La obra de Edu Arráez nace en sus manos, pero termina desembocando en tu cabeza. Él es licenciado en Bellas Artes, profesor de Bachillerato artístico y artista pictórico. Trabajó en Almansa durante años y, ahora, desarrolla su profesión en un instituto de la vecina Yecla (Murcia). Se trata de todo un almanseño «de pro» que afirma tener siempre el corazón rondando por nuestras calles.
En estos días y hasta el 31 de mayo, en la Casa de la Cultura de Almansa, se podrá disfrutar de su exposición ‘Sugerente’, un viaje de percepciones y emociones, que hacen las delicias del amante de lo abstracto. Al entrar a la sala, se puede leer una frase de Francisco Palao que guía al espectador: «Para disfrutar de esta exposición hacen falta dos cosas: dejar en la puerta los prejuicios que podamos tener acerca de lo abstracto […] y no tener prisa, para poder entablar un diálogo con cada cuadro». Este periodisa se decanta por entablar un diálogo con él.
Pregunta (P): ¿Qué inquietudes artísticas que se pueden apreciar en esta exposición?
Respuesta (R): El experimento del propio proceso artístico, disfrutar del acto pictórico. A partir de ese disfrute y de pelearme con la materia para crear la obra, pasamos a aprender, crear y evolucionar.
P: ¿Desearía Edu Arráez que el proceso creativo durara para siempre?
R: Pues, ahora que lo dices, nunca me lo había preguntado. Hay ocasiones en las que sí lo desearía, porque cuando llega el momento en el que debes decidir que el cuadro está terminado, a veces es fácil y otras muy complicado. Por otra parte, a mí no me gusta cuando un proceso creativo se eterniza, como, por ejemplo, Antonio López, que tarda años y años en terminar un cuadro. Yo no podría estar 20 años creando un cuadro.
Disfrutar del proceso pictórico es de vital importancia y, aunque no sea eterno, cuando acabo un cuadro empiezo con otro, por lo que podría decir que el proceso creativo nunca descansa. Detrás de ‘Sugerente’ hay toda una investigación, una evolución, un desarrollo y un buscarse a sí mismo. Intentar controlar lo incontrolable y aún así disfrutar del accidente. El propio cuadro te dice cómo quiere ser. Eso es el arte abstracto y el arte matérico.
P: ¿En alguna ocasión ha contemplado alguno de sus cuadros y ha pensado: «Está perfecto, no le falta nada»?
R: En rara ocasión. Pero, en la mayoría, sí que he pensado que está «casi perfecto». Aunque el resultado definitivo sea más o menos grato, el camino hasta acabarlos es lo verdaderamente emocionante. Hay cuadros con los que me he peleado mucho y el resultado final es muy agradable. También hay otros cuya idea es tan directa y clara que se acaban rápido.
P: Los de esta exposición no tienen título, pero la exposición sí. ¿Por qué la bautizó ‘Sugerente’?
R: Porque sugiero. Lo dejo ahí. Mi arte abstracto es contemplativo. La obra empieza en mi cabeza, pero termina en la tuya.
P: Su obra sorprende mucho más al observarse en persona, ¿a qué se debe?
R: Creo que el arte matérico hay que verlo en directo. Supongo que como cualquier arte. Pero las obras abstractas deben verse cara a cara, para que te chillen, para que te rompan los esquemas.
P: ¿Cree que el arte y el artista llevan en su propia forma como algo inherente lo político?
R: Según como se mire, el problema del término político es que se confunde con lo que entendemos como política. Si hablamos de este último término, estamos perdidos. Creo que lo político en el arte es algo secundario, según si la obra lleva mensaje o no. El arte tiene infinidad de funciones y entre ellas está la propagandística.
En esta obra, el arte habla de sí mismo, no habla de otra cosa. En cualquier caso, esta exposición hablaría de naturaleza, pero como te digo, los cuadros acaban en tu cabeza y no en la mía. ¿Hay partidos políticos que hablan de naturaleza? Por supuesto, pero con esta exposición no nos encontramos en ese diálogo, hablamos del análisis que el arte hace del propio arte.
P: Al entrar a esta exposición podemos ver una frase que hace las veces de guía, cuéntanos algo sobre ella.
R: Es una frase de Francisco Palao, compañero mío de instituto al cual aprecio muchísimo por su bagaje cultural. Él, junto a Francisco Catalán, han escrito unos textos hablando de mi obra en el catálogo. De esas palabras extraje la oración que se puede ver al entrar. A día de hoy, la gente que no está sensibilizada con el mundo del arte tiene prejuicios sobre el arte abstracto. Hay que olvidarse de si el arte es abstracto o no.
P: ¿Por qué hay tanto prejuicio con el arte abstracto?
R: Pienso que en las últimas décadas, sobre todo en los 80 y 90, se abusó mucho de la abstracción, llegando incluso a generar gran cantidad de arte de «poca calidad». A raíz de esta tendencia, gran parte del público considera que una obra, solo por el simple hecho de ser abstracta, no tiene calidad. Yo por ejemplo he sido figurativo siempre, puliendo técnicas constantemente y con muchísimos años de dedicación, pero el arte abstracto te despierta emociones muy originales, casi únicas.
P: ¿Corren buenos tiempos para el artista?
R: Sí. El arte es bueno cuando la época económica es de bonanza. El arte no es pan. En tiempos de guerra o de hambre podrán surgir grandes obras y movimientos artísticos, pero el artista no tendrá para comer.
P: Para acabar. ¿Con qué se queda, con un cuadro de Velázquez o con un pastor haciendo migas en el campo?
R: [Suspira y piensa] Lo uno se fundamenta en lo otro. Sin el pastor haciendo migas no existirían nunca unas Meninas. Aún así, me lo has puesto muy difícil [Ríe]. Para mí, Velázquez es el más grande, pero si pienso en todas las veces que he comido migas… No podría elegir, ambas son cultura en su máximo esplendor.