En nuestro Pajar volvemos a escuchar las opiniones de un Papa sabio, como ha sido el Papa Benedicto XVI. Esta tarde traemos varias preguntas que se han hecho los hombres en el pasado, pero que tienen plena vigencia en la actualidad: sobre Dios, sobre el hombre, sobre los animales y sobre la relación existente entre hombres y mujeres. Acudimos de nuevo a él para que arroje luz sobre los grandes interrogantes de los cristianos y también de la humanidad.
¿Cómo es Dios y dónde está? Le planteamos esta pregunta a quien se le reconoce como representante de Dios en la tierra, jefe y guía de la Iglesia católica. Nadie mejor que él para escucharle. Dios no es hombre ni mujer sino Dios. Las palabras “padre” o “madre” son sólo metáforas. Cristo usó la expresión del padre para enseñarnos a orar. Las religiones de los pueblos cercanos a Israel conocían las parejas de dioses, dios-hombre y dios-mujer, pero el monoteísmo excluyó la idea de la pareja divina y consideró al pueblo de Israel como la novia de Dios. O sea que la imagen femenina recayó en Israel primero y luego en la Iglesia y finalmente en la Virgen María. Por tanto la imagen del Padre quiere diferenciar al Creador de las criaturas. Y si en la Biblia aparece como un dios pronto a la ira, también aparece su piedad y misericordia que es mil veces mayor.
Dios no es objeto de experimento ni perceptible por nuestros sentidos. Esto ocurre con las cosas materiales que están por debajo del hombre y que dominamos o poseemos. A Dios podremos encontrarlo dejando de lado el sentimiento de poder y teniendo el de búsqueda, apertura, humildad y dejar que se muestre como Él quiera y no como yo deseo. Dios no está en un lugar determinado y está en todas partes donde acontece el bien, menos donde está el pecado, por tanto está donde hay fe, esperanza y amor. Cuando una persona obra el bien a otra, se acerca a Dios y cuando hace oración se aproxima a Él.
¿De dónde viene el hombre? Según la Biblia “Dios creó al hombre tomando polvo del suelo y le insufló el aliento de la vida; y el hombre se convirtió en un ser viviente”. Según esto el hombre brota de la tierra, pero no procede simplemente de ella, sino que tiene algo radicalmente nuevo: el aliento del mismo Dios. Es el dualismo de la persona: se muestra su pertenencia al cosmos y su relación directa con Dios. Y aquí radica la dignidad del hombre y la razón de todos los derechos humanos. Confiere al ser humano el respeto a sí mismo y a los demás, porque no es una mera combinación de materiales, de los genes o del ADN, sino una idea personal de Dios.
¿Qué uso debemos hacer de los animales? Recientemente ha aparecido en España una “Ley animalista” para proteger a los animales, muy discutida y con razón. El Cardenal Omella, Presidente de la Conferencia Episcopal española, ha criticado que se proteja más a un huevo de águila que a un embrión humano. Y otros consideran un disparate la multa de 500.000 € por matar una rata. En la Biblia, Dios creó los animales del campo y las aves del cielo para que fueran ayuda y compañía del hombre. Y nos han sido dados para cuidarlos y no tratarlos a nuestro antojo porque son también criaturas de Dios. Al principio se habla de las plantas como alimento del ser humano. Después del diluvio se deja a criterio de la persona comer carne. Se añade un ordenamiento secundario, pero que no debemos desembocar en una especie de culto sectario a los animales. El hombre debe mostrar respeto a los animales, pero no le está vedado alimentarse de ellos. Y no es correcto darles una utilización industrial ni confinarlos o encerrarlos porque es la degradación de lo viviente a mercancía.
¿Los hombres y las mujeres son diferentes? Se trata de un mismo ser humano. Ni son iguales ni diferentes, son complementarios. Platón recoge el mito de que la persona fue dividida y de ahí surgieron el hombre y la mujer. Visto así, cada uno es sólo una mitad y de ahí que siempre busque su otra mitad. Dice la Biblia que “Dios creó la mujer de una costilla de Adán”. Acaso encierra el simbolismo de que el ser humano se divide y ha sido creado para el otro, buscándose entre sí para recobrar la totalidad. La persona ha sido creada para necesitar al otro para superarse a sí misma. No ha sido creada para estar sola. Por eso “el hombre abandonará a su padre y a su madre y se hará una sola carne con la mujer”. Hay que oponerse a las falsas teorías igualitarias como a las diferenciales. Hay una diferencia biológica entre el hombre y la mujer y es preciso afirmarla porque es falso querer medir a los hombres y a las mujeres con el mismo rasero. Me estremece que se quiera convertir a las mujeres en soldados como los hombres. Platón ya dijo que había que llevar a hombres y mujeres a los mismos cuarteles. O pensar que las mujeres son seres inferiores, encerradas en la cocina y limpieza de la casa o carnales y sensuales, negadas para lo espiritual. Estas ideas se oponen al carácter único de la creación divina, que, a pesar de sus diferencias, es unitaria y complementaria.
Por hoy ponemos fin a estas reflexiones del Papa sabio. Dentro del Pajar la claridad ha dejado paso a la penumbra, y fuera, ya en la calle, es noche cerrada, nos rodean las sombras y a lo lejos brillan y parpadean las luces de Almansa.
Por Cyrano de Bergerac.