Su madre es de Almansa, su padre de Tarazona y él nació junto a su hermana en Yecla, donde pasaron 14 años de su vida. Por motivos laborales se mudaron a nuestra ciudad y a sus 36 años afirma que es 50% yeclano, 50% almanseño. Pero lo que sí aseguran todos sus conocidos es que es uno de los mejores productores audiovisuales de la comarca al 100%.
Hoy charlamos con Carlos López, más conocido como Charly (así lo llama hasta su abuela), para acercarnos un poco más al mundo de la producción audiovisual, para debatir sobre música y para hacer un repaso a los 8 años de historia de Stylex Studio, lugar donde se han dado a luz himnos en grandes canciones y recuerdos en únicas fotografías.
Pregunta: ¿Cómo empezó el proyecto del estudio?
Respuesta: Desde bien pequeño diría yo. Con diez-once años, siendo un niño todavía, me comencé a apasionar por la música. Escuchaba metal, Iron Maiden fue mi primer grupo estrella y me llevó a ilusionarme por este mundo, a querer tener un grupo. Por otra parte, el rap también fue importante en mi adolescencia, me impulsó a querer empezar a hacer producción musical. Fue ya en la veintena cuando descubrí el drum&bass y la electrónica, lo que fue la gota que colmó el vaso para decidir mi futuro.
Estudié el Grado Superior en Sonido y me especialicé en Síntesis de Sonido. Finalizar mi preparación, sumado al cúmulo de sensaciones que generaba en mí mis géneros favoritos, fue lo que me hizo lanzarme definitivamente a iniciar un estudio musical.
Estuve ahorrando mucho tiempo, tantos años que no recuerdo cuántos fueron. Trabajaba de teleoperador y recuerdo que intentaba guardar el 40% de mi sueldo. Esto sumado a lo que, por mala suerte, me dejó mi padre, pude iniciar el proyecto.
¿Algún recuerdo que hoy te haga sonreír?
Me acuerdo que en mi casa empecé a hacer pruebas con el Fruity Loops 3 (software de grabación) y ahora ya van por la edición número 20 creo.
También me gusta recordar cómo diseñé el estudio, lo que hoy es una sala de grabación en un pasado fue una tienda de ultramarinos de mis abuelos.
¡Qué fuerte! Cuéntame más sobre esto
Cuando empecé a pensar cómo construir el estudio no sabía si asentarme en Valencia o en Almansa. Me decían que en la gran ciudad me iba a ir mejor, pero llegó mi yayo y me dijo: ¿Por qué no tiras esto y montas aquí lo que tú quieras? Yo ya estoy jubilado desde hace tiempo». Así me lo dijo y así fue. Esto era una tienda de ultramarinos desde los años cincuenta y ahora un estudio de producción adiovisual.
Pero es que la historia familiar no acaba ahí. Justo en esa sala (señala con el dedo) había antes una habitación, lugar en el que nació mi madre. En este estudio está resumida la historia de tres generaciones de mi familia materna.
¿Cuánto tiempo llevas entonces con el estudio?
Abrimos un 4 de abril de 2014, ocho años han hecho esta semana.
¿Y qué experiencia te llevas de estos primeros ocho años?
Ha habido momentos duros, de incluso querer dejarlo. Pero también ha habido muchísimos más momentos buenos, si trabajas mucho y además lo disfrutas, acabas creciendo y aumentando tus intereses. Me encanta enriquecerme culturalmente.
Si algún día me piden el currículum yo no lo voy a entregar, les voy a decir: «Autónomo, emprendedor en plena crisis y he superado una pandemia». [risas]
¿Cuál es la importancia de tener un estudio de música en Almansa?
Recuerdo que al principio me llamaban loco por abrir un estudio musical en Almansa, aunque al final he tenido la suerte de que me saliera bien. Lo bueno de tener un estudio así en la ciudad es que generamos convivencia entre diferentes estilos musicales y culturas urbanas. Hemos hecho piña, antes estábamos los punkis por un lado y los raperos por otro, gracias a proyectos así nos hemos unificado.
