Una historia de superación. La vida de un apasionado futbolero que, a pesar de sufrir una gravísima lesión, volvió a calzarse las botas y dedicarse al deporte de sus amores. Canario de cuna, sevillano en su niñez, y almanseño de adopción, hoy charlamos con el ex jugador de la UD Almansa y entrenador en activo que compartió vestuario con Maradona.
Él es Víctor Manuel Prado Tornero, una persona cercana, amable y entretenida. En esta conversación, hace balance de su trayectoria, analiza la situación del fútbol actual y cuenta curiosas anécdotas en su primera etapa como futbolista profesional.
Comenzando desde el principio. ¿Cuál es tu primer recuerdo con un balón?
Son tantos los recuerdos que no sabría elegir. Si te digo la verdad, fue en Sevilla, en la barriada del Cerro del Águila (una de las más humildes de la ciudad), en el campo del matadero. Ahí es donde salía la gente que acababa jugando en el Sevilla. Era una cantera chiquitita; un campo de tierra donde se reunían muchos ojeadores. Tenía 9 años, con 11 entré en el Sevilla FC.
¿Cómo era el fútbol en esa época?
Callejero. Con dos piedras y un balón podías jugar todo lo que quisieras.
¿Cómo un sevillano de pro acaba en Almansa?
Yo soy nacido en Canarias, pero mis padres se mudaron a Sevilla cuando era pequeño. Mi relación con Almansa y el sureste de la península viene por mi madre que es de Jalance. Terminé en la UD Almansa gracias a Poveda, fue él quien me trajo aquí y tengo unos grandes recuerdos con él.
Un resumen de tu trayectoria.
Primero comencé a competir en el Sevilla Atlético, las pretemporadas y los partidos «de ferias» los hacía con el Sevilla FC. Al poco tiempo de comenzar, sufrí una grave lesión. Cuando volví al fútbol me traspasaron al recreativo de Huelva, de ahí al Campomaiorense de Portugal, luego al Burgos, después al Dos hermanas y finalmente a la UD Almansa, equipo en el que me retiré como jugador. Ese año estábamos en Preferente y conseguimos subir a Tercera.
Háblanos de tu lesión…
Fue muy grave, y afectó al resto de mi carrera. Es muy probable que me hubiera quedado en Primera porque justo me lesioné cuando debuté con Carlos Salvador Bilardo en el banquillo del Sevilla, en el estadio de Balaídos. La lesión llegó en un partido amistoso con el Sevilla Atlético y me marcó para siempre. Los médicos me dijeron que jamás volvería a jugar al fútbol, que lo tenía que dejar.
Te dijeron que tu vida se tenía que separar del fútbol, pero ya veo que no te dio la gana [risas]
Así es, yo me empeñé en operarme y en seguir adelante y me retiré con 28 años en la Unión Deportiva Almansa. Después de dejar de ser jugador, mi vida también siguió ligada al fútbol.
Tienes una gran experiencia como entrenador
Empecé entrenando a querubines y benjamines. Conseguí superar mi carácter vergonzoso con ellos. Recuerdo con cariño cuando, entrenando al Juventud Manisense. no sabía cómo dirigirme a jugadores que eran mayores que yo. Cuando le cogí el gusto a dirigir desde el banquillo me lancé a sacarme la titulación de entrenador. Conseguí subir a ese equipo de Primera Regional a Preferente. Entrené en el Almantour, a la Peña Deportiva Ayorense o al Santa María del Puig, entre otros. También estuve dos años en Argelia, en una escuela del Barcelona Soccer. Incluso podría haber seguido con esa formación, tenía pensado viajar a una escuela en Noruega, pero llegó la pandemia y todo se paralizó.
Nos comentan que coincidiste con Maradona en el Sevilla…
Sí, de hecho el año que llegó él coincidió con el último año de mi rehabilitación. Estuve dos años y medio lesionado. La llegada de Maradona fue una alegría tremenda para la ciudad. Yo creo que cambió para siempre la historia del Sevilla FC: éramos un equipo normalito y tras su llegada experimentamos un auge grandísimo. Me acuerdo que a nuestros entrenamientos iban cuatro gatos y cuando llegó Maradona hubo que cerrar la ciudad deportiva porque «no se tenía» de tanta gente que venía. Para mí fue una experiencia preciosa. De hecho, fui su «sparring». Diego se quedaba después de los entrenamientos a tirar faltas y pegar pelotazos, así que, como yo estaba lesionado, me pagaba la hora que me quedaba ahí y yo hacía de recogepelotas y le ayudaba a entrenar los disparos.
