A poco más de media hora en coche de Almansa, ocultos en los parajes del sureste levantino, cruzados hoy por autovías y sembrados, reposan silenciosos los vestigios de un tiempo en que el brillo del vidrio fabricado en el Egipto de los faraones cruzaba continentes. Hablamos de los yacimientos de El Amarejo, en Bonete (Albacete), y de Cabezo Redondo, en Villena (Alicante), que esta semana se han convertido en piezas clave de un puzle milenario que desvela los secretos del comercio y la tecnología durante la Edad del Bronce.
Un reciente estudio multidisciplinar, liderado por investigadores de la Universidad de Alicante (UA) y la Universidad de Augsburgo (Alemania), ha revelado que ornamentos de vidrio llegaban a la península ibérica desde Centroeuropa, Egipto y Oriente Próximo en esta época. El hallazgo no solo deslumbra por su antigüedad o por revelar una evolución en las recetas empleadas en la fabricación del vidrio a lo largo de los siglos.
También destaca por contar la historia que esconde cada cuenta de vidrio: viajes imposibles, rutas comerciales inexploradas, manos artesanas especializadas y redes de intercambio cultural entre los pueblos mediterráneos que se tejían mucho antes de que los fenicios pisaran estas tierras.
La investigación se basa en el análisis de 17 cuentas de vidrio recuperadas en yacimientos arqueológicos de Alicante y Albacete. También bebe del trabajo conjunto de Cinzia Bettineschi, de la Universidad de Augsburgo, y de los profesores de la UA Virginia Barciela González, Gabriel García Atiénzar y Alberto José Lorrio Alvarado, así como de Mauro S. Hernández Pérez, profesor emérito de esta institución académica.
Hallazgos en los yacimientos de Villena y Bonete
En Cabezo Redondo, uno de los asentamientos más relevantes del Bronce Tardío en el este peninsular, han aparecido cuentas de vidrio elaboradas con ceniza vegetal. Este tipo de piezas predominan durante el Bronce Tardío (un período marcado por faraones como Ramsés II y Tutankamón) en Egipto y el Próximo Oriente desde el II milenio a. C., según el trabajo.
Algunas, incluso, están decoradas con bandas de colores que evocan la estética del Mediterráneo oriental. «La sofisticación técnica de estas piezas refleja un notable grado de especialización artesanal y evidencia la conexión directa del poblado con zonas costeras del Mediterráneo oriental», señala el estudio.
Y si Villena mira hacia el este, Bonete lo hace hacia el corazón de Europa. En el monumento funerario de El Amarejo (excavación de este poblado íbero en la imagen principal), también datado en el Bronce Tardío, se ha descubierto una cuenta de fayenza vítrea LMHK. Se trata de «una tecnología característica de producciones locales centroeuropeas, lo que indica contactos con talleres del centro del continente». A través de esta pequeña pieza, El Amarejo se conecta con un entramado continental de intercambios.
«Uno de los descubrimientos más destacados es el de una cuenta de azul egipcio en el yacimiento de Peña Negra, en Crevillent (Alicante)», apuntan los investigadores. Este municipio se encuentra situado en la comarca del Bajo Vinalopó, a una hora en coche de Almansa. La pieza se sitúa «en contextos de los siglos X a IX a. C., la evidencia más antigua conocida de este material en el occidente mediterráneo», señalan los investigadores.
No situamos en la época del Bronce Final, un dato importante porque con este hallazgo «se documentan por primera vez en el sureste peninsular los vidrios fabricados con natrón, una tecnología vinculada al mundo egipcio y al Mediterráneo oriental desde los siglos X-IX a.C.».
Lejos de ser una mera anécdota arqueológica, estos descubrimientos iluminan un pasado más complejo de lo que habíamos imaginado. «Este trabajo no solo amplía el conocimiento sobre la tecnología del vidrio en la Prehistoria europea, sino que también demuestra la complejidad y dinamismo de las redes de intercambio prehistóricas», afirman los autores.
Ese intercambio no solo era importante en el pasado, sino en el presente, pues este trabajo destaca la importancia de la colaboración interdisciplinar en la investigación arqueológica, consolidándose como un hito en los estudios arqueométricos para el sur de Europa».
El brillo del vidrio, milenios después, sigue reflejando algo más que belleza: nos habla de la capacidad humana para conectar, innovar y trascender sus propios límites geográficos. Como concluyen los investigadores, «los resultados abren nuevas vías de investigación sobre el origen y circulación de materiales vítreos, así como sobre la interacción de los grupos de la península ibérica con diferentes grupos culturales».
Y en este camino, los yacimientos arqueológicos de Bonete y Villena, tan cerca de Almansa, ya no son puntos remotos en el mapa: sino máquinas del tiempo que nos guían hacia los orígenes de la civilización en lugares como Egipto.