«Llorar es lo más sano de la vida. Fíjate si es sano, que nacemos llorando». Esta frase de María Martínez, escritora y educadora almanseña, refleja a la perfección la intención de su última obra: Leo y los girasoles del abuelo. En ella, la autora relata la historia de un niño de 6 años que sufre la pérdida de su abuelo. Hoy entrevistamos a María, quien pretende trasladar a nuestros lectores la importancia de tratar la muerte con naturalidad, cercanía y sin reprimir sentimientos.
Cuéntanos, ¿cómo empezó este proyecto?
La idea rondaba mi mente desde hace tiempo, cuando comencé el último año de la carrera de Educación Primaria. Quise hacer mi Trabajo Final de Grado sobre cómo afecta el duelo y la muerte a los más pequeños. En enero de 2021, decidí a lanzarme a escribir tras recoger mi experiencia con niños y con el proceso de duelo.
¿Cómo debemos reaccionar con nuestros pequeños y pequeñas ante la muerte de un ser querido?
Cuando trabajas con niños y niñas te das cuenta de que muchos han pasado por esta experiencia vital de diferentes formas: han perdido a un abuelo, a un padre o, incluso, a algún amigo. Por eso hay que tratar la muerte con naturalidad. Es algo que existe. La propia vida te da la muerte y, simplemente, hablamos de un proceso que se cierra, de la misma forma que una planta florece y se marchita. Enfrentarse a la muerte de un ser querido es un paso muy importante para nuestro desarrollo personal y los niños también deben saberlo.
Pero a veces el niño es muy pequeño y hace preguntas demasiado complicadas, ¿cómo actuar en estos casos?
Con los más pequeños hay que tener mucho cuidado y, si se cuestiona cosas complicadas, debemos estar preparados para saber contestarlas. Es bueno consultar con profesionales de la educación o la salud mental porque, aunque se nos haga difícil responder, no debemos ocultar el hecho de la muerte a nuestro niño o niña. Si no sabemos curar las heridas en el presente, en el futuro pueden aparecer traumas del pasado o incluso, en casos graves, problemas de personalidad.
¿Cómo no debemos actuar en estos casos?
Nunca debemos apartar del proceso al niño o niña con afirmaciones del estilo de «son cosas de mayores». Con esto lo único que conseguimos es que el pequeñín solo interprete: «Yo también quiero ser mayor». Y no debemos arrebatar las ganas de infancia a los niños. Tampoco debemos mantener un silencio sepulcral sobre lo sucedido, porque generaremos un fuerte sentimiento de rabia en el niño al ni comprender ni conocer qué es lo que pasa.
¿Es bueno llorar la pérdida de un ser querido?
Llorar es lo más sano de la vida. Fíjate si es sano que nacemos llorando. Pero también debo decir que cualquier expresión que los niños hagan de sus sentimientos es buena, siempre y cuando no implique violencia.
Cuéntanos tu experiencia con tus abuelos. ¿Siguen vivos?
Yo perdí a dos de mis abuelos con 11 y 16 años. Es cierto que no es para nada lo mismo sufrir esa pérdida siendo más mayor; lo afrontas de diferente manera. Aconsejo a todos los lectores que disfruten al máximo de sus abuelos y abuelas, ya que, cuando no estén, debemos recordar los buenos momentos que hemos pasado a su lado, sus tradiciones, formas de hablar o anécdotas. Hay detalles como estos que crean herencias en nuestro recuerdo. Y es precisamente gracias a nuestro recuerdo de ellos que podemos hacer que «sigan vivos» en nuestro corazón.
Muchísimas gracias por atendernos, María. Dinos, para que los sepan todos nuestros lectores y lectoras, dónde se puede encontrar el libro.
Gracias a vosotros. El libro está a la venta en la Papelería Molina, a los quienes agradezco su trato y cariño por dejarme hacer la presentación en su establecimiento.
Quizás te interese: