sigáis el informe del arquitecto militar Joan Capdevilla». Uno de los capitanes responde: «Estamos siguiendo esas indicaciones y no olvide que utilizamos el mejor cemento posible: el de las Industrias de San Vicente de Alicante».
Los viejos búnkers de la Guerra Civil situados en Almansa se encuentran muy bien conservados, pues, y pese a la urgencia de Ostrogov, nunca fueron utilizados. En la entrada, la Asociación Pablo Iglesias había colocado un mapa auténtico sobre la mesa. También aderezaron la escena utilizando proyectiles desactivados y otros enseres, como cantimploras, prismáticos y cascos militares.
Una última sorpresa aguardaba al final de la ruta: dos «bribones» hicieron estallar un explosivo (un petardo) por accidente, en mitad del camino. «Lo siento, mi comandante, ¡son menores, son muy jóvenes aún!», medió el militar al cargo. «¡Esto no es el Ejército de Pancho Villa, es el Ejército del Gobierno de la República Española!», exclamó un airado Ostrogov. Los años demostrarían que la inexperiencia de la mayoría de las tropas y la falta de medios tecnológicos (aviones, tanques, etcétera) fueron factores decisivos de la derrota republicana.
La Guerra Civil Española fue, por tanto, un largo periodo de aprendizaje en el que los dos bandos pagaron un alto precio en vidas humanas. Las rutas teatralizadas de la Asociación Pablo Iglesias dotan de cuerpo a este y otros hechos. «Fue un día tremendo y emotivo en el que, desde la asociación, recordamos en el contexto de la guerra y a aquellos voluntarios internacionales que se desplazaron a España para unirse al Ejército Popular. Recordar es el mejor antídoto para combatir la desmemoria», expresan.
En reconocimiento, se adjuntan los nombres de los almanseños que participaron en la reconstrucción y personificaron a las BBII: Irene, Víctor, Blanco, Javier, Rodrigo, Íker, Rafa, Celso, Andrés, Nicolás, Anna Janina, Juan Carlos y Adrián.
Quizás te interese: