En un mundo donde las causas humanitarias muchas veces pasan desapercibidas, la lucha del pueblo saharaui resurge gracias a la labor incansable de dos activistas suecos, Sanna Ghotbi y Benjamin Ladraa. Estos dos defensores de derechos humanos han decidido recorrer 30,000 kilómetros en bicicleta a través de treinta países, con el objetivo de alzar la voz en favor del Sáhara Occidental, una tierra que, tras décadas de sufrimiento y olvido, sigue siendo la última colonia de África. Y Benjamin ha estado en Almansa dentro de su ruta que le llevará a otras ciudades españolas para terminar en 2025 en los campamentos de población refugiada saharauis (sudeste de Argelia).
El conflicto del Sáhara Occidental ha dejado cicatrices profundas. Desde la invasión ilegal por parte de Marruecos en 1975, miles de saharauis han sido desplazados a campamentos de refugiados en el inhóspito desierto argelino, mientras que otros viven bajo una ocupación brutal, enfrentándose a arrestos, torturas y violaciones constantes de derechos humanos por luchar por su libertad. Sin embargo, en esta lucha por la dignidad, la solidaridad internacional ha sido un faro de esperanza, y en España, en particular, Castilla-La Mancha y sus familias de acogida han desempeñado un papel fundamental en brindar apoyo a los más vulnerables: los niños saharauis.
La solidaridad manchega: Un hogar lejos del desierto
Castilla-La Mancha, y especialmente la localidad de Almansa, han sido durante años un ejemplo de solidaridad y apoyo incondicional al pueblo saharaui. Cada verano, a través del programa “Vacaciones en Paz”, decenas de niños saharauis llegan a la región para pasar unos meses alejados de las duras condiciones del desierto. Estos niños, muchos de ellos nacidos en campamentos de refugiados, encuentran en las familias manchegas un hogar temporal donde pueden disfrutar de una infancia más libre, acceder a cuidados médicos que no tienen en los campamentos, y, sobre todo, sentir el calor de una familia que los recibe con los brazos abiertos.
Es imposible hablar de la causa saharaui en Almansa sin mencionar la labor de las asociaciones locales que, con esfuerzo y dedicación, organizan las estancias de estos niños. Familias como las de Almansa no solo ofrecen un descanso temporal del sufrimiento, sino que también crean lazos que duran toda la vida. Muchas de estas familias han establecido conexiones profundas con los niños que acogen, convirtiendo su hogar en una segunda casa para ellos y visitando los campamentos en el Sáhara para seguir apoyando a las familias saharauis a largo plazo.
Sanna y Benjamin: Pedaleando por la justicia
La travesía de Sanna Ghotbi- que debido a una lesión no continúa el trayecto- y Benjamin Ladraa es un recordatorio de que el activismo no tiene fronteras. Durante los dos últimos años, estos jóvenes han recorrido caminos imposibles, enfrentándose a tormentas, ataques de lobos y amenazas, todo con un solo objetivo en mente: dar visibilidad a la causa saharaui. Con dos grandes banderas del Sáhara Occidental ondeando en sus bicicletas, han captado la atención de miles de personas a lo largo de su recorrido, generando conciencia sobre una colonia que parece olvidada por la comunidad internacional.
“Hemos recorrido más de 30 países en los últimos dos años, llevando la bandera del Sáhara Occidental y hablando con todo el que nos quiere escuchar. Nos persiguieron los servicios secretos en Indonesia, nos encontramos atrapados en montañas durante una tormenta en Montenegro, y en Grecia fuimos rodeados por lobos. Pero no nos detenemos, porque sabemos que detrás de cada kilómetro recorrido hay una historia de lucha que merece ser escuchada”, cuenta Benjamin.
Este viaje extremo busca despertar la curiosidad y, sobre todo, generar empatía por un pueblo que lleva más de 50 años esperando justicia. “El pueblo saharaui está atrapado en campamentos de refugiados, esperando un referéndum que nunca llega. Hemos estado allí y hemos visto la desesperación, el sufrimiento causado por la falta de alimentos y agua, y el dolor de las familias cuyos seres queridos han sido encarcelados y torturados por simplemente ondear su bandera”, relata Sanna, conmovida.
Un viaje trepidante por la libertad del Sáhara que este fin de semana tuvo parada en Almansa❤️
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— La Tinta de Almansa (@TintaDeAlmansa) September 23, 2024
Un llamado a la solidaridad
El compromiso de Sanna y Benjamin, así como la solidaridad mostrada por las familias de Castilla-La Mancha, son un claro ejemplo de cómo los pequeños actos pueden generar un impacto inmenso. La causa saharaui no solo es una lucha por la independencia de un territorio, sino por la dignidad de un pueblo que ha sido olvidado durante demasiado tiempo. En Almansa, la solidaridad sigue viva, demostrando que, a pesar de la distancia, los lazos humanos pueden trascender fronteras. Los niños saharauis que llegan a Castilla-La Mancha no solo encuentran un refugio temporal, sino una comunidad comprometida con su bienestar y futuro.
El futuro de los niños saharauis
Con iniciativas como “Vacaciones en Paz” y campañas como la de Sanna y Benjamin, la causa saharaui sigue viva en el corazón de quienes se niegan a olvidar. A pesar de las dificultades, la resistencia saharaui es un faro de lucha por la justicia en un mundo cada vez más indiferente.
El mensaje es claro: mientras haya quienes se levanten en solidaridad, ya sea en bicicleta por el mundo o abriendo sus hogares a los niños refugiados, la causa saharaui no será olvidada. Almansa y Castilla-La Mancha seguirán siendo parte de esa resistencia solidaria, donde la empatía y el compromiso humano son las armas más poderosas para cambiar el destino de los más vulnerables.