A caballo entre el siglo XIX y principios del siglo XX, comenzaron a surgir en diferentes ciudades españolas una serie de hoteles para la realeza y la burguesía. Poblaciones como San Sebastián, Santander, Málaga o Madrid construirán estos edificios de lujo para las clases sociales más pudientes.
El desarrollo de los medios de transporte como el ferrocarril, los barcos y la incipiente industria automovilística provocaron la reducción de tiempo de los viajes. De este modo, surgieron una serie de hoteles cerca de las estaciones que ofrecían al viajero una serie de servicios para su hospedaje.
Almansa no iba a ser menos y, el 15 de agosto de 1924 se inauguraba el Hotel Berwick, en honor al James Fitz-James, I duque de Berwick, quien comandó a las tropas franco-españolas en la Batalla de Almansa. El establecimiento se encontraba entre la calle Mendizábal y la popular plaza de la fuente del León. El propietario y director fue Francisco Garcerán, que también poseía el Continental, en la vecina localidad de Cofrentes (Valencia).
El hotel contaba con completas habitaciones exteriores, que disponían de agua potable y cuarto de baño. El número total de habitaciones eran de 38. Además, contaba con diferentes salones, un café restaurant y un servicio de carruajes para transportar a los huéspedes a la estación de ferrocarril.
Debido a las características del hotel, en las que destacaba su céntrica ubicación y clase, disponía de otros servicios complementarios aparte del alojamiento. De este modo, tenía servicio de café y restaurante para banquetes y bailes.
Tras algunas vicisitudes, a finales de marzo de 1926, el Hotel Berwick cerraba sus puertas. Sin embargo, el 30 de mayo de 1929 se anunciaba su reapertura con el nombre de Gran Hotel, bajo la dirección de Manuel Díaz Ruano.
Desgraciadamente, tras unos años en los que se convirtió en la referencia almanseña para los diferentes visitantes que llegaban a nuestra ciudad, el hotel cerró sus puertas. La suerte de este magnífico establecimiento fue la misma que la de otros tantos edificios almanseños. Tras cuarenta años de huéspedes, banquetes y bailes, fue derribado en 1964 perdiendo un maravilloso hotel modernista que hoy en día sería una delicia para la población.
En su lugar, se construyó un edificio de grandes dimensiones que hizo empequeñecer la actual plaza de Alfonso X el Sabio y, cómo no, nuestra querida fuente del León.
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Fe de erratas: En una versión pasada de este artículo (El Gran Hotel de Almansa: un lujoso parador que no escapó a su derribo), un pie de foto estaba mal redactado. Actualmente, todos describen la situación real que refleja la instantánea.