¿Coincidiste con otros grandes jugadores?
En ese tiempo estaban con nosotros el Cholo Simeone, Juan Carlos Unzué, Zamorano, Anton Polster… Fue una mezcla de jugadores jóvenes y veteranos de enorme calidad; una época dorada para el Sevilla. Estuve cuatro pretemporadas con el Sevilla y lo que eran los partidos amistosos y de ferias siempre estaba con el primer equipo. Fue muy difícil jugar porque había dos centrales titulares muy buenos: Nando y Martagón.
Cuéntanos la experiencia de esa temporada de ascenso con la UD Almansa B.
Ese año fue un cambio grande, porque yo estaba en el Almantour y el club se fusionó con la UD Almansa. Aún así, los mismos jugadores que entrenaba en un sitio los tuve en otro. Fue una temporada genial en la que el club hizo un esfuerzo grande por tener un filial y nosotros cumplimos deportivamente con el ascenso. Fue un año bestial teníamos jugadores grandísimos: Milán, Carbonell, Jose Ramón, Pira, Joseda, Chivu… Fue una piña buenísima, un «temporadón».
Esa temporada hubo un partido decisivo frente al Santa Cruz de la Alberca de Záncara, ¿cómo lo recuerdas?
Fue un partido durísimo, en un campo de tierra y contra un rival invicto en casa. Se remontó en el minuto 90 con un gol de Chivu. Conseguimos el ascenso y volvimos con una fiesta tremenda en el bus.
¿Qué tipo de fútbol te gusta? ¿Te fijas en algún entrenador?
Cada entrenador tiene su librillo. A mí siempre me han gustado los equipos que juegan bien al fútbol para disfrutar y hacer disfrutar a la gente. Nada de encerrarse atrás ni «patadones arriba». Me gusta el tiki-taka, pero el de verdad, no el de tener la posesión y tocar la bola sin llegar a nada. Suelo tener dos o tres sistemas: 4-2-3-1, me gusta porque abarca mucho campo; el 4-3-3, más ofensivo; y el 3-5-2, con carrileros rápidos, es necesario formar jugadores en esa posición porque son los que más tienen que mover el juego en ese sistema.
¿Qué opinas sobre la SuperLiga? Ya sabes, los tres equipos grandes de turno que quieren montar su propia competición.
Yo eso no lo veo. Me gustan las competiciones actuales. Tampoco me gusta la idea de que el Mundial sea cada dos años, es una barbaridad para los futbolistas. También estoy en contra de que competiciones nacionales como la Supercopa de España se jueguen en Arabia Saudí. Pero tenemos en cuenta que los que mandan solo miran por lo económico, el aficionado se está quedando al margen cuando lo más bonito del fútbol es que tu afición vaya al campo a animarte.
Desde la posición de la que hablas hoy y respecto a tu faceta como futbolista, ¿qué piensas al recordar a ese pequeño Víctor que jugaba en el campo del Matadero en Sevilla?
¡Bua! [exclama] Ese recorrido de tiempo es bestial. Yo era un chaval que se iba con un balón a jugar con los amigos y del día a la noche me vi haciendo las pruebas para el Sevilla FC. Era un niño que hacía lo que fuera para jugar. Incluso alguna vez falsifiqué la firma de mis padres para poder irme con el equipo [risas]. Son innumerables esfuerzos, sobre todo los que hizo mi familia trabajando en el bar.
¿Cuál es el momento más feliz que has vivido con este deporte?
Me quedo con la superación de la lesión. El doctor que me operó se llamaba Madrigal y era de la clínica de MAPFRE de Madrid. Me dijo que no volvería a jugar al fútbol, que no se me ocurriera. Yo le dije: «Cuando me recupere y vuelva al césped, te regalaré una camiseta firmada». Lo hice, esa camiseta está enmarcada. Me dijeron que nunca volvería a jugar al fútbol, pero conseguí volver a ponerme las botas. Ese fue el momento más feliz de mi carrera deportiva.
¿Mensaje para los jóvenes futbolistas?
A los más jóvenes, que disfruten y lo pasen bien. Que no se preocupen por los resultados, lo importante es disfrutar del deporte.
Entrevista realizada por Víctor Gil en colaboración con Jose Manuel García.