Que existan asociaciones como el KRAL donde nos podemos conocer todos es muy bueno y conlleva las mismas consecuencias, por poner un ejemplo similar.
Al fin y al cabo, el estudio canaliza todos los movimientos culturales y se reflejan en el resultado que sale de esta mesa de sonido. Aquí no se habla de economía, ni de política… Aquí se viene a crear, a canalizar emociones a través de la música, a evadirte. Que la gente de mi ciudad venga aquí y me demuestre esa confianza, para mí vale millones.
Me he dado cuenta de que con la música puedes aprender de todo. He grabado pop, rock, punk, metal, reggae, flamenco, ska… Y me he percatado de que con todos los grupos y sus estilos he aprendido algo.
¿Corren buenos tiempos para el sector audiovisual?
Este sector está evolucionando constantemente, con la tecnología también evoluciona la cultura. Lo más importante es estar en constante renovación, si no lo haces, te quedas atrás.
¿La sociedad valora ya como debe a este tipo de trabajos? Sabes que muchas veces es difícil valorar el trabajo del sector servicios en general.
Todavía hay muchos incrédulos. Los que nos dedicamos a esto sabemos lo que nos cuesta. Todo conlleva inversión monetaria, solo los equipos técnicos valen un dineral, o inversión de esfuerzo, los estudios y preparación también cuentan.
También hay que decir que mucha gente sabe valorar el trabajo del profesional, cada vez son más. Por otra parte están los que piensan que al ser un trabajo relacionado con el mundo artístico, lo haces por amor al arte y sin cobrar. Yo como de esto.
Por lo normal estas son personas desconocedoras y que todavía no han comprendido el valor del trabajo del profesional de lo audiovisual.
¿Existen músicas buenas y músicas malas?
No, en todo caso hay músicas bien hechas y músicas mal ejecutadas. La música es un sentimiento, que te hace moverte, vibrar, sentir… Voy a ponerte un ejemplo: el reggaeton. Mucha gente dice que es una música que «es lo peor». No es así, el reggaeton es un género super-bailable que a todos nos hace movernos, en el que influye la letra que se le ponga. Pero esto pasa con todos los géneros, la música no es buena ni mala, no hay que ser un cerrado de mente, si nos basamos en estos argumentos vamos hacia atrás en el tiempo.
¿Cómo ves la escena musical en Almansa?
Actualmente no la veo ni mal ni bien. Desde que vivo aquí, que me he relacionado con un montón de grupos, veo que siempre, pase lo que pase hay movimiento musical. Los grupos aparecen, triunfan o no e incluso desaparecen, pero siempre hay bandas.
Por ejemplo, hace poco grabé con Incruento y los Nomura. Ambos son grupos de deathmetal, pero unos acaban de empezar y los otros llevan toda la vida. Eso es bonito, que nunca desaparecen los estilos. Recuerdo que antes incluso venía gente de Yecla aquí por toda la movida cultural y musical que había.
¿Hacen falta más grupos? sí, que nunca paren de aparecer. ¿Hacen falta más conciertos? Por supuesto, antes se hacían muchos más y lo echo de menos.
¿Qué le dirías al niño y niña cuya ilusión es estar a los mandos de un estudio musical?
Lo más importante, que sea creativo, que no se cierre a nada. Que no esconda sus habilidades, que las muestre. Esta lección me la dio el productor de Mago de Oz. También recuerdo a Sergio Córdoba, quien me enseñó todo a cambio de nada. Y ahora yo me comprometo a invitar aquí a cualquier persona que quiera aprender.
Un momento feliz durante toda esta carrera musical
Yo creo que el momento más feliz de mi vida con la música fue cuando descubrí el drum&bass [responde con una sonrisa de oreja a oreja].
Me acuerdo que estábamos el Danone y yo en un garito y nuestro colega PackOut nos dejó un CD de los Ganja Kru, DarkLight. Lo pusimos. Al escucharlo nos miramos y dijimos: «Esto es lo que llevamos esperando toda la vida». Fue un momento genial, un instante de lucidez único que nos regaló, con el tiempo, muchas más experiencias gratificantes.