Hace unos años me dirigía a Santiago en avión desde el aeropuerto de Alicante. Durante el vuelo, entablé conversación con un simpático caballero que tenía en el asiento de mi derecha. Tras una breve charla, le pregunté que cuál era su procedencia. El señor me respondió que era de Betanzos, una pequeña villa marinera en la provincia de A Coruña. Para más información, me dijo que era el municipio del mítico portero del Real Madrid, Paco Buyo. Ante la coletilla futbolística, le respondí que yo era oriundo de la ciudad natal de Santiago Bernabéu. Sin dejarme terminar, el señor me contestó: de Santa Pola ¿verdad? Allí tiene una gran avenida con su nombre.

Ante mi sorpresa, eché la mirada atrás y pensé en la pequeña plaza que tiene en Almansa. ¿Cómo era posible que en su ciudad natal se le recordase con una pequeña placeta de un barrio nada céntrico? Además, para mayor desconocimiento, popularmente se conoce como placeta «Sendra», ya que en ese lugar se encontraba la antigua fábrica de calzado del mismo nombre, hoy biblioteca municipal y centro de mayores «11 de Marzo».

Tras indagar en su origen, la plaza era conocida como calle Campanario. Sin embargo, tras la Guerra Civil y la victoria del General Franco, se renombró como Plaza Queipo de Llano. Con la llegada de la democracia y la Constitución, en noviembre de 1979, el Ayuntamiento almanseño aprobó una lista para el cambio de 23 vías urbanas, la mayoría de ellas respondía al nombre de generales y militares franquistas.

Uno de esos cambios afectaba al general Queipo de Llano, que también tenía su nombre la actual calle Manuel de Falla. De este modo, igualmente se decidió cambiar el nombre de la plaza por el de Santiago Bernabéu. El presidente del equipo blanco había fallecido un año antes, por lo que su legado institucional y méritos deportivos ya eran conocidos. Existen fotografías del cortejo fúnebre de Bernabéu acompañado por centenares de almanseños que se dirigían hacia el cementerio municipal. Por lo tanto, ¿qué motivó a la corporación municipal para no renombrar una de las principales vías con el nombre de tal ilustre almanseño?

El nombre de las calles no suele ser un ejercicio aleatorio. A lo largo de la historia eran los vecinos los que ponían el nombre a las vías de la localidad. Sin embargo, a partir del siglo XIX, los conflictos políticos provocaron que se sucedieran distintos nombres de su ideología política. Más tarde, con las dictaduras se pusieron por imposición y, en periodos democráticos, por consenso.

Una de sus principales funciones es la de conmemorar hechos o personajes históricos que tienen un importante valor para la colectividad de un pueblo. En Almansa, a lo largo de la historia, se han intentado ocultar estos aspectos históricos por convicciones políticas o por desconocimiento. Por poner un ejemplo, la Batalla de Almansa, nuestro mayor acontecimiento histórico, tiene una pequeña calle peatonal en los límites del casco urbano. Sin embargo, en el peor de los casos no aparecen en el callejero, como el cantón de Almansa o la Fragata Almansa, dos referencias históricas importantes que, curiosamente, sí aparecen en otras poblaciones de España.

En ciertas ocasiones se ha hecho justicia histórica como el caso del parque municipal Mariana Pineda que cambió por el de “Los Colomas”. Lo que fue una de las fábricas de calzado más grandes de Europa había sido demolida y olvidada por la memoria colectiva del callejero almanseño.

Es de justicia mantener los nombres históricos de las calles de Almansa ya que nos permite conocer la historia y la cultura de las poblaciones y, por otro lado, homenajear a las personalidades locales que sean importantes para la memoria colectiva de la población.

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