Historia de la Torre Grande de Almansa
Hace poco menos de mil años nuestro territorio era frontera entre reinos cristianos y musulmanes. En la parte oriental de la península ibérica el río Júcar marcaba el límite entre unos y otros: Las fortalezas de Jorquera, Alcalá del Júcar, Cofrentes, Almansa y Torre Grande constituían una férrea línea defensiva en manos de los almohades. La derrota de éstos en las Navas de Tolosa supuso el desmoronamiento de este imperio musulmán. Foto principal de Ángel Bonete.
La frontera islámica se alejaba, pero se consolidaba una nueva delimitación entre las Coronas de Castilla y Aragón y Almansa era una pieza esencial en el nuevo mapa político. Los reyes de Castilla delegaron el poder en importantes señores feudales para que defendieran la frontera.
Tan importante como el Castillo
Si el castillo de Almansa era una pieza clave, la Torre Grande era la avanzada en la defensa de las expediciones de castigo provenientes del Sur y el Este, como se recoge en este libro sobre nuestros orígenes. En él se recoge su origen romano atestiguado por la arqueología, al igual que el posterior poblamiento de época musulmana. Del árabe proviene el topónimo Burjaharón, porque «bury» significa torre. En 1264, en carta fechada en Sevilla, el rey Alfonso X el Sabio fechada 1264 la cede, junto a otras alquerías islámicas al concejo almanseño.
Su papel en la Batalla de Almansa
Cuando las guerras de la llamada Reconquista finalizaron, la Torre Grande pasó a ejercer el papel de aduana entre Castilla y Aragón, pero de nuevo, en 1707, Castillo y Torre Grande cobraron protagonismo en la Batalla de Almansa. El cerro que se halla frente a Torre Grande fue el lugar en el que, al día siguiente de la batalla, el 26 de abril, se capturaron 13 batallones de holandeses, británicos y portugueses que fueron encerrados entre los muros de la entonces llamada «Torre de D. Enriquez». Y el Cerro de la Sima pasó a ser el «Cerro de los Prisioneros».
Sabemos por Miguel Juan Pereda, cronista de la ciudad, que en 1793, era propiedad de don Miguel Catalá y Calatayud (alias don Alonso de Pina), conde de Cirat y Villafranqueza y Grande de España, lo que podría explicar el hecho de que desde entonces se llamase «torre grande».
Torre Grande en la actualidad
Desde entonces, como otros tantos parajes de uso agropecuario, pese a su singular encanto y estratégica localización entre las autovías de Valencia y Alicante, languidece a la espera de que se dé un nuevo uso y, entretanto, sus techos se hunden y sus muros se resquebrajan pese a que han sido parte fundamental en nuestro acontecer histórico.
El edificio, como puede comprobarse, fue construido con muros de mampostería reforzados con sillares en las esquinas, era almenado, tiene saeteras y un matacán para defender la puerta. Su singularidad y desconocimiento hizo que la naciente Asociación cultural «Torre Grande», desde 1984, adoptase su nombre como inspirador de su principal finalidad: dar a conocer nuestro patrimonio y velar por su conservación.
Un comentario
Me resulta muy llamativo que un colectivo, el más reconocido científicamente, qué se denomina Asociación Torre Grande, se limite a ” contemplar cómo se hunde este Bien de Interés Cultural”. Sin plantear sanciones y acciones, para su recuperación y conservación.