Recuerdos de la alquimia, la magia de la infancia

Paco aún sigue siendo ese niño de su perfil en redes sociales, un niño como otro niño de la posguerra española. En pueblos en blanco y negro, y con mucha necesidad. En la mirada de la foto de ese niño se ve, se intuye una cierta determinación, que se ha demostrado se acrecentó con la edad. Esa seriedad capital en su boca, esa camiseta a rayas como de navegante. Y ese pelo rubio peinado con esmero, tal vez foto de su primera comunión.

Escribe en Recuerdos de la alquimia Nº 28: «Sí… vamos, que ya hace mucho frío, pero ahora sonreíd a la cámara y seguid andando para que la foto salga natural. […] Granate y rosa en dos pequeños abrigos de algodón y en dos pequeños corazones que andan por el suelo pedregoso. Dos almas recién estrenadas latiendo en sonrisas e inocencia. La pequeña y la mayor eran como una sola, pero ya se soltaron de la mano para siempre… una de ellas… la mayor dejó de andar y se fue volando a no sé qué lugar. Salió del camino. Perdemos las alas desde la infancia… poco a poco, pluma a pluma… pero hay quien las conserva algunas hasta el final».

Paco Catalán es todavía el Paco Catalán niño, por su despierta naturaleza humana. Sería tal vez un niño bastante precoz y observador. ¿Esas alas que dice Paco que algunos conservan? Tal vez en él sean como las de Ícaro. Tal vez Paco haya estado desde la infancia construyéndose unas preciosas alas, con ayuda de pinturas y pinceles. Y vuela, vuela alto.

Esto ha durado muy poco, Paco, vamos a aprovechar lo que queda…

Francisco Catalán, no se mueve, todo va a él. Es un toro, un toro salvaje, que delicadamente se reconforta, se alimenta, corre por las dehesas. Todo en Paco es un imán, imán de creatividad. Trabajador infatigable. Francisco Catalán es Tierra, lo dice él: «Reacciono al medio en el estoy, estoy en mi paisaje y tiene esos colores, los colores ocres, los colores tierra, los colores pardos, los que llevo en las meninges desde que nací. Yo respondo a ese medio».

Francisco Catalán crea Mesa con violines en 1999, Escollera en 1996, La tempestad en 2001. Óleo, collage, grabado, otro consagrado pintor que se atreve con todo. Recurro a Óscar Martínez y añado un fragmento de La pintura actual en Almansa para terminar este párrafo: «Sus paisajes a la acuarela, sus dibujos de multitudes humanas en las que cada figura y personaje está animando por una vida propia, o algunos grabados tanto de temas valencianos como almanseños, demuestran su gran capacidad compositiva y gestual».

Acuarelas agudas y sociales, viñetas

Solo decir de ellas que una al día ya es trabajo y obligación autoimpuesta por solidaridad con los más desvalidos. Ese documental realizado en su casa en Almansa, creo, por otros creadores almanseños, nos invita a descubrir el proceso esperanzador de sus viñetas, a conocerle a él, y añadirnos la reflexión social, sobre muchas cosas que pasan en nuestro mundo y que no están bien.

Resalto en esta última parte tan solo un instante de una entrevista que le hizo Javier Ruiz. Un comentario de alguien desconocido de Argentina, en dicha entrevista, que dice así: «Hola. Leo las viñetas de Paco en la noche de cuarentena de Buenos Aires rodeada por mis amigas gatas… y a veces sufro y lloro, porque son muy tiernas y muy tristes. Posteo en redes los trabajos de Paco para crear conciencia. Abrazo».

Resumiendo, tres formas de crear, a cual más impresionante, de un artista con conciencia, con creatividad. Y todo eso siendo un poco terco y sin moverse de su sitio. Pero las cosas le han venido de cara junto con su gran capacidad de trabajo. Paco, ya sabes: «GATITUD».

Fotografía principal de Martín López para la exposición y cortometraje ‘La realidad imaginada’, sobre la vida y obra de Francisco Catalán